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19 de abril de 2024
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Por Leonardo Coscia
Infidelidad y disfunción eréctil: una relación oculta
La función eréctil depende de manera directa de factores como la salud cardiovascular o de enfermedades crónicas. Sin embargo, hay quienes buscan relaciones para “probar afuera” cuando tienen dificultades en la cama, en lugar de consultar a un especialista y conocer la causa de su problema
30 de agosto de 2012
Es muy difícil obtener estadísticas confiables sobre la intimidad, y mucho más difícil aun es establecer “leyes generales” que regulen la vida sexual, dada la infinidad de factores que influyen en ella: orgánicos, psicológicos, culturales, emocionales, además de los prejuicios e inhibiciones que el tema genera.

Sin embargo, la experiencia en el tratamiento de las disfunciones sexuales permite conocer mejor algunos aspectos que, por haber permanecido largo tiempo ocultos, generan mitos y fantasías que afectan tanto a la salud como a la vida afectiva.

La infidelidad del varón y la disfunción eréctil son justamente dos terrenos plagados de mitos sobre la masculinidad y las relaciones de pareja.

Ya algunos estudios realizados en el exterior –como el que publicó en julio de 2011 un grupo de investigadores de la Universidad de Indiana, EE.UU.– confirmaban una cierta tendencia de los varones con dificultades para lograr la erección con su pareja a “probar afuera”, con la ilusión de “confirmar su masculinidad”.

Esto hace que los varones con disfunción eréctil tengan una tendencia a la infidelidad un 6% por encima que el resto (http://www.sciencedaily.com/releases/2011/07/110725123411.htm).

“En realidad –afirma el doctor Fabián Gómez, médico urólogo y asesor científico de Boston Medical Group, una alianza internacional de centros médicos dedicados al estudio y el tratamiento de las disfunciones sexuales en el varón–, eso parece más fácil que asumir que se tiene un problema de disfunción eréctil; pero en la enorme mayoría de los casos esa conducta no resuelve el tema, sino que lo confirma”.

“Cuando te buscás una pareja veinte años más joven, hermosa, y ves que tampoco pasa nada, es tremendo, porque no tenés idea de lo que está pasando, y lo único que tenés claro es que el problema es tuyo. Ahí uno se empieza a volver loco, porque hay mucho mito dando vuelta sobre la masculinidad, al hombre le cuesta hablar en serio de eso. Creo que más que a la mujer”, asegura Bernardo, que a los 49 años considera superado su problema de disfunción eréctil tras el diagnóstico y el tratamiento y ya no teme hablar de eso.

De acuerdo con datos extraídos del análisis de las historias clínicas de aproximadamente 3.000 pacientes atendidos en centros del Boston Medical Group en la Argentina, considerados a partir de 2010 hasta el presente, el 56% de los hombres que consultan por un problema de disfunción eréctil han tenido relaciones fuera de su pareja habitual.

“De todos ellos, el 38 por ciento han realizado lo que llamamos ‘prueba empírica de potencia sexual’: al fallar en su casa, el paciente hace una ‘prueba’ fuera de su hogar para saber si la disfunción eréctil obedece a problemas con su pareja estable o no”, señala el especialista.

Una “prueba” que no soluciona nada

De manera que, lejos de solucionar el inconveniente, la mayoría de las veces esa “prueba empírica” no hace sino dejar en claro la seriedad del caso:

“Nuestra estadística aproximada dice que en un 90 por ciento de los casos, el problema es de origen orgánico, y en un 10 por ciento es psicológico”, apunta el especialista del Boston. Y está claro que un cambio de pareja o de ámbito no puede solucionar un problema de origen orgánico.

Ahora bien, ¿qué significa decir que el problema es orgánico? “Básicamente los factores que afectan a la función eréctil afectan también a la vida y a la salud en general –explica el doctor Gómez–. Son las enfermedades cardiovasculares, el hecho de fumar, patologías previas como la diabetes, la hipertensión, el exceso de colesterol, el sedentarismo, la mala alimentación. Y casi nunca encontramos un paciente de más de 45 años de edad que no tenga alguna de estas causas concomitantes”.

