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19 de abril de 2024
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Un relato desgararrador en la Argentina de la inseguridad
A una mujer de 56 años le cruzaron el auto del hombre al que habían abordado cuando llevaba a su nena al colegio. Increíble raid delictivo que mete miedo
22 de julio de 2011
Es una historia más de las que padecen a diario decenas de argentinos, pero sigue desgarrando como lo hace la inseguridad en ascenso que padece la Argentina.

Le ocurrió a María Pía, una vecina de 56 años de Villa Madero, en el partido de La Matanza.

No quiere salir de su casa ni siquiera para ir a hacer natación, algo que además de hacerle bien a su salud, ama, relata la crónica citada por el diario Clarín.

Dice que aún no puede sacarse de la cabeza lo que le decían los dos delincuentes que el jueves pasado a media mañana la interceptaron cuando iba manejando su auto por Villa Madero. "Morite vieja de m... si no te callas te volamos la cabeza", asegura que le dijeron tras darle un culatazo en la cara.

Durante casi una hora la mujer estuvo en poder de dos ladrones que primero la quisieron llevar a su casa; ante su negativa fueron a un cajero para sacar plata. Finalmente se llevaron su cartera, el perro caniche que llevaba con ella y su auto Honda Fit. A ella la abandonaron en un descampado en Villa Celina. El auto apareció chocado y con rastros de otro robo en su interior, en Mataderos.

Lo más sorprendente es que los ladrones que golpearon y asaltaron a María Pía fueron los mismos que un par de horas antes habían secuestrado a un hombre y su hija de seis años en la puerta de una escuela de San Cristóbal.

"Al papá con la nena ni los vi porque en cuanto me cruzaron me quise bajar para que se llevaran el auto y me dejaran. Pero se me vinieron encima, me pegaron un culatazo y me sentaron a los gritos del lado del acompañante", le dice en exclusiva María Pía a Clarín. El golpe le dejó un enorme moretón en la cara y un derrame en un ojo.

A la mujer -que prefiere no dar más detalles personales- la interceptaron el jueves de la semana pasada cerca de las 9.30 en Primera Junta y Caaguazú, a ocho cuadras de General Paz, en Villa Madero.

"Me decían todo el tiempo que querían ir a casa. Les dije que había mucha gente y no tenia nada de valor. Pero me dijeron que iban a matar a toda mi familia. Inventé entonces que estaba enferma del corazón. Me dijeron que no les importaba, que ellos estaban jugados y si no hacía las cosas bien me volaban el sombrero, es decir, la cabeza", narró María Pía, que a una semana de esta dura experiencia aún habla con voz entrecortada.

Aterrada, la mujer empezó a darles sus cadenas y anillos de oro que tenía, un celular y el dinero en su cartera ($2000 para hacer pagos). Le pidieron su campera y la entregó. Pero no los calmó: la violencia y el maltrato siguieron.

María Pía comentó que sus nervios aumentaron cuando pasaron por tres puestos policiales que hay sobre y en las bajadas de General Paz. Pero ninguno advirtió nada.
Luego la obligaron a ir con su tarjeta de débito a un cajero del Banco Provincia de Villa Celina, donde tuvo que hacer la fila con uno de los ladrones al lado. "Me agarraba por el hombro con una mano y con la otra sostenía el arma dentro de la campera. Hasta en un momento me dijo a los gritos, ‘mamita saliste desabrigada'. Ya me había robado la campera... yo estaba paralizada y no tuve ni una mínima oportunidad de hacer una seña a alguien. Igual, como estaba, hubiera hecho un desastre. Saqué y le di más plata. Pero nada parecía bastarles, el maltrato siguió otro rato", contó.

Ya en el auto, los ladrones no querían dejarla y le pedían más. Ella les decía que les había dado todo. Entonces uno de los ladrones le dijo al otro que se iba a quedar con el perro. Eso originó una pelea, más allá de que la mujer pedía por su mascota que tenía desde hace más de diez años. "El perro me lo voy a llevar para mi hija de tres años. Le hago tener cría y te doy uno", dijo uno de los ladrones. El otro le contestó: "No, es para mi que hace rato quiero uno".

La mujer recibió otro insulto cuando les dijo que la perra no podía tener cría porque fue esterilizada. "Vieja de m... para qué la castraste", le recriminaron.

Minutos más tarde, los ladrones la abandonaron en un descampado en Villa Celina. Ahí una mujer que pasaba le prestó un celular para llamar a su familia. Su auto apareció más tarde en Mataderos. Adentro había un teléfono y un control remoto de un equipo de música Aiwa. "Evidentemente me dejaron a mi y asaltaron a otra persona, pero esta vez le deben haber entrado a la casa", reflexionó la mujer que sufrió ya tres robos violentos en los últimos años. "Es increíble que hoy tenga que agradecer que no me hayan matado y eso que les di todo. Estoy aterrada y necesito que alguien haga algo. Ya no podemos mas".