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19 de abril de 2024
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"El Che hoy sería amigo de Chávez, Lula y Correa"
Lo dijo Alberto Granado, el amigo que lo acompañó en la primera aventura por Sudamérica. El cordobés se animó a hacer más conjeturas sobre qué haría el revolucionario hoy
9 de octubre de 2007
"Ernesto fue, es, y seguirá siendo un ejemplo a seguir", dice Alberto Granado el amigo que lo acompañó en la primera aventura por Sudamérica, cuando se le pregunta por el 40º aniversario de la muerte del Che Guevara.

Recuerda en voz alta aventuras que juntos vivieron. Momentos que fueron construyendo una cariñosa amistad a prueba de fronteras y calendarios. "¿Sabes que ya conté todas las anécdotas? Algunas más que otras, claro...", comenta al pasar. Hace un silencio, una pausa, y retoma con la idea. "Siempre me ha conmovido su inteligencia y su sensibilidad, esas dos cosas hacen que seamos amigos por siempre", afirma.

"Este aniversario de su muerte lo recibo con la tristeza de no tenerlo al lado, y con la alegría de que está cada día más vivo en la memoria colectiva. Es difícil hacer una proyección fuera del momento histórico de cada uno, pero es indudable que su ejemplo es cada día más importante. Ernesto estaría luchando contra el imperialismo, a donde quiera que estuviera", asegura sin dudar.

El juego de suposiciones continúa. Granado se presta, y responde a la pregunta de "¿Con qué ojos cree que el Che observaría el mapa político en América del Sur?"

"Yo creo que se cae de la mata, como dicen los cubanos. No es la misma América Latina de antes, cuando estaba gobernaba por los militares puestos por la CIA. Hoy el Che sería seguro amigo de Chávez, de Evo y de Correa. Y de aquel otro que esté trabajando contra el imperialismo. Ya estaría en Bolivia, ayudando con los médicos cubanos a mejorar la salud del pueblo", es su respuesta.

La historia dice que el 9 de octubre de 1967, en una escuela del poblado boliviano de La Higuera, el sargento boliviano Mario Terán descargaba su fusil sobre Ernesto Guevara. Fueron tres disparos: en el brazo, en el hombro y en el corazón. Nacía un mito, pero para Granados, era simplemente la muerte de su amigo de toda la vida. "En octubre de 1964 fue la ultima vez que hablé con Ernesto. Al partir de Cuba, me dejó el libro de un economista cubano que se llama El Ingenio, donde me decía que me esperaba en una Bolivia liberada. La dedicatoria decía: "Te espero gitano sedentario, cuando el olor a pólvora amaine".