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Por Leonardo Coscia
Cuando ponerse colorados es un problema
8 de octubre de 2009
Algunos consideran que “se ponen colorados” o se ruborizan, pero en muchos casos ese enrojecimiento obedece a una condición de la piel conocida como rosácea. No es peligrosa desde el punto de vista médico pero afecta negativamente la calidad de vida de quienes la padecen.

La rosácea responde bien a los tratamientos siempre que se realicen con regularidad y se eviten los factores que la desencadenan. Se estima que un 10 por ciento de la población tiene rosácea, una enfermedad de la piel que se caracteriza fundamentalmente por el enrojecimiento, la dilatación de los pequeños vasos sanguíneos del rostro y en algunos casos severos por cambios en la apariencia y tamaño de la nariz.

Raramente desaparece por sí sola, puede durar muchos años y empeorar sin tratamiento; y puede tener un gran impacto en la vida social, emocional y laboral de quien la padece. Numerosos estudios han demostrado que las afecciones de la piel, especialmente aquellas que aparecen en zonas visibles del cuerpo como el rostro, pueden causar depresión, ansiedad, inseguridad y aislamiento social.

“Muchos pacientes refieren alteraciones en su vida social debido a la aparición de rosácea, a tal punto de impedirles concurrir a lugares cerrados o muy calefaccionados, o consumir determinados alimentos o bebidas, ya que hay dificultad para neutralizar el enrojecimiento, y esto repercute en la confianza y autoestima” afirmó la médica dermatóloga Mónica Ibarra.

Una encuesta realizada por la Sociedad de Rosácea de los Estados Unidos (National Rosacea Society) sostiene que más del 76 por ciento de los pacientes con rosácea sufre de baja autoestima y falta de confianza y muchos reportan que esto los lleva a evitar el contacto público o actividades sociales. Por otra parte, cerca del 70 por ciento de las personas con rosácea severa, manifiesta que les afecta negativamente en el ámbito profesional y cerca del 30 por ciento que hasta han perdido trabajos por causa de su condición.

La rosácea afecta principalmente a adultos jóvenes pero puede alcanzar a personas de hasta 70 u 80 años, aparece en cualquier tipo de piel, pero es más frecuente en aquellas con tez clara. Y si bien es más común en las mujeres, en los hombres tiende a ser más severa. “El antecedente familiar también es importante, llega al 30 por ciento” agregó la especialista.

La enfermedad puede ser leve, cuando hay una tendencia a ruborizarse con facilidad y un enrojecimiento persistente en la zona centrofacial; moderada, cuando además del enrojecimiento aparecen pequeñas lesiones sobreelevadas en la nariz, mejillas, frente y mentón; o severa cuando hay un agrandamiento de las glándulas sebáceas de la nariz (abultada, agrandada y roja que cambia la apariencia estética del paciente) y algunas veces de las mejillas determinando un engrosamiento irregular del tejido. La rosácea severa se presenta especialmente en los hombres y produce un aumento del tamaño de la nariz (llamado rinofima).

El enrojecimiento, similar al rubor o a una quemadura solar, se produce porque una gran cantidad de sangre fluye hacia los vasos sanguíneos de la cara y éstos se dilatan.

Como resultado del flujo sanguíneo, con el tiempo, la piel se inflama y es posible que aparezcan granitos en la cara que pueden ser pápulas (elevaciones pequeñas, rojas y sólidas) o pústulas (como en el acné juvenil con pus). Por este motivo, muchas veces se llama a la rosácea "acné del adulto", pero la diferencia con éste es que no hay comedones.

Los pequeños vasos sanguíneos dilatados de la cara se hacen visibles con el tiempo, pueden tener el aspecto de manchas coloradas o de finas líneas onduladas similares a las patas de una araña. “Aparecen sobre esa piel alterada, algunas arañitas vasculares (telangiectasias), pápulas, pústulas, granitos, y posteriormente nódulos o lesiones más profundas, acompañados muchas veces de edema o sensación de piel hinchada; en algunos casos, hay compromiso ocular con síntomas de irritación conjuntival”.

