26 de abril de 2024
Seguinos en
Últimas noticias
Por Garbiela Granata
El fallo de la Corte de La Haya no es un desempate
23 de enero de 2006
La Corte Internacional de Justicia de La Haya confirmó los antecedentes de reticencia a otorgar medidas cautelares y rechazó un pedido de Uruguay para que se pronuncie contra los cortes de ruta en Entre Ríos.
La decisión de la Corte no debe inducir al engaño exitista cuando todavía subyacen por lo menos tres cuestiones de fuerte contenido político que tendrá secuelas en las próximas semanas o meses.
La Argentina ha emprendido una dura disputa con Uruguay porque la acusa de violar en forma reiterada un tratado bilateral.
También alegó con fuerza sobre los efectos contaminantes de sus emprendimientos industriales de celulosa. Un tercer punto es el posicionamiento del Gobierno argentino con los asambleístas entrerrianos.
Desde aquel acto en el corsódromo de Gualeguaychú encabezado por el presidente Néstor Kirchner hasta este enero de 2007 ha habido un océano de actitudes cautelosas por parte de la Casa Rosada. Ya no se trata de fogonear a los asambleístas a cielo abierto.
Cuando la decisión de continuar los cortes de los puentes por tiempo indeterminado se cumple más allá de lo previsible por parte de los integrantes de la Asamblea Vecinal de Gualeguaychú, el fallo de la Corte podría darle oxígeno para redoblar las medidas y contagiar con más entusiasmo a las ciudades vecinas. ¿Es eso lo que el Gobierno considera óptimo?
¿O es acaso la vía del diálogo a través del “facilitador” español, Juan Yáñez Barnuevo, que consolide un camino de entendimiento y evite ese juego de escondidas de los presidentes de Argentina y Uruguay cuando las obligaciones internacionales los convoca?
El 14 a 1 no es una goleada histórica. Ni siquiera un desempate de aquel otro fallo de La Haya en julio que benefició a Uruguay.
Es sólo un dato de la realidad que no debe incorporarse al bagaje de razonabilidad de dos gobiernos en serio.
La decisión de la Corte no debe inducir al engaño exitista cuando todavía subyacen por lo menos tres cuestiones de fuerte contenido político que tendrá secuelas en las próximas semanas o meses.
La Argentina ha emprendido una dura disputa con Uruguay porque la acusa de violar en forma reiterada un tratado bilateral.
También alegó con fuerza sobre los efectos contaminantes de sus emprendimientos industriales de celulosa. Un tercer punto es el posicionamiento del Gobierno argentino con los asambleístas entrerrianos.
Desde aquel acto en el corsódromo de Gualeguaychú encabezado por el presidente Néstor Kirchner hasta este enero de 2007 ha habido un océano de actitudes cautelosas por parte de la Casa Rosada. Ya no se trata de fogonear a los asambleístas a cielo abierto.
Cuando la decisión de continuar los cortes de los puentes por tiempo indeterminado se cumple más allá de lo previsible por parte de los integrantes de la Asamblea Vecinal de Gualeguaychú, el fallo de la Corte podría darle oxígeno para redoblar las medidas y contagiar con más entusiasmo a las ciudades vecinas. ¿Es eso lo que el Gobierno considera óptimo?
¿O es acaso la vía del diálogo a través del “facilitador” español, Juan Yáñez Barnuevo, que consolide un camino de entendimiento y evite ese juego de escondidas de los presidentes de Argentina y Uruguay cuando las obligaciones internacionales los convoca?
El 14 a 1 no es una goleada histórica. Ni siquiera un desempate de aquel otro fallo de La Haya en julio que benefició a Uruguay.
Es sólo un dato de la realidad que no debe incorporarse al bagaje de razonabilidad de dos gobiernos en serio.