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29 de marzo de 2024
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Parálisis cerebral infantil: cómo mejorarla
En la Argentina, cada año nacen alrededor de 1500 niños con parálisis cerebral, cuadro que puede verse acompañado por la espasticidad. La importancia de una rápida detección, y la clave para no llegar a la instancia quirúrgica
24 de enero de 2014
La parálisis cerebral infantil (PCI) puede definirse como un grupo de desórdenes del movimiento y la postura, que ocurren durante el desarrollo del cerebro en crecimiento, de carácter no progresivo, que limitan las actividades y funciones de quien la padece.

Las lesiones en el cerebro pueden ocurrir durante el período de desarrollo fetal, durante el nacimiento o en el transcurso de los primeros dos años de vida. Una de las causas, es la prematurez.

"La parálisis cerebral infantil (PCI) afecta, habitualmente, a casi el 2,5% de niños recién nacidos por año. A los 5 años, la mitad de ellos padecerán un grado moderado o severo de parálisis. En la Argentina, en el 2011, el 8,5% del total de los nacimientos ocurrieron antes de la semana 37. Se estima que 4 de cada 10 recién nacidos prematuros que pesaron al nacer menos de 1.500 g sufrirán –junto a su familia– las consecuencias de también la
ceguera o la hipoacusia.", explica el Dr. Juan Pablo Albarracín, médico del Hospital de Niños Pedro de Elizalde (Ex Casa Cuna) y del Hospital Universitario Austral.

La PCI en niños produce daños que no son progresivos ni reversibles, y la mayoría de las veces se presentan acompañados de espasticidad, es decir, de un aumento anormal del tono muscular en estado de reposo que se traduce en rigidez muscular. Esto restringe el movimiento normal y limita las experiencias motrices.

Como consecuencia de la espasticidad los músculos tienden a acortarse con el paso del tiempo mientras que los cartílagos de crecimiento en los huesos, crecen. Debido a esta limitación, el cirujano neuro-ortopedista debe realizar cirugías reparadoras.

"En caso que el niño precise de una cirugía de este tipo antes de los 8 años es probable que la misma deba repetirse años más tarde", indica el especialista. Esto se debe al ritmo de crecimiento de los cartílagos y huesos en comparación al crecimiento de los músculos.

Para evitar las cirugías a corta edad existen alternativas como el uso de BOTOX® (OnabotulinumtoxinA) para un tratamiento localizado
de la espasticidad, evitando intervenciones quirúrgicas a temprana edad: "La aplicación de BOTOX® es una de las formas terapéuticas significativas para el tratamiento focalizado de la espasticidad casi siempre presente en el paciente con parálisis cerebral. Permite una mejor recuperación para optimizar su calidad de vida", asegura el especialista.

"En niños pequeños el BOTOX® asociado a la kinesiología y las ortesis, es el trípode para retrasar y hasta evitar la cirugía", explica el Dr. Juan Pablo Albarracín.

El grado de secuelas de la PCI incide directamente sobre la calidad de vida del niño y su familia que deberá acompañarlo y asistirlo en sus actividades cotidianas.

"Con un tratamiento multidisciplinario adecuado se puede progresar significativamente. Un niño que se para y camina mejora en todos los aspectos, por ejemplo, la fortaleza de sus huesos, su sistema respiratorio, su sistema digestivo, evita la luxación de las caderas, mejora el control del tronco etc.", sostiene el Dr. Albarracín, quien a la vez destaca la importancia del rol que ejerce el equipo médico multidisciplinario: kinesiólogos, ortopedistas, terapistas ocupacionales, y fonoaudiólogos, entre otros.