El “fantasma de la impotencia” es tal que la mayoría de los varones lo sufren en silencio, y ni siquiera se animan a llamar a las cosas por su nombre:

“Cuando empecé a tener problemas, pensé que era el final –relata Edgardo B.–. Ni siquiera había cumplido sesenta, y pensar que te llegó la edad del retiro… es muy difícil. Cuando por fin atiné a confiar en un especialista, me hizo algunas preguntas que yo supuse de rutina: ¿Fuma? ‘Casi nada, no llego al atado diario’, le dije. ¿Cómo le dan los análisis? ‘Bien, hace un tiempo me detectaron un poquito de diabetes, pero no pasó más nada’. ¿Presión? ‘Ni idea’, dije, pero cuando me controlaron tenía 19-11… Lo que el médico me dijo es que con esos valores, si no me controlaba corría el riesgo de tener un infarto, y que si quería tener buen sexo sin ocuparme de mi salud, la cuestión se complicaba más todavía”

De manera similar, Daniel E., de 57 años, cuenta que, aunque haber recibido su diagnóstico no fue placentero, significó de alguna manera un alivio: “Yo nunca pensé que detrás de una disfunción eréctil podía haber un problema de salud; creo que haber consultado a tiempo me ayudó, por un lado, a entender que tenía que cuidar un poco más el corazón, y por otro lado me trajo la tranquilidad de saber que, con tratamiento, hay solución”.

De modo que no existe ninguna solución “mágica” para este problema, y lo que la persona debe hacer es consultar cuanto antes a un centro especializado en la atención de patologías sexuales, “porque cada paciente es distinto, porque lo primero que hay que hacer es evaluar los antecedentes, hacer un diagnóstico adecuado y darle a cada cual un tratamiento específico”.

El especialista asume que también es muy frecuente la automedicación con la famosa “pastilla azul” y otras similares: “Además de que no en todos da resultado –explica Gómez–, es un enorme riesgo automedicarse, teniendo en cuenta los factores de riesgo que hay detrás de la mayoría de los casos de disfunción eréctil. Cuando hay una disfunción es imprescindible el diagnóstico”.

Tabúes, excusas y factores psicológicos
Otro hombre casado que optó por la “prueba empírica de potencia sexual” fuera de su casa cuenta que esa práctica agregó a su vida una nueva preocupación: la de adquirir una enfermedad de transmisión sexual y transmitírsela a su esposa.

El temor al VIH era un fantasma con el que Alfredo Z. (56) no había tenido que lidiar en sus experiencias sexuales de sus años de soltería.

Un factor psicológico que suele rondar las situaciones de infidelidad son los posibles sentimientos de culpa, pero de acuerdo con la experiencia clínica, este es un elemento que influye muy poco como causa de la disfunción eréctil. “Hay casos en los que pueda ser esa la causa, pero son los menos”, asegura el especialista.

Lo que sí puede ocurrir es que la supuesta “culpa” sea una de las tantas excusas que el varón se da a sí mismo al sentir cuestionada su virilidad, porque no le resulta nada fácil asumir que tiene una disfunción eréctil. De hecho, las historias clínicas del Boston revelan que entre los primeros problemas de disfunción eréctil y el momento en que finalmente consultan a un especialista para resolver el problema, transcurren en promedio entre 3 y 4 años.

“Hay que pensar que, en todo ese tiempo de demora, serán miles las excusas que el hombre se ponga para no asumir ese problema que tanto lo angustia”, señala Gómez.

Otro factor que se debe tener en cuenta para no demorar la consulta es que, al ser las condiciones crónicas prexistentes las principales causas de la disfunción eréctil, las dificultades para la erección pueden ser –y de hecho lo son– un indicador precoz a través del cual el organismo “avisa” que algo no anda bien en la salud en general.

Un diagnóstico de diabetes, de hipertensión o de un problema cardiovascular hecho a tiempo puede salvar la vida, y muchas veces ese diagnóstico se realiza a partir de una consulta por disfunción eréctil.