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19 de abril de 2024
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Estreno de la semana: Mr. Bean vuelve al cine y se despide
"Las vacaciones de Mr. Bean" funciona como hilarante despedida para el personaje que Rowan Atkinson inmortalizó en la televisión y que, esta vez, se pasea por Francia
10 de mayo de 2007
Por Sebastián Martínez

Ya se sabe cuáles son las ventajas de llevar al cine una serie televisiva exitosa. El público que sigue un determinado programa, quedará automáticamente prendado cuando los carteles anuncien la versión fílmica. Pero también se sabe cuál es el riesgo. Por lo general, no se trata de defraudar a la audiencia, sino de ofrecer más de lo mismo. Aquello que en la pantalla chica estaba pensado para media hora o una hora de programación, debe vérselas en las salas cinematográficas con un desafío más extenso.

De este modo, en los casos menos felices, las películas surgidas de los sucesos de la televisión, no pasan de ser un capítulo estirado con mayor o menor gracia de aquello que era plenamente disfrutable en su formato original. Algo de eso le sucede a “Las vacaciones de Mr. Bean”, la película que podría marcar la despedida definitiva del personaje creado por Rowan Atkinson en la década del 70 y que pasó del teatro a la TV y de la TV al cine.

El filme, de 90 minutos, no pasa de ser un extenso capítulo de la mítica serie que de tanto en tanto reponen en algunos canales de aire, para deleite de sus seguidores. Un capítulo donde nada nuevo se revela, un capítulo que, de hecho, ni siquiera es de los mejores.

Pero claro, Mr. Bean es Mr. Bean. Y por más que la película repita una y otra vez sus usados mohínes, en algún punto, la risa del espectador aparece. Porque la criatura de Atkinson, entre torpe, mezquina y querible, tiene la llave de la hilaridad, conoce la ruta para despertar aquella gracia casi primaria que supieron explotar otros grandes británicos que conquistaron Hollywood, empezando por Charles Chaplin y siguiendo por Stan Laurel y Oliver Hardy, conocidos universalmente como “El Gordo y El Flaco”.

Hasta ese punto llega por momentos el talento de Atkinson. Cualquiera que haya visto su show televisivo puede atestiguarlo. Y si bien “Las vacaciones de Mr. Bean” no son su más grande demostración de comicidad, sí entrega algunas perlitas que inevitablemente derivaran, si no en carcajada, al menos en una risa relajada.

El filme comienza cuando Mr. Bean, en su Inglaterra natal, gana un sorteo en una parroquia. El premio consiste en unas vacaciones pagas en las playas francesas de Cannes, unos 200 euros para los gastos y una pequeña cámara de video para inmortalizar el viaje.

Bean partirá hacia Francia y, como es de esperar, el viaje comenzará a complicarse. Los inconvenientes son más o menos salvables hasta que, casi accidentalmente, el torpe inglés deja fuera de un tren a un director de cine ruso, cuyo hijo viaja en su mismo vagón. La casualidad y un inesperado e inestable sentido de la responsabilidad llevarán a Bean a tomar a su cargo la tarea de volver a unir al padre y al hijo.

A partir de entonces, la apuesta del director Steve Bendelack es ir hilando las secuencias de una road movie desopilante, que va desde París hasta la soleada Cannes, donde a Mr. Bean lo esperan la playa y, por supuesto, el festival de cine.

Durante la hora y media que dura ese viaje a través de la campiña francesa, Atkinson nos mostrará lo que sabe hacer: con pocos recursos y no siempre con las mejores ideas, lograr que nos ríamos un rato.