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24 de abril de 2024
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Nuevas princesas, dolor de cabeza para las casas reales
Los rumores sobre el deterioro de la relación entre la princesa Letizia y su suegro, el rey de España, pusieron en evidencia más problemas en las monarquías
12 de agosto de 2007
Salvo Máxima, que mantiene el equilibrio entre simpatía y etiqueta, las nuevas princesas padecen el mal de Lady Di. La noruega Mette-Marit, con pasado oscuro; la jovencita Kate Middleton, con presente provocador; Masako, sin heredero varón para el trono.

Los recientes rumores sobre el deterioro de la relación entre la princesa Letizia y su suegro, el rey de España, pusieron en evidencia una ola que afecta a casi todas las monarquías del planeta.

Las herederas de las coronas, en su mayoría plebeyas, no logran adaptarse a los deseos de sus parientes de sangre azul, que temen que las recién llegadas rompan la aparente armonía de instituciones esencialmente conservadoras.

Las princesas herederas de las principales Casas Reales de Europa, y hasta del Lejano Oriente, no están atravesando un buen momento, y parecen sufrir cada vez más del llamado “síndrome de Lady Di”.

Desde Camilla Parker Bowles en Inglaterra, hasta la princesa Letizia de España, pasando por Aiko en Japón y Mette-Marit en Noruega, muchas de las princesas herederas o consortes deben enfrentar una fuerte oposición dentro de las familias reales ya sea para acceder a la Corona o para contar con el tan necesitado apoyo real.

Una reciente encuesta concluyó que por primera vez en la historia, la mayoría de los británicos, un 71 por ciento, quiere que la Corona pase directamente de Isabel II a su nieto, el príncipe Guillermo, en lugar de caer en manos de Carlos.

Incluso si el príncipe de Gales termina siendo rey, la mayoría de los británicos se opone a que Camilla sea reina.

La oposición a la duquesa es tan grande, que miles de británicos enfurecidos amenazaron con arrojarle huevos y tomates si se atreve a asistir este mes a la misa religiosa por los 10 años desde la muerte de Diana.

Otra mujer que tal vez algún día ingrese a la Casa Real británica, la reconciliada novia de Guillermo, Kate Middleton, de 25 años, también parece estar atravesando un mal momento, con la constante intromisión de los medios de prensa, y la cada vez más abierta oposición de Isabel II y el príncipe Felipe por la llegada de una mujer liberal, “demasiado parecida a Diana” dentro de la familia.

Quien también estaría pasando por serios problemas es la princesa Letizia Ortiz Rocasolano, enfrentada con el rey Juan Carlos de España.

De acuerdo los reportes de la prensa ibérica, la llegada a la familia real de la princesa, el 22 de mayo de 2004, cuando se casó con Felipe de Borbón, habría sido todo un acontecimiento en la historia de la Corona española, por las características particulares que ella presenta, al no ser de sangre azul.

Letizia, que cuando se casó tenía 33 años, contaba con una exposición pública inusual para el cargo aristocrático: era la cara visible del noticiero de la televisora española TVE.

Esto parece no haberle gustado demasiado a los reyes Juan Carlos y Sofía. Además, estaba divorciada y era hija de padres divorciados y de clase obrera. Su padre fue director de la cadena de radio Antena 3, en Oviedo, y su madre, una enfermera de profesión y combativa sindicalista.

Los medios de prensa españoles han informado que la princesa Letizia y el rey Juan Carlos estarían pasando por su peor momento y ya no se dirigen la palabra.

Otro tanto ocurre con la monarquía de Noruega, donde la princesa Mette-Marit, esposa del heredero de la corona noruega, Haakon, parece estar en discordia con la familia real, por su pasado sin sangre azul, por haber tenido un hijo ilegítimo con un traficante de drogas y estar interesada en el esoterismo. Los reyes Harald y Sonia de Noruega ven a la princesa como una mujer demasiado independiente y moderna, para liderar algún día a esa Casa Real.

Mientras, en Japón, otra mujer que estuvo en problemas fue la princesa Aiko, tras perder sus derechos al trono japonés por culpa de su primito varón.

Esto ocurrió porque el año pasado, la princesa Kiko, esposa del príncipe nipón Akishino y cuñada del príncipe heredero Naruhito, dio a luz a un niño, que se convirtió en tercero en la línea de sucesión al Trono.

Y es que la ley de sucesión imperial señala que los sucesores de la monarquía más antigua del planeta deben ser varones descendientes por línea directa del emperador.

El príncipe Naruhito, de 46 años, y su esposa, la princesa Masako, de 42, sólo tienen una hija, Aiko, de 4 años, por lo que antes de que se conociera el embarazo de su cuñada Kiko se había planteado la reforma de la ley de sucesión para posibilitar la ascensión al trono de esta niña. En noviembre de 2005, un comité gubernamental recomendó cambiar la ley para garantizar que el primogénito de los príncipes herederos pudiera convertirse en monarca, fuera cual fuera su sexo, pero el nacimiento del hijo de Kiko cambió todo.

Para Marilyn Braun, una de las principales expertas del mundo en temas de realeza, hay un aspecto “machista” en las casas reales.

“Las mujeres que se han casado en algunas de las principales casas reales, casi todas ellas, son mujeres comunes. Diana era aristocrática y lo mismo ocurre con Matilde de Bélgica. Y debido a que son plebeyas, han tenido que subir una cuesta muy pronunciada, que se ha empeorado por tener esposos poco comprensivos, como fue el caso de Diana”, explica la escritora británica.

Con respecto a las casas reales de Europa, Braun afirma que la princesa Mette-Marit de Noruega “tuvo un período difícil de adaptación, ya que su pasado incluía un hijo ilegítimo de un narcotraficante”.