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29 de marzo de 2024
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Por Leonardo Coscia
Depresión: 121 millones de personas la padecen
22 de septiembre de 2011
La Organización Mundial de la Salud conjuntamente con la Federación Mundial de Salud Mental (WFMH) han impulsado una campaña que busca darle impulso a la Salud Mental, buscando concentrar la atención en la identificación, el tratamiento y la prevención de algún trastorno emocional o de conducta.

La Red Sanar puso el foco en la depresión, en tanto es inquietante el incremento de personas que padecen este trastorno en nuestro país, por otra parte, la OMS señala que es la principal causa de discapacidad en el mundo, e incluso puede llevar a la muerte de forma directa por medio del suicidio o de manera indirecta predisponiendo a la persona al infarto de miocardio y/o accidente cerebro vasuclar, se estima que el 45% de estos pacientes padecen de depresión.

Razón por la cuál es fundamental trabajar en el diagnóstico precoz, en tanto es una enfermedad gerenciable, tratable y de buen pronóstico.

La Red Sanar se adhiere a la conmemoración del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra el 10 de octubre, con el objetivo de concientizar a la sociedad en torno a los trastornos mentales, que afectan a 450.000 millones de personas en el mundo, de los cuáles 121.000 millones sufren depresión. En función de este panorama presentamos un informe completo sobre esta enfermedad, elaborado por el Doctor Roberto Ré, médico psiquiatra especialista en el tema y director de la ONG.

Si bien existen múltiples factores que inciden en el avance de la depresión dentro de la sociedad, se ve íntimamente ligado al estilo de vida contemporáneo caracterizado por la desesperanza, la perdida de autocontrol e incapacidad para gobernarse con autonomía plenificante, pérdida del sentido existencial y de la desrealización espiritual y trascendente, que se pone de manifiesto en el incremento de los casos de violencia, de distrés, de inseguridad, de criminalidad, de adicción a sustancia tóxicas y alcohol y al aumento de suicidios, todas ellas son realidades que quitan el sueño de noche y de…vida. Es en este contexto donde la depresión de la persona se presenta como una epidemia del individuo y una pandemia en la sociedad.

La depresión es un “monstruo grande”, solo aquellos que la han padecido pueden dar un cabal testimonio de lo que esto significa.

La depresión es un estado mental caracterizado por sentimientos de pesimismo, tristeza y desánimo, donde el individuo pierde la capacidad de placer. No obstante es una enfermedad previsible, predecible y prevenible. Por lo cual, habrá que estar atentos, con un especial cuidado de observaciones monitoreando cada una de las seis dimensiones del hombre: física, emocional, mental, social, valórica y espiritual.

El paciente depresivo, más allá de las tipologías diagnosticas y de los síntomas que presenta, es alguien que ha perdido la salud y con ella la paz interior, para luego perder la biofilia, es decir, la alegría, el gusto y el amor por la vida, la razón vital y la motivación por la existencia. Será necesario que recupere los fundamentos de la condición humana saludable para “volver a la vida” y esto será posible a través de un proceso de sanación que como tal posee niveles de logros, es dinámico e implica esfuerzo, toma de decisiones y coraje para afrontar los cambios necesarios, para que el herido psíquico pueda reencontrarse con la persona sana en equilibrio integral.

El primer paso para iniciar su gerenciamiento y por lo tanto su sanación, es la aceptación y el reconocimiento de estar herido, vulnerado por alguna de las dolencias mencionadas a partir de esta realidad se puede iniciar el camino de la recuperación desde un abordaje multidimensional e inter y transdisciplinarmente.

A partir de la combinación de las doce disciplinas: psicoeducación, afrontamiento, técnicas de relajación, restructuración congnitiva comportamental, psicoterapia, medicación, normalización del sueño, cambio de estilo de vida, alimentación, sentido vital, espiritualidad, abordaje interdisciplinario con otras ciencias humanas. Estas acciones integradas en armonía terapéutica son la clave del éxito en el tratamiento de los trastornos mentales en general y de la depresión en particular, para alcanzar la tonificación de la energía vital, aumentar el poder emocional energético motivador que otorga una mente y una mentalidad rica en un proyecto existencial trascendente que es capaz de movilizar el desarrollo pleno de las potencias específicamente humanas.

