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Las claves del caso
12 de julio de 2011
Solange Grabenheimer tenía 21 años y estudiaba hotelería. El 10 de enero de 2007 fue encontrada muerta por su novio, Santiago Abramovich, su mejor amiga, Lucila Frend, y el novio de esta última llegaron, poco antes de la medianoche.

La encontraron tirada en el piso de su habitación sobre un charco de sangre, apenas vestida con una musculosa blanca y una bombacha a lunares. Llevaba más de 12 horas muerta.

Según determinaron los investigadores, el asesino la asfixió mientras dormía y luego le hizo cuatro cortes fatales en el cuello. Uno de ellos, un signo, llamativamente cerca de un tatuaje de OM, símbolo de la combinación entre lo físico y lo supremo según el hinduísmo, que Solange se había hecho en un viaje a México con su prima.

Solange vivía con Lucila -que también tenía 21 años en el momento del crimen- desde octubre de 2005, cuando juntas decidieron alquilar el PH de dos pisos de la calle Güemes 2280 de la localidad bonaerense de Florida.

Eran amigas del secundario y compartían salidas, grupos de amigos e inclusive fiestas familiares. Es más, fue Lucila -según declaró luego- quien la vio por última vez esa mañana, aún durmiendo, cuando salió a las7.45 asu trabajo de secretaria en un laboratorio.

Desde un principio se descartaron el robo y la violación. No había señales de delito sexual y la víctima aún llevaba en su muñeca un reloj Cartier y, dentro de una bota estaban los 3.000 pesos de la recaudación del local de autopartes que había traído el día anterior.

Además, la puerta no estaba forzada. Por eso los investigadores determinaron que ella conocía a su asesino. "Todo indica que fue un crimen pasional", afirmaban.

Se manejaron varias posibilidades, entre ellas, la de un albañil que hacía arreglos domésticos y vivía en una obra lindera con fácil acceso al balcón de la casa.

E incluso una pelea que Solange habría tenido el día anterior al crimen con Esther, una empleada doméstica que habría acosado a su novio. Pero, paralelamente, las pruebas de los investigadores llevaban a una posibilidad menos pensada: Lucila Frend.