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Por Leonardo Coscia
Cómo saber si sus riñones están sanos
29 de marzo de 2007
La insuficiencia renal crónica es un tema prioritario en la agenda mundial de salud. Se la considera un "factor multiplicador de enfermedad", por su coexistencia con la diabetes y los trastornos cardiovasculares, y su tratamiento tiene un severo impacto económico y social, ya que en estadios avanzados solo admite como alternativa la diálisis o el trasplante.

Más de un millón y medio de personas en el mundo se encuentran en diálisis o recibieron un trasplante de riñón. En nuestro país, según datos del INCUCAI, hay 24.250 pacientes en diálisis y acorde a datos estimados más de dos millones de argentinos no saben que padecen enfermedad renal. Las proyecciones son alarmantes: de no tomarse los recaudos necesarios en materia de prevención, puede cobrar muchas vidas.

Desde el año pasado, por iniciativa de la Sociedad Internacional de Nefrología (ISN) y la Federación Internacional de Fundaciones del Riñón (IFKF), se instituyó una campaña que en nuestro país cuenta con el apoyo de Fresenius Medical Care Argentina y la Sociedad Argentina de Nefrología entre otras entidades renales nacionales. La meta del programa es contribuir a reducir la mortalidad anual dependiente de las enfermedades crónicas para la próxima década, implementando estrategias de prevención para frenar la progresión de la enfermedad renal crónica.

En la Argentina, 1 de cada diez adultos sufre algún grado de enfermedad renal
crónica. La intención de la campaña es llegar a los individuos que, en aparente estado de buena salud, puedan reconocerse en riesgo de tener enfermedad renal (por presentar hipertensión arterial o niveles elevados de glucosa en sangre, o tener enfermedad cardiovascular o ser familiares de pacientes renales) para despertar conciencia de que éstos pueden ser indicios o predisponer a el desarrollo de insuficiencia renal y sus complicaciones en el futuro.

Al respecto, Felipe Inserra, director de los Programas de prevención renal de Fresenius Medical Care Argentina explica: "La insuficiencia renal puede ser prevenida mediante sencillos y económicos análisis que deberían sistematizarse en los habituales de rutina–determinaciones de creatinina en sangre y de proteínas en orina –. La detección precoz es importante porque, muchas veces, el problema está presente en un estadio temprano pero sin mostrar síntomas. La población debe conocer que existen factores de riesgo que son modificables, como el tabaquismo, el consumo de medicamentos, la obesidad y el sedentarismo. Y que hay otros que son inmodificables, como la edad avanzada o la presencia de antecedentes familiares a padecer insuficiencia renal, que deben ser atendidos y tratados precozmente para evitar el progreso de la enfermedad, y mejorar las perspectivas de salud del paciente"”.

Otro de los objetivos prioritarios de esta campaña es implementar el convenio de cooperación científica firmado entre la Sociedad Argentina de Nefrología y la Asociación Bioquímica Argentina, para incluir en forma sistemática el informe de la función renal estimada por fórmula a partir de la medición de la creatinina en sangre. Esta medida facilitaría la detección de la insuficiencia renal crónica en los laboratorios de nuestro país como ya se hace en algunos lugares del mundo.

Los riñones son dos órganos del tamaño de un puño, con forma de poroto, ubicados en la espalda (por encima de la cintura, y en parte protegidos por las costillas). Tienen la función de eliminar el agua y las sustancias que el organismo desecha –formadas por la descomposición de las proteínas de los alimentos consumidos, y de la actividad muscular– a través de la orina.

El torrente sanguíneo pasa por los riñones cada dos minutos, donde las nefronas filtran y eliminan tanto el líquido excedente como los productos de desecho de la sangre, que luego serán excretados por la orina. La orina circula a través de los uréteres hacia la vejiga, donde se almacena, para ser luego eliminada, en forma periódica, a través de la uretra. Los riñones sanos llegan a eliminar uno a dos litros de orina por día.

Los riñones cumplen, además, la función de sintetizar hormonas que ayudan a producir glóbulos rojos, a mantener la presión arterial bajo control y el buen estado de los huesos. Para preservar en salud la función renal, hay que evitar: el sedentarismo y el tabaquismo, llevar una dieta equilibrada y consultar al médico periódicamente. Es necesario que el médico tratante supervise la ingesta de medicamentos para la presión arterial. Realizar, como mínimo, 30 minutos de actividad física (caminatas, natación, andar en bicicleta) cada día, 5 días a la semana, y cumplir con una dieta equilibrada en nutrientes.

La predisposición a desarrollar enfermedad renal es mayor en:
Diabéticos
Hipertensos
Portadores de enfermedad cardiovascular
Mayores de 65 años
Presencia de antecedentes familiares de enfermedad renal
Fumadores
Sedentarios

La pérdida de proteínas a través de la orina puede ser indicio de enfermedad renal. El filtrado glomerular (FG) normal es entre 80 y 120 ml por minuto. Cuando los riñones funcionan mal, los líquidos y desechos orgánicos se acumulan, un proceso conocido como uremia, y en estados avanzados aparecen los síntomas de la enfermedad renal:
• Tensión arterial alta
• Cansancio extremo
• Dificultad para respirar y dormir
• Hinchazón en cara, manos y pies
• Pérdida de apetito
• Náuseas y vómitos
• Picazón

El progreso de la enfermedad renal es por etapas, pero puede mantenerse en un estadio inicial sin manifestar síntomas. Por eso es importante el control periódico de creatinina en sangre y proteína en orina. La tensión arterial alta y la diabetes pueden causar enfermedad renal crónica, en forma directa o indirecta. Otras patologías asociadas son: las infecciones, la ateroesclerosis, las anomalías congénitas del sistema urinario, el exceso de toxinas provocado por el tabaquismo, los cálculos renales.

Cuando los riñones dejan de funcionar, el paciente debe recibir urgente tratamiento médico, que consistirá en diálisis o en trasplante renal. En la primera etapa de la enfermedad, la medicación y la dieta pueden mejorar la situación del paciente, y preservar la función de los riñones. El enfermo debe cambiar los hábitos alimentarios. La dieta dependerá de distintos factores: el estadio de la enfermedad renal (inicial, medio o final), el tipo de afección, la presencia de diabetes, la cantidad de orina que se produce, así como su altura y peso, y el tipo de diálisis que recibirá el paciente (hemodiálisis o diálisis peritoneal). Cada caso requiere una dieta específica, que contenga calcio, fósforo, sodio, líquidos, potasio, proteínas y calorías, en las proporciones adecuadas.