Las salidas de las crisis que conlleva la enfermedad y sus consecuencias deberán abordarse terapéuticamente en forma gradual. Esto será posible a través de un tratamiento evolutivo, que implica un abordaje en niveles:

· Nivel I: Atendiendo la dimensión física, se trabajará en el equilibrio de las causas físicas y fisiológicas que dan origen al trastorno y sus consecuencias sintomáticas. Se irá al origen, aunque siempre es complejo, habitualmente tienen un inicio, un “gatillo” disparador.

· Nivel II: Sanando la dimensión emocional-afectiva, una vez alcanzado la contención física, se atenderá el sufrimiento, que se manifiesta a través de la tristeza, el miedo y la ira, a través de la aplicación de técnicas psicológicas cognitivas comportamentales, que le permitirán a la persona gerenciar sus emociones negativas, madurar sus apegos y las pasiones perturbadoras. Este abordaje físico-emocional-afectivo le permitirá al paciente un primer alivio de los síntomas.

· Nivel III: Restableciendo la dimensión mental, su objetivo es el saneamiento afectivo-psicológico-cognitivo. Se trabajan sobre las distorsiones cognitivas, las creencias erróneas, transitando un proceso de reestructuración cognitiva para calmar los síntomas más frecuentes: pensamiento triste, a veces catastrófico, ideas sobrevaloradas hipocondriacas, ideas de perjuicio y del fin del mundo, todas distorsiones cognitivas propias de la enfermedad.

· Nivel IV: Restableciendo los vínculos sociales, una vez equilibrado el sistema mental, se debe sanear y potenciar la dimensión social-vincular-familiar-laboral-comunitaria, trabajando sobre los conflictos irresueltos, las pérdidas vinculares y los vacios relacionales que suelen acompañar la dimensión social.

· Nivel V: Saneando y potenciando el mundo de los valores, reencontrándose con estilos de vida sano. El paciente deberá encontrar un sentido y un proyecto sano de vida, promovidos con valor y valores auténticos, nobles, perdurables, comunitarios, trascendentes. Se trabajará para reforzar la euestima a través de una personalidad sana, con asertividad y habilidades en la resolución y mediación de conflictos en forma positiva y desarrollando los aspectos humanos superiores.

· Nivel VI: Salvando la dimensión espiritual, la búsqueda de la salud deberá realizarse también en la vida espiritual. En tanto, le permitirá completar virtuosa y exitosamente el proceso sanador. Es aquí donde el sentido vital y la espiritualidad se encuentran en armonía con todo lo anteriormente descripto para ayudarle al hombre enfermo a operar los necesarios cambios en el devenir histórico de su enfermedad, encontrándose con la vida y en esa medida con su salud y su salvación.

Cada uno de los niveles son parte de un proceso sanador, que proveerá de la sinergia necesaria para brindar la mejor respuesta terapéutica. De lo contrario, si se trabaja sobre un tratamiento centrado en visiones focalizadas monodisciplinares, donde hay aspectos que no se abordan y por lo tanto quedan sin resolver, lleva a las reiteradas recaídas, a la cronificación y/o agravamiento de la enfermedad, llevando al herido psíquico al sufrimiento personal y existencial, al escepticismo angustiante, la inacción, inhibición y parálisis, que interactuaran con la desesperanza, transformándose en un verdadero caldo de cultivo para la aparición del “virus” causal de una ideación o actuación suicida.

No obstante, concluimos remarcando que la depresión es una enfermedad gerenciable, tratable y de buen pronóstico. El sufrimiento es motivo de crecimiento y creatividad para un nuevo nacimiento.

LA DEPRESIÓN Y LOS ADOLESCENTES.
De acuerdo a un estudio publicado por la OMS, en agosto de 2011, señalando que uno de los mayores riesgos para la salud de los jóvenes son los trastornos mentales, indicando que en el transcurso de un año, aproximadamente, el 20% de los adolescentes padecerá de depresión o ansiedad.

En la adolescencia, igual que en otras etapas de la vida, la herencia juega un rol importante. Existen evidencias que correlacionan elementos biológicos, genéticos-familiares, el medio ambiente y sobre todo asociados a disparadores de distrés que hace que la enfermedad se desarrolle en los adolescentes.

