(*) por Carolina Reemeerie, Brand Manager de Lifebuoy

Durante tiempos remotos, el origen de las infecciones fue adjudicado a demonios o espíritus malignos. A mediados del siglo XVIII, el doctor húngaro Ignaz Philipp Semmelweis demostró que con el lavado de las manos se podía prevenir la propagación de enfermedades mortales y graves infecciones respiratorias en los pacientes hospitalizados. También logró instalar en la conciencia colectiva la importancia del uso de soluciones antisépticas, contribuyendo a salvar miles de vidas.

En las clínicas de maternidad, los doctores y los estudiantes fueron obligados a lavarse las manos en una solución de limón clorada antes de trabajar en las salas de parto. Con esta medida, la tasa de fiebre puerperal –como llamó a la enfermedad que afectaba por aquel entonces a las mujeres que daban a luz– disminuyó del 18% a menos del 3% en tan sólo unos meses, de acuerdo a la Asociación Latinoamericana de Medicina Social. Antes de este experimento, los médicos acudían a los partos con los dedos y las manos sucias luego de haber realizado disecciones de cadáveres.

Más allá de las campañas de concientización en materia de higiene personal, en la actualidad persisten algunas creencias erróneas. Muchas personas piensan que lavarse las manos con agua es suficiente para eliminar la suciedad visible y tener las manos limpias, pero esta práctica sólo elimina las partículas grandes de suciedad y no los gérmenes.

Esta práctica también se ve reflejada en los hospitales, donde en ocasiones los médicos se sienten inmunizados y obvian estas recomendaciones. Según un estudio realizado por la Universidad de Carolina del Sur “únicamente el 40% del personal médico y paramédico de los hospitales de Estados Unidos cumple con la obligación de lavarse o desinfectarse las manos con frecuencia.”

Diversos estudios demuestran que el lavado correcto y frecuente de manos con jabón es una de las maneras más efectivas, simples y económicas de protección contra los gérmenes. Esta práctica es aún más importante ahora que llega el verano y aumenta la vida al aire libre, el acceso a piletas de natación, clubes, playas y puede ayudar a prevenir enfermedades intestinales, otitis, conjuntivitis, gastroenteritis, listeriosis y síndrome urémico hemolítico (SUH), entre otros.

Nos parece importante recalcar la importancia del lavado de manos en el Día del Médico para ayudarlos a que cuiden mejor tanto su salud como la de sus pacientes. Recordemos, hoy más que nunca, este hábito que desde hace siglos acompaña a los profesionales de la salud ayudando a salvar vidas.