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26 de abril de 2024
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Horror en Corrientes: un chico de 12 años mató a compañero
Fue por venganza. Lo acuchilló en su propia casa. Confesó que había planeado el crimen tres meses antes y que cavó un pozo para esconder el cadáver
2 de octubre de 2007
El chico de 12 años que degolló a su compañero de grado porque estaba cansado de sufrir bromas pesadas de su parte admitió ante la policía que había planeado el crimen tres meses antes, a tal punto que cavó una fosa en el patio de la casa de su abuela paterna con intenciones de ocultar el cadáver en él.

El jefe de la Unidad Regional VI de policía, comisario inspector Eduardo Acosta, reveló que los testimonios del menor corroboran una historia que al principio resultaba muy difícil de creer. "Sobre todo por la sangre fría con que este chico actuó en todo momento", dijo. Por su edad, el chico es inimputable.

El plan del niño acusado del homicidio consistía en asesinar a Agustín Espeche, de 13 años, con un puñal del que había echado mano en su propia casa, para enterrarlo, después de usarlo, en la parte trasera de la vivienda.

Pero a último momento hubo cambio de planes, pues la víctima, tras sufrir la puñalada mortal, pudo caminar unos siete metros hasta llegar al portón que da a la calle.

Allí, el chico se desplomó y murió desangrado como consecuencia de las graves heridas infligidas por su compañero, que corrió en busca de ayuda con un argumento que en ese momento fue tomado como auténtico: el del robo y la presencia de un tercero, el presunto asesino.

"Nos dijo que un ladrón había saltado el muro y que atacó al otro pibe, pero con el transcurrir de la investigación advertimos que había demasiados cabos sueltos en el relato y lo confrontamos con las probanzas, hasta que se quebró", explicó Acosta.

El caso mantiene en estado de conmoción a la comunidad de Ituzaingó, la última ciudad correntina antes de entrar en territorio misionero, allí donde ha sido erigida la gran represa de Yacyretá.

A su alrededor reinó alguna vez la bonanza económica, pero las inversiones finalizaron a principios de los años 90 y la pobreza ganó terreno. La desocupación afectó a numerosas familias, entre las que se encontraban los Espeche, de condición muy humilde y necesitados, por ejemplo, de enviar a sus hijos a estudiar a las casas de sus compañeros para que ellos les prestaran los libros escolares.

"¿Qué podía ser mejor que el que fuera a estudiar con el mejor alumno del grado?", se preguntó, aún consternada, Mirta Avila, madre de la víctima. Arrasada por el dolor, la mujer accedió anoche a convocar a una marcha del silencio para pasado mañana, cuando se cumpla una semana de la muerte de su hijo.

La movilización es impulsada por los tutores de la escuela Juan Bautista Alberdi, a la que asistían los protagonistas de la tragedia.

El chico que confesó el crimen tenía el mejor promedio de su división. Con 9,26 puntos, se había ganado el derecho de figurar en el cuadro de honor del colegio y el año último fue escolta de la bandera de ceremonias.

Los docentes lo consideraban un "niño respetuoso" e "inteligente", pero también "un tanto solitario" y hasta "retraído".

En ese sentido, los investigadores detectaron ciertas anomalías en el entorno familiar del pequeño, como, por ejemplo, la ausencia de su padre durante largos períodos.

La versión policial señala que el jefe de la familia pertenece a la Prefectura y cumple funciones en un paraje fronterizo lejano; otras fuentes indicaron que, en realidad, se desempeña como marino mercante, una labor que también implica lapsos de ausencia prolongada del hogar.

"Lo que sabemos es que el papá estaba poco, que se iba de la casa durante 15 días y que regresaba y se quedaba otros 15. Por ese motivo, y otros que estamos tratando de corroborar, la personalidad del niño se habría tornado violenta sin que nadie tomara nota de los cambios que estaba sufriendo", señaló el comisario Acosta, que trabaja bajo las órdenes del juez Walter Turraca Schou.