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1er diccionario de términos médicos en español
6 de octubre de 2011
Ya no hay excusa para decir o escribir salmonela (la bacteria) y salmonelosis (la enfermedad) como si fueran lo mismo; o hablar de rash pudiendo hacerlo de erupción cutánea o exantema; confundir eutanasia con suicidio asistido; o para ignorar que el depresor lingual es abatalenguas en México y bajalenguas en el resto de Latinoamérica.

No habrá excusa porque cualquier persona que esté interesada en la salud y quiera utilizar correctamente la terminología cuenta desde ahora con el primer gran Diccionario de términos médicos pensado y escrito en español.

Una obra de la Real Academia Nacional de Medicina (RANM), editada por Editorial Médica Panamericana, que ha contado con el patrocinio de la Fundación Mutua Madrileña y la colaboración de la Fundación Ramón Areces y la Fundación RANM. El Diccionario se presenta también en versión electrónica para PCs, tabletas y teléfonos móviles, que se actualizará permanentemente.

Desde que se inició el proyecto hasta su publicación han transcurrido seis años de intenso trabajo. La redacción de las definiciones ha corrido a cargo de los Académicos, con la colaboración de reputados especialistas.

En palabras del presidente de la RANM y presidente de la Asociación Latinoamericana de Academias Nacionales de Medicina (ALANAM), el profesor Manuel Díaz-Rubio, “la sociedad que habla y vive en español, y con ella sus profesionales sanitarios, llevaba tiempo demandando una obra de referencia que sirviera de guía en el cada vez más complejo mundo del lenguaje médico. Por fin los más de 400 millones de personas que hablan nuestro idioma tienen a su alcance una obra de lexicografía médica tan ambiciosa como las escritas en otros idiomas. Un trabajo que ha tenido en cuenta la realidad de España y de los países de Latinoamérica, y que viene a reforzar el papel de esta lengua en la comunicación médica y a reforzar la conservación y enriquecimiento de nuestro patrimonio lingüístico”.

Para poner al servicio de la sociedad y la medicina una obra de estas características es necesario, según el presidente de la RANM, realizar un trabajo en equipo y contar con apoyos clave.

“Afortunadamente, hemos podido añadir a nuestro entusiasmo y dedicación el patronazgo que ha ejercido la Fundación Mutua Madrileña sin cuyo respaldo continuado no hubiera sido posible hacer realidad este proyecto ni en un principio ni en su finalización. También hemos contado con la colaboración de la Fundación Ramón Areces , siempre atenta al quehacer de las Reales Academias”, añadió.

No es ésta una obra exclusivamente por y para los profesionales. Como señala el presidente de la RANM, “a menudo la necesaria especialización del léxico se traduce en un alejamiento entre los profesionales de la medicina y los ciudadanos. Es bueno disponer de herramientas que ayuden a reducir esa distancia”.

Además de médicos, enfermeros o farmacéuticos, en este Diccionario biólogos, estudiantes, periodistas, químicos, traductores, pacientes o juristas encontrarán también información, normas de uso y recomendaciones de gran utilidad. “El objetivo ha sido poner al servicio de la sociedad una obra capaz de aclarar conceptos dudosos y denominaciones equivocas; un libro que más allá de definiciones, sinónimos y etimologías, también señale los errores más frecuentes y la forma de corregirlos”, añade el profesor Díaz-Rubio.

Las observaciones incluidas alertan al lector frente al riesgo de confusión entre términos o conceptos parecidos (fiebre intermitente y fiebre remitente, por ejemplo), recomiendan utilizar una palabra en lugar de otra, recuerdan normas gramaticales u ortográficas y advierten sobre fallos habituales, traducciones incorrectas o formas viciadas.

