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Vida y muerte en la locura de la Guerra
Un ex combatiente hace 'militancia de la vida' narrando sus duras experiencias en una de las batallas más sangrientas de la Guerra de Malvinas
2 de abril de 2012
El ex combatiente Horacio Benítez encabezó uno de los batallones de combate que intentó repeler a "sangre y locura" el desembarco de más de 3.000 paracaidistas ingleses en Ganso Verde, una de las batallas más duras, junto a la de Monte Longdon, de la Guerra de Malvinas.

Benítez integraba una compañía de 120 hombres del batallón del regimiento de La Tablada que llegó hasta la ladera del Monte luego de caminar casi tres kilómetros en formación de combate por una pradera desértica, en medio de la noche.

"Ya en ese momento el descontrol era total, por la desorganización y la falta de orden de mando. Cuando nos ordenan avanzar, un Mayor se subió a una de las piedras, sacó una espada, que nunca supimos cómo la consiguió, y gritó: ¡Al combate, a vencer o morir!. Todos empezamos a caminar y después nos dimos cuenta de que el hijo de puta se quedó en su lugar", narró en diálogo con Asteriscos.Tv.

Al llegar a la ladera del Monte de Ganso Verde, junto al regimiento 7 de La Plata, sufrieron en carne propia la desorganización, ya que recibían bombardeo por parte de los ingleses, pero también de los argentinos que estaban detrás y calculaban mal los disparos.

Allí el buen criterio de otros oficiales los hizo improvisar y armaron varios grupos que lograron avanzar y tener combates cuerpo a cuerpo con los paracaidistas que llegaban al lugar.

"Ellos tenían toda la tecnología, no sólo los visores infrarrojos, sino unas bengalas con paracaídas que iluminaban la noche como si fuera de día y duraban en el aire una eternidad", narró el ex soldado.

Narró que "además no podíamos operar la radio porque los ingleses nos detectaban y nos enviaban unas bolas de fuego chiquitas que eran misiles antipersonales y te seguían por el calor corporal".

El ex combatiente reside ahora en San Isidro, al norte del Gran Buenos Aires, y si bien narró su mirada de la guerra con una crudeza pocas veces escuchada, cada 2 de abril asiste, con un discurso más patriótico y contemplativo, a contar sus experiencias en Malvinas a chicos del colegio Santa María de Luján, donde también asisten sus hijos.

Benítez vio la muerte cerca cuando uno de esos misiles pasó a centímetros de su cuerpo e impactó en el rostro de un compañero que segundos antes hablaba con él y lo decapitó.

"Cuando lo vi caer a mi lado, me morí de miedo y lo único que atiné a hacer es correr, pero lo hice hacía adelante y subí la montaña totalmente desorientado, estaba muerto de miedo y no sabía ya como escapar", graficó Benítez.

El ex combatiente, quien reconoce que muchas cosas que vio intenta olvidarlas y no puede, señaló que observó a un grupo de 65 soldados argentinos degollados, y esa visión le permitió sentir que su única defensa a la muerte era disparar su arma hasta que no quedara ni una bala.

"Nos faltaban municiones, ellos tenían interminables, teníamos que avanzar sacándoles a los compañeros caídos y a los ingleses que también estaban muertos, éramos ‘chorros’ de balas para poder seguir viviendo", graficó.

La batalla de Monte Longdon se llevo a cabo entre el 11 y 12 de junio de 1982, y fue la última gran resistencia de las fuerzas argentinas antes de la caída de Puerto Argentino el 14 de junio.

El combate fue sangriento, con el doble de fuerzas británicas que las argentinas, y dejó 31 muertos y 271 heridos en las fuerzas nacionales, y 23 fallecidos y 48 heridos en las filas inglesas.