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Por Leonardo Coscia
Patología de tiroides y reproducción
16 de mayo de 2007
Las patologías tiroideas son relativamente frecuentes en mujeres de edad reproductiva y, si no se tratan debidamente, tienen consecuencias potencialmente graves tanto sobre la salud maternal como sobre la viabilidad del embrión. Tanto el hiper como el hipotiroidismo afectan el equilibrio hormonal durante la gestación y la lactancia, y tienen efectos negativos en el crecimiento de los neonatos. Todo esto resalta la importancia de que a todas las embarazadas se les controle estrictamente el estado tiroideo.

La doctora en bioquímica Graciela Jahn, investigadora del Conicet en el Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Cricyt), explicó que las disfunciones tiroideas producen una disminución de la fertilidad en la mujer. “Igualmente no son las causas más comunes de infertilidad y lo más probable es que la mujer vaya a la consulta médica por los síntomas metabólicos específicos del hiper o hipotiroidismo”, aclaró la especialista, a al tiempo que recomienda realizar un chequeo del estado tiroideo que se realiza con análisis simples tiroxina libre, tiroxina total y TSH circulantes, especialmente si no se encuentra una causa evidente de infertilidad.

Casos leves – casos severos:
Si bien es cierto que pueden producir ciclos anovulatorios y eventualmente amenorrea, la facilidad con las que se pueden tratar, hace que los problemas tiroideos no se manifiesten en su fase más severa.

“El hipertiroidismo leve se puede agravar durante el primer trimestre (después se atenúa) y el hipotiroidismo se agrava al final del embarazo, pero tanto el hiper como el hipotiroidismo subclínicos pueden declararse durante todo el embarazo”, advirtió Jahn. En el caso del hipotiroidismo, el riesgo más grave es el aborto y aun el hipotiroidismo subclínico tiene un riesgo altísimo de aborto durante el primer trimestre. “Igual que para los casos de infertilidad sin causa aparente, en los casos de abortos espontáneos recurrentes habría que hacer el estudio del estado tiroideo de la paciente para descartar un hipotiroidismo”, continuó.

Síntomas y prevención:
Las disfunciones tiroideas hereditarias son rarísimas y se manifiestan con síntomas fáciles de detectar. En el hipertiroidismo: baja de peso sin causa aparente, aumento de ansiedad y nerviosismo, palpitaciones, exoftalmia, sudoración, agrandamiento de la tiroides si la causa es un nódulo tiroideo. También en la embarazada las nauseas exageradas y muy prolongadas (hiperemesis gravidarum) son un síntoma de hipertiroidismo. Por su parte el hipotiroidismo tiene efectos inversos: aumento de peso, cansancio permanente, abulia y bocio o sea agrandamiento de la tiroides.

La prevención más simple y obvia es que la ingesta diaria de yodo sea la adecuada. “En nuestro país, también por ley nacional, la sal común de mesa tiene iodo adicionado para suministrar la dosis diaria recomendada. Sin embargo, como la tendencia actual es disminuir la cantidad de sal agregada a la comida, tanto para controlar la presión o como forma de adelgazar, a veces no se llega a tomar la cantidad diaria necesaria”, explicó Jahn.

En zonas con deficiencia de yodo, como las regiones central y Cuyo de nuestro país, es de esperar que la incidencia del hipotiroidismo en el embarazo sea aún mayor por lo que sería todavía más importante chequear a todas las embarazadas.

Riesgos y consecuencias para el bebé y la mamá:
El embarazo es de por sí un estado de hipotiroidismo fisiológico, sobre todo hacia su final. Esto se produce por una disminución relativa de tiroxina circulante y aumentos en la deiodinación periférica y placentaria de las hormonas tiroideas, pasaje de éstas a la unidad fetoplacentaria y aumentos en la excreción urinaria de yodo. Es lo que se conoce como hipotiroidismo funcional. Esta situación, siempre y cuando sea leve, puede ser provechosa para el buen progreso del embarazo, ya que produciría una disminución del metabolismo materno en beneficio de la unidad fetoplacentaria proveyéndola de una mayor disponibilidad de nutrientes.

Pero no todo es tan simple. Estadísticas internacionales indican que el 2.5 % de los embarazos cursa con algún tipo de hipotiroidismo lo que implica estar en presencia de severas consecuencias tanto sobre la madre como sobre el feto: alta incidencia de abortos espontáneos, parto prematuro, hipertensión del embarazo, malformaciones congénitas, muerte fetal, bajo peso al nacer, etcétera.

