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Por Garbiela Granata
Las autoridades y la coalición
17 de julio de 2008
La autonomía que exhibió el vicepresidente Julio Cobos puede hablar tanto de sus convicciones como de las impotencias del kirchnerismo.

Aunque resulte ocioso luego del resultado en el tablero electrónico del Senado, sería interesante saber por qué el Gobierno llevó a un punto extremo su confrontación con un sector productivo para sostener un nivel de retenciones que los especialistas dudan que aporten a la "desojización" y sin que hubieran avanzado otras propuestas para llegar al mismo resultado fiscal, si es que el punto es cuantitativo y no cualitativo.

Néstor y Cristina Kirchner y gran parte del elenco que los acompaña tomaron al radicalismo K como un acompañante necesario, pero sin convicción para sostener un Gobierno de coalición y no de sumisión. Las culpas no deben cargarse de un solo lado.

El sector del radicalismo que lidera el vicepresidente tuvo sobradas muestras del lugar residual que tenía en las decisiones de gestión. ¿O alguien recuerda una crónica de `mesa chica` en Olivos con la presencia del mendocino?

Si los Kirchner consideraban esas retenciones, esa ley, ese debate, como un punto de inflexión, la lógica indicaría la necesidad de buscar el camino del consenso y no de la diatriba.

Y si de una legislación con esa dimensión política simbólica se trataba, requería por lo menos, cerrar filas con sus aliados antes de someter públicamente a la genuflexión a cada uno de los que habían integrado una boleta kirchnerista.

Aún así, la lógica de un gobierno de Coalición ¿le da margen al vicepresidente para votar en contra de la ley que el Poder Ejecutivo, la presidenta de la Nación, había enviado al Congreso? La pregunta no reviste carácter de decisiones urgentes, ni vacíos institucionales sino de compromisos de coherencia política a la hora de determinar el acompañamiento a un proyecto nacional.

Es posible encontrar otra respuesta. La rebelión de los radicales K pudo no haber sido contra la presidenta sino con la omnipresencia decisiva de Néstor Kirchner.

En ese caso, la discusión institucional será una mesa de tres.