Tras medio siglo de inactividad, el volcán chileno Puyehue hizo erupción provocando uno de los efectos más intensos de cenizas sobre la Patagonia que se recuerda, que también afectó a gran parte del resto de la Argentina.

Más de 7.000 personas fueron evacuadas en las primeras semanas del desastre en Bariloche y Villa La Angostura, dos polos turísticos que fueron severamente afectados desde lo económico por el fenómeno que comenzó a pocos días del inicio de la temporada de turismo invernal.

La nueva erupción llegó el 4 de junio luego de un promedio de 230 sismos por hora, de los cuales 12 presentaron magnitudes mayores a 4 grados en la escala de Richter y 50, mayores a 3,0.

La oficina Nacional de Emergencia chilena declaró la alerta roja nivel seis, que correspondió a una “erupción moderada”.

Esta vez el volcán no tuvo una actividad limitada y aumentó el 21 de junio cuando comenzó a despedir lava en bajas cantidades.

La salida de "lava viscosa" se dirigió hacia el oeste y fluyó lentamente por un canal de 50 metros de ancho por 100 metros de largo.

A partir de que muchas ciudades de la cordillera de la Patagonia argentina quedaron durante semanas bajo la lluvia de cenizas los operadores turísticos de la zona estimaron en más de 600 millones de pesos las pérdidas por la ausencia de turistas.

Así, la terminal aérea de Bariloche quedó cerrada entre el 7 de junio y el 31 de agosto, cuando recién se pudo reabrir, lo que provocó que la elite del esquí, que suele desplazarse a esa ciudad, eligiera otros destinos y también se cayera la gran operación comercial de todos los años con el turismo brasileño, verdadero motor de la cadena invernal de negocios.

Las cenizas afectaron a casi un millón de ovejas, que murieron o quedaron ciegas.