La orquesta tocaba melodías acogedoras para que los señores de frac y las mujeres de vestido largo danzaran disfrutando de una noche inolvidable en la primera clase del buque mas grande la historia, el Titanic.

Pero, de un momento a otro se congeló el tiempo, cuando minutos después, a las 23:40, del 14 de abril de 1912, la nave que no podía hundirse, chocó en medio del Atlántico con un Iceberg y se desató la locura.

La misma calma existía en las demás clases, segunda y tercera, con pasajeros mas humildes y que integraban el viaje inaugural del Titanic, de Londres a Nueva York, con menos glamour que los millonarios de primera clase, y con la ilusión de una nueva vida en América.

En un mar sin oleaje --eso sucede cuando hay hielos cerca-- desde el observatorio, el vigía Frederick Fleet tocó la campana de alerta y gritó: "Iceberg a 500 metros".

Alejados de las exquisiteces que se servían en el salón principal y del lujo desmedido en este buque, el primer oficial Richard Murdoch puso los motores en reversa, pegó el timonazo a babor y ordenó el cierre de compartimientos.

El roce y golpe directo con el barco fue inevitable y 40 segundos después el hielo dejó que el agua helada entrara en los camarotes de tercera, en los de los tripulantes y en la bodega de equipajes de los pasajeros de primera.

El barco mas grande del mundo quedó en una estocada herido de muerte y de allí en más se desató, primero la incredulidad, luego la locura y por fin el drama del naufragio mas recordado de la historia.

El capitán Edward John Smith luego de subir al puente y revisar los daños tuvo una rápida reacción que nadie podía creer: el
hundimiento era inexorable, lanzó la señal de emergencia y ordenó la evacuación.


Allí se evidenció uno de los problemas más graves que tuvo la nave, la falta de botes para la gran cantidad de pasajeros, producto de la certeza que el Titanic no se podía hundir, y que produjo la decisión de bajar dos docenas antes de partir para tener mas espacio en las cubiertas.

Apenas una hora del choque, a la 0.45, todo era un escándalo en primera, segunda y tercera clase. Los botes bajaban con un tercio de su capacidad, las bengalas iluminaban el cielo y, pasada la 1, todo ya era pánico.

En menos de dos horas el Titanic era historia y se hundía a un ritmo vaporoso llevando consigo muchas víctimas: hombres millonarios, tesoros y una leyenda que se mantuvo a más 4000 metros de profundidad frente a la isla de Terranova.

Como la historia lo marca, el capitán, Edward John Smith, también viajó en esa agonía al fondo del mar, respetando un de los códigos de vida de los marineros: morir con el barco.

A las 3.30 de la mañana, los sobrevivientes desde los botes descubrieron las señales de respuesta del Carpathia, el buque que llevó a los 711 sobrevivientes a Nueva York.

Tan solo mas de setecientas personas se salvaron de los 2228 que abordaron en su viaje inaugural por lo cual la cantidad de víctimas ascendió a 1517 personas.

Las clases mas afectadas por las muertes fueron segunda y tercera, mientras que casi tres cuartos de los pasajeros de primera sobrevivieron.

De allí en más nació el mito, la leyenda llevada a la literatura y al cine y a la búsqueda del barco que llevó más de 75 años hasta que fue descubierto, y con ello, sus secretos y tesoros.

A un siglo de la tragedia hay un barco que hace su recorrido en su homenaje, y cerca de la medianoche de este 14 de abril, la orquesta volverá a tocar la última canción, esa que bailaron en el Titanic antes drama.¡, y que luego, los mismo músicos como parte del mito del buque siguieron tocando en cubierta, mientras el mar se los tragaba.