Factores que pueden agravarla
Si bien la causa es desconocida, existen determinados factores que pueden desencadenarla y varían de persona a persona, por lo que llevar un registro de la dieta y de las actividades cotidianas puede ayudar a identificar los factores que desencadenan los síntomas y de esta forma poder evitarlos. Entre los disparadores más comunes se incluyen:

- Climáticos: el sol, el frío, la humedad o los vientos fuertes.
- Emocionales: estrés, ansiedad
- Cambios de temperatura: saunas, bañeras, estufas, ambientes calefaccionados
- Esfuerzo físico o ejercicios
- Productos para el cuidado de la piel: algunos cosméticos, productos para el cabello, cremas, lociones, tratamientos como peelings o exfoliaciones o la aplicación de cualquier sustancia que cause enrojecimiento o ardor.
- Bebidas calientes (sopas, café, mate) o bebidas alcohólicas.
- Alimentos: comidas picantes o muy calientes
- Fumar
- El uso de determinados medicamentos

Tratamiento
Muchas personas confunden la rosácea con una quemadura causada por el sol, por el viento, un cambio en el cutis o acné, y por este motivo tardan en consultar al médico. El primer paso para el tratamiento de la rosácea es consultar con el dermatólogo, “es importante su reconocimiento para una detección precoz y un correcto tratamiento, por eso aquellas personas con síntomas de enrojecimiento de la piel del rostro, que va y viene, pero luego de un tiempo se instala, deben pensar en ella” afirmó Ibarra.

Si bien la rosácea no es peligrosa desde el punto de vista médico, no tratarla puede empeorar los síntomas “quienes más consultan son las mujeres, ya que estos cambios que se producen en la piel, son acumulativos y la van modificando a medida que avanza en gravedad (grados I, II, III, IV, V), siendo ideal su tratamiento lo antes posible” comentó la especialista. Si bien no tiene cura, el tratamiento médico adecuado y las modificaciones del estilo de vida pueden ayudar a manejarla. Al ser un trastorno crónico, se busca reducir los síntomas y mantener dicha mejoría, por lo que es fundamental que se cumpla con el plan recomendado por el dermatólogo, que generalmente consiste en una medicación oral y otra tópica.

“La industria farmacéutica y cosmética ha desarrollado productos que nos ayudan en el tratamiento, mejorando la adaptación de los pacientes a esta nueva situación, con la que deben acostumbrarse a convivir, actualmente los dermatólogos contamos con innumerables productos de uso local (metronidazol en gel, crema o loción, entre otros), e incluso medicamentos que se administran vía oral. Se cuenta también con la posibilidad de indicar drenaje linfático, aplicación de láser, luz pulsada intensa dependiendo de la gravedad del caso. Nuestro objetivo es cuidar la piel, alcanzar una adecuada mejoría clínica y mantener una prolongada remisión”, aseguró Ibarra.

La combinación de medicación tópica como el metronidazol (gel, crema o loción) y de los antibióticos orales, pueden controlar las erupciones cutáneas y reducir las lesiones de la rosácea. El resultado puede empezar a notarse transcurridas las primeras semanas.

Un estudio realizado con metronidazol 0.75%, en cerca de 600 pacientes en diferentes tipos de clima que padecían rosácea moderada o severa, demostró la eficacia y seguridad del producto en el tratamiento de esta enfermedad de la piel. Los pacientes, tanto mujeres como hombres, recibieron 2 aplicaciones diarias del producto en las áreas afectadas y a lo largo de las semanas mostraron una mejora significativa en la apariencia general del rostro y en la severidad de las lesiones.

Luego de 12 semanas, al finalizar el estudio, se observó a una reducción de la severidad del eritema (enrojecimiento) en un 45 por ciento; los pacientes indicaron una mejora en cuanto a la picazón y el dolor; así como a la vergüenza o inhibición generada por esta enfermedad. El metronidazol demostró ser efectivo tanto en su formulación en crema, gel o loción reduciendo la inflamación, el eritema y las arañitas vasculares (telangiectasias).

Consejos para pacientes
* Consultar al médico dermatólogo.
* No automedicarse.
* Evitar los desencadenantes o agravantes
* Cuidar la piel en general evitando sustancias irritantes, perfumadas, y protegerse de la radiación solar utilizando adecuados protectores solares durante todo el año.
* Usar productos para piel sensible, tanto para higiene, como para descongestionar o incluso maquillar. Evitar productos que irriten la piel.

Para más información: www.galderma.com.ar