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Reclamo por tarifas
La mayor corporación empresarial le pidió a Cristina Fernández “un marco más estable” para las inversiones. Malestar de la primera dama y respuesta a un banquero
26 de julio de 2007
No todas fueron rosas para Cristina Fernández en España.

En la reunión más tensa de su visita proselitista a España, la candidata oficialista escuchó el reclamo de la poderosa Confederación Española de Organizaciones Empresarias (CEOE), que pidió “un marco más estable” que le permita “seguir desarrollando inversiones” en la Argentina.

El pedido fue expresado por el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán (Marsans) y quedó reflejado en el comunicado oficial que resume el almuerzo que la candidata presidencial compartió con 15 empresarios españoles de primer nivel, durante el último día de su visita.

Pero también se repitió en varias oportunidades durante el encuentro y, de manera muy particular, cuando se habló del “atraso” de las tarifas de los servicios públicos privatizados (muchos de ellos en manos españolas).

Quedó claro que ésa será una de las cuestiones más ríspidas que aguardarán a Cristina Kirchner en caso de ganar las elecciones de octubre, al igual que lo fue para el gobierno de su marido.

La candidata no respondió al reclamo con una cerrada negativa. Prometió estudiarlo, aunque supeditó una solución a las condiciones sociales de la Argentina y se escudó en que la última palabra hoy no la tiene ella: “Los aumentos de tarifas deben ser autorizados por el Gobierno”, afirmó.

Les prometió a los inversores “diálogo directo”, pero a cambio les pidió un compromiso de “hermetismo”.

La primera dama no hizo declaraciones sobre el tema a la prensa argentina (aunque sí dio luego varias entrevistas a medios españoles).

En la reunión se repitió el esquema sostenido en el Foro de la Nueva Economía: discursos de bienvenida de los empresarios y de la primera dama, antes de un almuerzo coronado por preguntas y respuestas.

Sin embargo, en este caso, las puertas del coqueto salón del octavo piso del edificio ubicado en Diego de León 50, en el barrio de Salamanca, quedaron cerrados para la prensa. La mayoría de los asistentes había estado el día anterior; pero esta vez se iba a "hablar de plata".


Así, las fuentes consultadas fueron coincidentes en señalar que el momento más turbulento fue cuando González (BBVA) le preguntó a la senadora si lo que había explicado sobre el modelo productivo era una idea suya o era lo que pensaba su marido.

"Mire, yo tengo pensamiento propio. La que está hablando con ustedes soy yo, y no mi marido", respondió la primera dama.

El mismo empresario había protagonizado minutos antes otro cortocircuito verbal con la visitante cuando, luego de casi dos horas de respuestas, volvió a preguntar cuál era su modelo económico.

Si bien el clima fue agradable y los empresarios destacaron la predisposición al diálogo de la primera dama argentina -se bromeó mucho sobre la diferencia de climas con aquella reunión con Kirchner-, las dudas de González reflejan que a los inversores españoles aún no les termina de cerrar la idea del eje de campaña oficialista sobre "el cambio dentro de la continuidad".

Para insistir en esa idea, la senadora ratificó el rumbo económico del Gobierno e hizo una especial mención a la confirmación de la política cambiaria, justo en otro día complicado en los mercados, en los que el dólar tocaba un récord en Buenos Aires.

Además de exponer sus ideas de gestión, Cristina Kirchner dedicó una parte de su diálogo con los empresarios españoles a hablar de cuestiones relacionadas con la política argentina. Lo hizo al vincular "a la campaña electoral" los incidentes registrados la semana pasada en Puerto Deseado, encabezados por obreros de la actividad pesquera en reclamo de una baja en el impuesto a las ganancias.

"Ocurrió justo cuando el Presidente estaba en Santa Cruz, el día después del acto [de lanzamiento de su candidatura] en La Plata y un día antes de mi viaje a España", contaron voceros argentinos que había afirmado la senadora a los empresarios.

Fue en réplica a los comentarios del titular de una de las firmas afectadas por los incidentes, Amador Suárez (de Arbumasa), que explicó lo que había ocurrido en la planta de la Patagonia argentina y el nivel de las pérdidas que eso les había ocasionado.