El juez federal Norberto Oyarbide a cargo de la causa por la que se investiga al ex apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo Sergio Schoklender, dijo que entiende la "ansiedad de la gente" por saber la verdad sobre el destino de los fondos públicos, y aseguró que se está trabajando "en un promedio de 12 horas diarias para poder escudriñar lo que sucedió".

"Un tema es la ansiedad y otra cosa es la velocidad con la que yo pueda proceder", explicó el magistrado.

"Entiendo que esta persona tiene una ansiedad muy importante que hay que respetar, atender y escuchar. Pero cuando hay 70 empresas montadas para realizar determinado tipo de trabajo como el que ha ocurrido en esta causa, hay que desentrañar, y tengo que convocar a todas las autoridades más importantes del país, como peritos del Banco Central, de la Policía Federal y de la Auditoría General de la Nación", señaló el magistrado, al tiempo que remarcó que los involucrados "están como en una especie de corral", con sus cuentas inhibidas y sin permiso para salir del país.

Oyarbide aclaró también cuál es la situación de la titular de la fundación en la causa. "Hebe de Bonafini no está como querellante. Yo no la admití. La señora está sospechada dentro de toda la cuestión".

Además, el juez reveló que Sergio Schoklender protagonizó escenas de violencia en su despacho durante la semana pasada, cuando el ex apoderado de la organización se acercó a los Tribunales para presentar un escrito.

"Pasó este señor, estaba muy molesto, pero él tiene que entender que está imputado y yo soy el juez, esas son las reglas", enfatizó Oyarbide, en declaraciones a Radio 10.

Oyarbide afirmó además que, por la complejidad de los hechos, el caso "se convertirá en otra mega causa" de la Justicia Federal. Y la colocó a la altura de otras "como la de medicamentos, o de la Triple A".

Por último, en relación a las exigencias de la sociedad para que se conozca la resolución del caso, afirmó: "La gente tiene que entender que no es lo mismo que un juez llegue a un lugar y encuentre a un hombre que le clava un cuchillo en la espalda a la víctima. Un caso así ya estaría resuelto, está el asesino, está el cuchillo, está el muerto, está todo. Pero esta es una maniobra absolutamente compleja, difícil de desentrañar, pero no imposible", concluyó.