Por otra parte, la adolescencia es un momento de la vida caracterizado por situaciones educativas y sociales cargadas de eventos y algunos adversos pueden contribuir en el disparo de la enfermedad.

Los síntomas que acompañan al inicio y mantenimiento de la enfermedad se parecen cada vez más a los del adulto a medida que éste va creciendo. Así podemos encontrar:

Desinterés por actividades que antes resultaban placenteras
Tristeza y/o irritabilidad
Trastornos alimentarios con aumento o disminución del peso
Trastorno del sueño
Cansancio y pérdida de energía
Sentimiento de autodesvalorización y de culpa
Dificultades para concentrarse y para tomar decisiones
Ideas de muerte con plan o sin el de autoeliminación

Los especialistas recomiendan tener en cuenta que en esta edad se pueden presentar formas de depresión en enfermedades del neurodesarrollo como psicosis grave (por ejemplo, la esquizofrenia), y, por lo tanto, la evaluación debe estar siempre a cargo de un médico psiquiatra. El tratamiento debe ser integral.

ASPECTOS A TENER EN CUENTA POR LA FAMILIA DE UN DEPRESIVO:
La familia deberá saber que igual como se enferma el cuerpo como sistema se enferma el cerebro, afectando el sistema nervioso en su totalidad y por lo tanto a otros sistemas y a sus dianas, como también afectará las percepciones, la cognición, el comportamiento y la conducta emergente.

Lo primero que hay que estabilizar son las dimensiones física, emocional y mental. De inmediato reforzar las dimensiones: social, valórica y espiritual.

La familia debe aceptar la realidad del paciente deprimido. Comprendiendo al paciente, sus circunstancias y sus límites. Nadie es depresivo porque quiere. La familia deberá contener al paciente, no exigiéndole desmesuradamente “que ponga voluntad”, pues la enfermedad afecta a la energía vital quebrando el afecto y la voluntad y comprendiendo que la inhibición que presenta es patológica.

La familia deberá advertir a tiempo que los cambios de conducta, la irritabilidad, la violencia, la perdida de la concentración, memoria y los déficits asociados a estados disfuncionales o multiproblemáticos son motivos de la depresión. La depresión siempre es una emergencia médica psiquiátrica y no se debe demorar la consulta.

La familia deberá propiciar la búsqueda permanente del conocimiento a través de la psicoeducación y poner ésta a disposición del paciente con empatía amorosa. Aunque siempre es tarea difícil, con un depresivo se deben mantener los vínculos y acompañar al paciente durante la enfermedad.

La familia debe saber que abandonar a un depresivo a su suerte es abandono de persona y una “mala praxis” terapéutica.

La familia debe acompañar al paciente a lugares de contención institucionales. Debe saber que la depresión puede afectar a la armonía familiar.

La familia debe acompañarlo con amor, cariño y prudencia, y apoyarlo para conseguir el tratamiento psiquiátrico adecuado y eficaz, la asistencia psicológica personal y el acompañamiento grupal y espiritual.

Cuando sea el caso y el enfermo no quiera consultar al psiquiatra, la familia debe saber que siempre es una enfermedad potencialmente grave y debe llevar a este especialista al domicilio.

LA DEPRESIÓN Y LAS ENFERMEDADES CARDIOVÁSCULARES. ESTADÍSTICAS.
· La depresión es un factor de riesgo para la enfermedad coronaria en el hombre incrementando de 7 a 12 veces el riesgo de trastornos isquémicos en pacientes mayores con depresión.
· Más del 45% de los pacientes con infarto de miocardio padecen de depresión.
· Entre el 15 y 22% de los pacientes con depresión padecen enfermedad coronaria.
· El 18% de los pacientes con patologías coronarias demostradas por angiografías padecen de depresión.
· Innumerable cantidad de pacientes con historia de depresión presentaron infartos cerebrales silenciosos prevalentemente en la zona frontal medidos con resonancia nuclear magnética cerebral.
· Cada día cientos de personas en el mundo, muchos de ellos sin padecer enfermedad cardiaca y súbitamente sin anuncio, algunos sufren un paro cardiaco y la mayoría muere en minutos, estas muertes están asociadas popularmente a la muerte por tristeza, miedo, angustia, disgusto o depresión Prevalencia de depresión grave en jurisdicciones de Argentina.