Términos médicos hecho en España
Otra de las novedades del Diccionario que hoy se ha presentado en la sede de la RANM es que, por primera vez, en un trabajo de esta naturaleza, se incluyen términos característicos tanto de la medicina española (aceite de oliva, dieta mediterránea, MIR, herida por asta de toro, médico adjunto, ATS, zona básica de salud o síndrome del aceite de colza) como de la hispanoamericana (sanitarista, tapaboca, bioterio, curita, zancudo…).

Como recuerda el profesor y Académico Antonio Campos, miembro de la Comisión del Diccionario, “siempre ha habido traducciones de diccionarios de origen inglés o francés, pero faltaba uno elaborado desde las características propias de nuestro idioma que abordara de manera muy rigurosa las definiciones y etimologías de los términos. El Diccionario de la RANM aporta una importante vocación normativa en relación a la ortografía y las formas de uso recomendadas. Su disponibilidad contribuye a fomentar un lenguaje médico en español que aminore el uso indiscriminado de extranjerismos, favorezca la traslación tecnológica y, en definitiva, respalde la cultura médica hispánica”.

Por su parte, el Académico Luis García Sancho, miembro también de la Comisión del Diccionario, admite que la ciencia en general y la médica en particular tienen al inglés como idioma oficial, pero resalta que “eso es compatible con la necesidad de contar con una obra escrita originariamente en español que incluya además un amplio número de signos, símbolos y abreviaturas que ayuden a interpretar la terminología”.

El profesor García Sancho comenta otra novedad que merece ser destacada: “Se describe la etimología de los vocablos, explicando el significado de la palabra griega o latina que ha dado origen al término, su evolución histórica y al mismo tiempo se detalla la fecha en la que esa voz se incorporó al lenguaje médico internacional”.

Actualización de la versión electrónica
A la magnitud de la edición impresa (51.727 entradas, 25.435 sinónimos y variantes, información etimológica de 6.672 términos, 27.000 observaciones lingüísticas y técnicas,…), hay que añadir las ventajas de su versión electrónica, que facilita la búsqueda, permite la actualización y ya empieza a ser, en palabras del profesor Campos, “nexo vivo de comunicación entre la Academia y los usuarios”.

Según el presidente de la RANM, ése es un reto que la Institución asumió desde el principio. “Siempre se puede echar de menos algún término, que entrará en sucesivas ediciones. La versión electrónica irá incorporando palabras nuevas, e incluso se harán las posibles correcciones. Ya trabajamos en un segunda edición en la que se van a introducir más vocablos panhispánicos, en colaboración con las reales academias de medicina latinoamericanas”, avanza el profesor Díaz-Rubio.

No obstante, como precisa el profesor Campos, la necesidad de ir renovando esta herramienta “no debe hacernos olvidar que la obra incluye un conjunto de contenidos de base que es permanente, como por ejemplo todo lo que son descripciones de procesos de enfermedades que ya están muy consolidados y no varían. La vida media de un Diccionario de esta naturaleza es relativamente alta, y este tipo de contenidos por sí mismos constituyen una fuente de información rigurosa y extraordinaria a todos los niveles”.

Sinónimos, voces polisémicas y biografías
El infarto de miocardio se le puede denominar ataque al corazón o se puede hablar de higuera loca como sinónimo coloquial para hacer referencia a la planta conocida como estramonio. Los sinónimos ocupan un amplio espacio en el Diccionario de la RANM.

También se recogen las voces polisémicas en toda su variedad de acepciones; así por ejemplo del adjetivo agudo se detallan trece según acompañe a dolor (en cuyo caso significa intenso), a tratamiento (breve) o a toxicidad (de evolución rápida). En el apartado de perfiles biográficos, se recogen las trayectorias de grandes nombres de la medicina española e hispanoamericana más allá de los reconocidos Santiago Ramón y Cajal o Severo Ochoa, dando entrada así a Gregorio Marañón, Pedro Laín Entralgo, Jiménez Díaz, el argentino Salvador Mazza o el cubano Joaquín Albarrán.