Apareció en las más difíciles. Comenzó con el pie izquierdo. Remó y se puso casi perfecto físcamente hablando, su fútbol siempre estuvo, pero en estos seis meses le agregó mucha velocidad y capacidad ofensiva. Boca hizo la gran inversión en él y no defraudó.

Al que lo criticó le cerró la boca y al que lo bancó le endulzó el corazón. Si hubo una figura del Boca campeón fue sin dudas Juan Román Riquelme.

De estar colgado en el Villarreal a festejar uno de los títulos más importantes en su carrera.

Llegó para ser campeón, y en muchos casos es difícil conseguirlo. Pero Román lo hizo y encima en un nivel superlativo. Goleador del equipo en la Copa y fundamental en los cruces, supo liderar el plantel hacia el campeonato, como el gran líder que es.

Hay que recordar que tan sólo seis meses atrás el enganche estaba en mal nivel físico y futbolístico. En el comienzo de esta nueva etapa parecía que su paso por Boca sería sin pena ni gloria. Con poco fútbol y lejos de su mejor versión, comenzaron a salir las voces que criticaban la millonaria inversión del club.

Riquelme pagó con creces ese dinero. Goles, gambetas, asistencias milimétricas, tiros libres casi perfectos y una vocación ofensiva pocas veces vistas en Riquelme callaron las críticas.

Ahora se irá. Volverá a España para pelear por un puesto en el Villarreal, o se mudará a otro país del Viejo Continente. Para Boca es imposible retenerlo, más allá de los deseos. En definitiva, un ídolo que volvió para vestirse de tal. Ahora a la selección. Seis meses perfectos. La inversión perfecta.