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Los hábitos que conducen a la obesidad
6 de diciembre de 2006
Los hábitos de los niños y adolescentes se modificaron mucho, especialmente en sus horas de sueño, y eso repercute en sus cuerpos. Para los más jóvenes, la computadora, la playstation, los mensajes de celular y la televisión con su horario cada vez más extendido, son sólo algunos de los factores que contribuyen a retrasar el momento de acostarse. Por otra parte, cada vez es más frecuente que los adolescentes realicen salidas los días de semana, por lo que suelen dormir pocas horas y padecen, a la mañana siguiente, las consecuencias de un mal descanso.

Ante este contexto, el investigador Shahad Taheri, miembro de la Universidad Bristol de Inglaterra, realizó un análisis exhaustivo de un estudio publicado en el año 2005 cuya hipótesis afirmaba que la costumbre de los chicos de permanecer despiertos hasta tarde y dormir menos horas podría estar relacionada con el aumento de peso y la obesidad.

De acuerdo con las conclusiones expresadas por Taheri en la reciente edición de la publicación especializada Archives of Disease in Childhood, el desajuste de horarios durante los primeros dos años de vida repercute en forma negativa provocando cambios metabólicos relacionados con la regulación del apetito y el gasto de energía, que pueden comenzar a manifestarse a partir del aumento de peso alrededor de los siete años.

“Si bien de ninguna manera podemos afirmar que la obesidad sea provocada por dormir mal, es cierto que descansar poco y tener los horarios cambiados, está relacionado con el desarrollo del denominado Síndrome Metabólico, debido a los cambios que se producen en el sistema nervioso central mientras disfrutamos del sueño”, señaló Susana Gutt, médica especialista en Nutrición, miembro titular de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN).

Según publicó la agencia Pro-Salud News, la experiencia de los neurofisiólogos, la regulación del descanso ejercida por sistema nervioso autónomo, que se pone en funcionamiento durante el sueño profundo, debe mantener un equilibrio. En caso que éste se altere, la localización central de grasa, entre otros mecanismos, puede verse favorecida.

“Al disminuir la cantidad de horas de sueño, se altera el esquema establecido por el sistema nervioso y eso puede generar una situación no favorable para mantener un peso corporal saludable”, indicó la Gutt, quien también miembro del servio de Nutrición del Hospital Italiano.

Otro de los problemas de descansar poco radica en la falta de energía que comienza a hacerse visible con el correr de las horas. Los chicos se sienten cansados y esto les impide cumplir con sus obligaciones laborales o académicas en condiciones óptimas, sobre todo teniendo en cuenta que la currícula de los colegios suele incluir horas de actividad deportiva y jornadas de doble escolaridad.

“Aunque los desordenes del sueño no son la única respuesta a la epidemia de la obesidad en chicos, se trata de un factor que debe ser tenido muy en cuenta. Esto es especialmente importante porque no debemos olvidar que un pequeño ajuste de rutinas y horarios puede contribuir a que los chicos aprovechen mejor su energía y se sienta más sanos y cómodos”, expresó Taheri.

Es sabido que la obesidad durante la infancia y adolescencia puede generar consecuencias negativas a futuro, debido a que el exceso de peso suele incrementar el riesgo de padecer afecciones cardíacas así como también aumentar la posibilidad de padecer diabetes. Sin embargo, los riesgos de descansar poco no repercuten solamente en los más chicos. En este sentido, Shahad Taheri explicó que, según los resultados obtenidos en sus investigaciones, los adultos que duermen cinco horas o menos presentan exceso de trabajo de las hormonas del estómago responsables de provocar la sensación de hambre.

Por otra parte, se determinó que en los hombres y mujeres “mal dormidos”, el nivel de leptina, una hormona producida por el tejido adiposo que contribuye al almacenamiento de energía, es un 15 por ciento menor.