Se estrenó X Men, la tercera película de la saga de los mutantes - Asteriscos.Tv
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16 de abril de 2024
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Se estrenó X Men, la tercera película de la saga de los mutantes
Puede ser una de las más taquilleras del año. La tercera entrega de la serie se titula The Last Stand (traducida como La Batalla Final)
23 de mayo de 2006
Por Sebastián Martínez Daniell (Especial para Asteriscos.Tv)

Pocas sagas hollywoodenses ofrecen la posibilidad de ser abordadas desde tantos niveles y ser leídas bajo lentes tan disímiles como ésta que nos cuenta las aventuras de los X-Men.

La tercera entrega cinematográfica de la serie, titulada The Last Stand (y traducida como La Batalla Final), sigue la senda de sus ilustres predecesoras: no sólo cualifica entre las más elaboradas maquinarias puestas al servicio del entretenimiento, sino que además se permite reflexionar sobre temas de urgente actualidad.

Un lujo del cual no todos los tanques del cine americano se pueden jactar. Se podría decir que los mutantes surgidos de esa inagotable fuente de recursos que son los comics de la compañía Marvel, comparten un selecto podio junto a los jedis pergeñados por George Lucas para La guerra de las Galaxias y, por supuesto, a los mafiosos ítalo-americanos que Francis Ford Coppola y Mario Puzo nos presentaron de una vez y para siempre en las tres partes de El Padrino.

Para no defraudar a nadie, X-Men La Batalla Final, dirigida por Brett Ratner (Rush Hour I y II, Dragón Rojo), es lo que todos esperan que sea.

Una película de acción (mucha acción), una película de efectos visuales deslumbrantes, una película de trama atrapante y una película con un pulso narrativo sostenido e incesante. Tiene todos los elementos que tiene que tener para ser considerado un blockbuster, uno de esos estrenos que llegan a las salas con la garantía de que la mayoría de las butacas estarán llenas.

Quizás sobre alguna sub-trama, quizás algún cambio de ambientación sea demasiado brusco, pero son defectos menores.

El hecho es que ningún fanático del comic o de la saga fílmica se verá defraudado: están todos los personajes que vienen sosteniendo la leyenda de los mutantes: Wolverine (el ubicuo Hugh Jackman), Storm (Halle Berry, esta vez con mayor protagonismo), el profesor Charles Xavier (el bienintencionado Patrick Stewart), Magneto (el cada vez más impagable Ian McKellen), Mystique (la hermosa Rebecca Romijn) y los demás, con algunos recién llegados que harán las delicias de los verdaderamente entendidos en la historia de los X-Men.

Sin embargo, la propuesta de X-Men va mucho más allá de la película de acción, del star-system de Hollywood y de la costosa campaña promocional que la precede. Es también una historia de amores (trágicos), de lealtades (férreas, rotas, recompuestas), de dilemas (morales) y, por sobre todas las cosas, es una fábula política, una distopía.

¿Cuál es el escenario donde se monta toda la historia de los X-Men? Una nueva “especie” surgida de la evolución genética deja a la Humanidad conflictuada: son los mutantes. Y cuando en el universo de los X-Men se dice mutantes, se quiere decir seres humanos que ya han dejado de serlo al adquirir capacidades que los tornan diferentes y, en cierto modo, superdotados.

La irrupción de estos mutantes deja a la sociedad escindida, atrapada frente a una interrogación: ¿qué hacer con los distintos, con los otros? El problema es cuando los personajes de esta saga, humanos y mutantes, se proponen responder esa pregunta.

Revisemos lo sucedido hasta aquí. En la primera entrega de la saga, X-Men (2000), un grupo de seres humanos radicalizados pretendían segregar a los mutantes, castigarlos por sostener su diferencia. Pero también hay mutantes radicalizados, quienes, a su vez, intentaban convertir a los líderes del mundo en pares (pares mutantes, se entiende) para así emparejar las cosas y neutralizar la discriminación de la que eran víctimas.

Sobre el final, los mutantes moderados, nada menos que los X-Men, desbarataban los planes de todos ellos y retrotraían las cosas a una inestable convivencia. En X2, la segunda película de la serie, las cosas se ponían aún más drásticas. Esta vez los humanos radicalizados dejaban de lado toda sutileza y urdían directamente un plan de aniquilación absoluta de todo mutante sobre la Tierra.

Los mutantes, moderados y radicalizados, codo a codo, lograban frenar ese exterminio. Pero el asunto no terminaba ahí, una vez desactivado el plan para terminar con la existencia de lo diferente, los mutantes menos tolerantes trataban de invertir la ecuación para lograr un mega-genocidio que acabara con la vida de todos los no-mutantes. Es decir, la imposición de la voluntad de la minoría mediante la violencia.

Cuando parecía que era difícil encontrar una nueva vuelta al tema, La Batalla Final lo consigue. Y lo hace de la mejor manera. Esta vez el conflicto no se desencadena por acciones de los grupos radicalizados.

En este tercer episodio de X-Men el problema surge cuando los seres humanos moderados anuncian, con algún grado de paternalismo, el descubrimiento de una “cura” para que los mutantes dejen de serlo.

Las posturas frente a esta “cura”, las reacciones de los sectores más o menos tolerantes ante esta “vacuna genética”, las disquisiciones sobre la condición de mutante y sobre lo que significa ser diferente es lo que le da a esta película su real valía. No es la primera vez que Hollywood aborda el tema de lo distinto.

Pero es una de las pocas veces que lo hace con tanta sutileza y, al mismo tiempo, de un modo tan entretenido. Hacerlo en momentos en que Occidente discute segundo a segundo que hacer frente a la inmigración (hispanos en Estados Unidos, musulmanes en Europa) no es un dato menor.