En este sentido, el informe destaca que la región más afectada por el terremoto representa el 6,2 por ciento del PBI, el 6,8 por ciento de la población y el 7,2 por ciento del inventario de capital del sector privado.

También representa el 6,8 por ciento de los emplazamientos empresariales, el 6,2 del inventario de vivienda residencial, el 6,3 de los hogares y el 6,5 por ciento de los seguros de vida y hogar, lo que sumado supone entre 6 y 7 por ciento de la economía japonesa.

La región de Tohoku, lugar donde se produjo el sismo, se caracteriza por ser una economía de comercio donde existe una dependencia mutua con otras regiones en términos de demanda, por lo que "el impacto podría afectar a otras regiones y a la economía nipona en su conjunto", consignó Europa Press.

Sin embargo, el informe Banif destaca que en la perspectiva histórica, el impacto macroeconómico real de los desastres naturales "suele ser más bajo de lo que inicialmente se teme".

Por esa razón vaticina que en los próximos trimestres es posible que la recomposición de las infraestructuras "estimule la economía", a través de proyectos de obras públicas.

A corto plazo, señala que el Banco Central del Japón "deberá volver a actuar con la cintura suficiente para evitar un colapso de liquidez en el mercado financiero", y de darse esta situación, Banif dice que "no alteraría apenas la previsión de crecimiento promedio anual para el conjunto del año 2011".

En cuanto a las tasas de interés, el informe no cree que el terremoto "por sí mismo" vaya a provocar una cesión acusada en la curva soberana de las tasas, aunque en el "muy corto plazo", podrían mantenerse contenidos por las inyecciones de liquidez.

Tampoco ve problemas para el yen, ya que pese a la depreciación de la divisa japonesa frente al dólar que se registró el viernes tras conocerse el impacto del terremoto, ya se ha vuelto a apreciar.