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25 de abril de 2024
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El estudiante asesino envió un video en medio de la masacre
Tras matar a dos personas y antes de eliminar a las otras 30, se tomó el tiempo de mandar el paquete por correo a la red NBC. "Muero como Jesucristo", dijo mostrando sus armas
19 de abril de 2007
Cho Seung-Hui, el estudiante de Corea del Sur de 23 años que asesinó a 32 personas, dejó un mensaje para la posteridad en video que eriza la piel.

Con el ceño fruncido, bramó: "Tuvieron cien billones de oportunidades y maneras de haber evitado el hoy. Pero decidieron derramar mi sangre".

"Me empujaron a un rincón y me dejaron sólo una opción. La decisión fue de ustedes. Ahora tienen sangre en sus manos que nunca se podrán limpiar", advierte Cho en otro de los pasajes incoherentes de los 28 archivos de video que recibió la cadena NBC junto a 29 fotografías, un archivo de audio y un desquiciado y sangriento manifiesto de 1.800 palabras en el que mezcla invocaciones cristianas con insultos al
"hedonismo" y a "los chicos ricos".

El material fue trabajado con cuidado, aparece con distintas ropas y surge claro que lo filmó previamente.

Un dato más termina de helar la sangre: el matasello del paquete que llegó el martes al cuartel central de NBC en el Rockefeller Center de Nueva York indica que fue enviado desde una oficina postal de Virginia el lunes a las 9.01 de la mañana.

Es decir, luego de que Cho ultimara a sus dos primeras víctimas en uno de los dormitorios de la Universidad, y minutos antes de que entrara al edificio Norris Hall para matar a otras 30 personas y suicidarse.

Su mensaje final para la posteridad, conocido al caer la tarde, fue el broche macabro de un in crescendo que fue jalonando todo el día de ayer a medida que se difundían los detalles de la turbada salud psiquiátrica de Cho que en los últimos años había dejado huellas y señales como un reguero de pólvora. ¿Cómo nadie lo detuvo antes de que la bomba explotara el lunes?, era el interrogante que flotaba ayer en el semidesierto campus de la Tech.

Todos los sistemas fallaron. Nadie vio las luces amarillas. Y Cho pudo planificar meticulosamente la matanza previa a su suicidio. "Muero como Jesucristo, para inspirar a generaciones de personas débiles e indefensas", firmó en su críptico epitafio audiovisual.

En el paquete de fotos aparece en unas como un joven sonriente y tranquilo. Pero luego transformado en un mínimo Rambo, con chaleco de cazador y exhibiendo las pistolas que uso en la peor matanza de este tipo en la historia de EE.UU.

En algunas de las imágenes se muestra con un cuchillo, un martillo, apuntando a la cámara y finalmente colocándose el arma sobre la sien donde al cabo de la matanza disparó su último tiro.

En los mensajes se victimiza, no hace nombres, pero escupe una culpa general y por momentos su voz se vuelve un murmullo tal que es muy difícil entender lo que intenta decir.