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19 de marzo de 2024
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El príncipe Harry y la actriz Meghan Markle, casados y felices
El arzobispo de Canterbury, líder espiritual de la Iglesia anglicana, tomó los votos matrimoniales a los novios, que mantuvieron las manos enlazadas gran parte de la ceremonia. Una multitud los saludó
19 de mayo de 2018
Con las manos entrelazadas durante casi toda la ceremonia, el príncipe Enrique de Inglaterra y la estadounidense ex actriz Meghan Markle se casaron en Windsor, en una iglesia de San Jorge llena de celebridades y con miles y miles de personas esperándolos en las calles.

El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia anglicana, tomó los votos matrimoniales a los novios.

Esta tuvo toques del mestizaje que encarna la pareja, como el sentido sermón del obispo estadounidense Michael Curry, o la versión de la canción "Stand By Me" que hizo un coro de gospel.

Tras la polémica suscitada por la ausencia de su padre Thomas Markle, Meghan Marle recorrió prácticamente sola todo el camino hasta el altar y se tomó del brazo de su suegro, el príncipe Carlos, casi al final.

Lucía un vestido de novia blanco diseñado por la británica Clare Waight Keller para Givenchy, con velo, escote de barco y el pelo recogido con una tiara, mientras que Enrique de Inglaterra vestía uniforme de gala militar y llegó a pie a la iglesia acompañado de su hermano Guillermo, su padrino de boda.

El beso entre Harry y Megan

Markle fue hasta la iglesia en un Rolls-Royce Phantom IV, acompañada de su madre Doria Ragland.

El cantante Elton John, la presentadora de televisión Oprah Winfrey, los actores George Clooney e Idriss Elba, el exfutbolista David Beckham, o las exnovias de Enrique Chelsy Davy y Cressida Bonas, estaban en este templo, tumba de reyes y escenario este sábado de su decimosexta boda real desde 1863.

Entre los hombres predominaba el chaqué oscuro, combinado con chaleco brillante y corbata; ellas llevaban vestidos de todos los colores y espectaculares sombreros.

La reina Isabel II de Inglaterra nombró a Enrique duque de Sussex, conde de Dumbarton y barón de Kilkeel, respectivamente, un titulo nobiliario inglés, escocés y norirlandés, como manda la tradición.

Meghan, de 36 años, lucía un sencillo y elegante vestido blanco de seda diseñado por la británica Clare Waight Keller para la casa de alta costura Givenchy, con escote de barco, manga tres cuartos y un velo de cinco metros bordado y sujeto con una tiara de diamantes prestada por la reina Isabel II, abuela del novio. Cuando Enrique, de 33, dijo "I will", el rugido de emoción de la multitud congregada en el exterior del castillo llegó hasta la iglesia, provocando risas entre los asistentes.

La reina permaneció impasible y los novios estuvieron sonrientes y tranquilos, al menos en apariencia.

Al acabar la ceremonia, los recién casados se besaron en las escaleras de la iglesia, en el momento más celebrado de un día que unió al país en plena crisis existencial por el Brexit.

La ceremonia tuvo toques del mestizaje que encarna la pareja, como el encendido sermón sobre el amor del obispo estadounidense Michael Curry, que concluyó citando al líder negro de los derechos civiles Martin Luther King, o la versión de la canción "Stand By Me", de otro King, Ben E., a cargo de un coro de góspel.

"¡Tenemos que descubrir el amor, el poder redentor del amor! (...) ¡Hermano, hermana, os quiero!", aseguró el pastor, entre las risitas incrédulas de algunos miembros de la familia real, como la princesa Beatriz, prima del novio.

La ceremonia concluyó con el "God Save the Queen" (Dios salve a la reina), el himno británico que la novia estadounidense cantó, como hicieron las miles y miles de personas congregadas en las calles. Luego, la pareja recorrió las calles de Windsor en una carroza Ascot tirada por cuatro caballos grises, como manda la tradición en la familia real.

Markle hizo un visible gesto de alivio cuando el carruaje llegaba a su destino, el castillo de Windsor, donde lejos de los ojos de los medios y de la gente se celebró un almuerzo ofrecido por la reina Isabel II.

La novedad del almuerzo fue que los platos principales se sirvieron en grandes boles, una moda venida de Asia y adoptada por jóvenes aficionados a la gastronomía como Meghan Markle.

En el menú, productos británicos tan tradicionales como los langostinos y el salmón ahumado escoceses, los espárragos de Cotswolds o el jamón curado de Cumbria.

El cantante Elton John tocó para los invitados.

Por la noche, el padre del novio, el príncipe Carlos de Gales, ofrecerá una fiesta a la que asistirán unas 200 personas.

Tras la polémica suscitada por la ausencia de su padre Thomas Markle, Meghan recorrió prácticamente sola todo el camino hasta el altar y sólo tomó el brazo de su suegro, el príncipe Carlos, casi al final.

"Mi niña está hermosa", dijo el padre de la novia a la web estadounidense TMZ.

Thomas Markle, que vive en México, no viajó por problemas de salud pero también al sentirse avergonzado por haberse prestado a posar para unos paparazzi.

Enrique de Inglaterra vistió el uniforme de gala militar de su regimiento de caballería, el Blues and Royals, y llegó a pie a la iglesia acompañado de su hermano Guillermo, su padrino de boda.