Para la doctora Jahn, la consecuencia más grave del hipotiroidismo no tratado durante el embarazo es la aparición de retrasos y defectos en el desarrollo neurológico del feto que llevan a un retraso mental conocido tradicionalmente como cretinismo. “Basta un estado de hipotiroidismo subclínico muy leve (evidenciado únicamente por aumentos leves en la TSH circulante) durante el embarazo, para que el niño tenga una disminución de 8 a 10 puntos en el índice de cociente intelectual”.

Además, las consecuencias del hipotiroidismo sobre el organismo materno tienen efectos adicionales sobre el desarrollo del feto gestante o del lactante que contribuyan al déficit en la maduración neuronal y en el crecimiento del infante hipotiroideo. “En un trabajo que saldrá publicado próximamente en la revista Thyroid, se ha descubierto que las madres hipotiroideas producen leche con un valor nutritivo menor al de las madres controles, ya que tiene menor contenido de lactosa y de triglicéridos, nutrientes esenciales para el crecimiento del infante, por lo que además de producir menos leche, la que produce es de mala calidad” aclara Jahn.

Por su parte, el hipertiroidismo durante el embarazo es mucho menos común, y en general los síntomas tienden a atenuarse a medida que el embarazo progresa, por el aumento en la degradación y excreción de las hormonas tiroideas. Sin embargo, si no se controla bien, también puede aumentar los riesgos de parto prematuro, preeclampsia y muerte fetal. “Después del parto el metabolismo de las hormonas tiroideas vuelve al estado que tenía antes del embarazo, produciendo un agravamiento muy agudo del hipertiroidismo (tormenta tiroidea) que puede ser muy peligroso para la madre”, explica la bioquímica.

“Nosotros encontramos que en animales de experimentación el hipertiroidismo durante la lactancia producía conducta maternal deficiente y bloqueo de la lactancia con muerte de las crías.
También encontramos en la rata que las disfunciones tiroideas afectan el ciclo y la función del ovario”, puntualizó.

Jahn dijo que el hipertiroidismo acorta la gestación y el hipotiroidismo la prolonga a través de acciones a nivel del cuerpo lúteo, donde el exceso de hormona tiroidea provoca un adelanto en la caída de la producción de progesterona. En contraste, que el hipotiroidismo prolonga la función del cuerpo lúteo y la producción de progesterona, y hemos encontrado que esto se produce debido a cambios en la expresión de las enzimas que metabolizan la progesterona y de las proporciones de los factores que estimulan o que inhiben la función luteal, tales como las prostaglandinas (estos resutados se publicarán próximamente en la revista Reproduction). O sea que el hipertiroidismo acorta y el hipotiroidismo prolonga la fase lútea. La producción de progesterona luteal es indispensable para el mantenimiento de la gestación durante la primera mitad del embarazo en la mujer y durante toda la preñez en la rata. Además, durante el ciclo, una fase lútea adecuada es necesaria para preparar al útero para recibir al óvulo fecundado y estos efectos de las disfunciones tiroideas sobre el cuerpo lúteo podrían ser una de las causas de la disminución de la fertilidad.

El hipertiroidismo leve produce aumentos en el numero de crías porque la tasa de ovulación es mayor, mientras que el hipotiroidismo tiene el efecto inverso, pero porque la implantación de los embriones está afectada. Finalmente las disfunciones tiroideas alteran la secreción de hormonas hipofisiarias, de prolactina, de gonadotrofinas y de hormona de crecimiento.

Los efectos de niveles anormales de hormonas tiroideas se ven a varios niveles en el sistema reproductivo, la secreción hormonal, la función del ovario y de la glándula mamaria, lo que junto a los efectos sobre el metabolismo general, pueden tener serias consecuencias sobre la fertilidad femenina y sobre la salud de la madre y del recién nacido.

Por último, si bien tanto el hipo o el hipertiroidismo no suelen ser hereditarios, el bebé puede nacer con hipotiroidismo congénito porque la madre está hipotiroidea por deficiencia de iodo o por otra causa. En nuestro país es obligatorio por ley nacional que a todos los recién nacidos se les haga el análisis de TSH circulante para determinar si están hipotiroideos (la TSH es la hormona que estimula a la tiroides a producir tiroxina) por lo que, en caso de que el bebé esté hipotiroideo, se pueda iniciar el tratamiento con tiroxina de inmediato.