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20 de abril de 2024
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Por Leonardo Coscia
El placer, eje para cambiar hábitos de estilo de vida
Comer rico es un derecho y lo ideal es regalarse a diario una dosis de placer para no descontrolarnos ante lo que más nos gusta. Los esfuerzos para reducir el sobrepeso basados en restricciones mostraron no ser efectivos
17 de octubre de 2014
Es necesario abordar el problema de obesidad desde una nueva perspectiva que involucre al placer en la ecuación –tanto elegir qué comer, como en la elección de la actividad física- pues los esfuerzos basados en la restricción, la prohibición y la regulación han fracasado en su propósito.

A esta conclusión arribaron especialistas en salud reunidos en la segunda jornada de la IV Serie Científica Latinoamericana 2014, que se realizó en Buenos Aires.

Mónica Katz, Directora de la Carrera de Médico Especialista en Nutrición con orientación en Obesidad, de la Universidad Favaloro de Argentina aseguró que “la obesidad es un desorden de aprendizaje”, que puede corregirse pues las personas son capaces de aprender o desaprender conductas que afecten su estado de salud y bienestar.

La especialista en Nutrición con orientación en Obesidad, expuso que el placer no es un “extra” en nuestra vida, sino un componente central que guía nuestras decisiones y puede aprovecharse para incorporar hábitos saludables, pues está demostrado que los esfuerzos para reducir el sobrepeso basados en la restricción, la prohibición y la regulación han fracasado.

Durante su participación en el Simposio Vida Activa y Saludable, Katz aseguró que “la comida es un estímulo fisiológico, no puede ser adictiva porque al comer estamos respondiendo a una necesidad de nuestro organismo".

"No se puede ser adicto a una recompensa natural, porque el placer que encontramos en ello son respuestas naturales”, remarcó la nutricionista.

La experta de origen argentino afirmó que la “demonización” de varios alimentos está limitando la creación de un espíritu crítico y de discernimiento personal sobre lo que más le conviene al individuo para lograr una sana alimentación.

Explicó que los estímulos placenteros guían el aprendizaje, ya que de forma natural el cerebro busca repetir aquellas acciones que generan sensaciones agradables y provocan la liberación de dopamina en el flujo sanguíneo. Así, es posible utilizar este sistema de recompensas para mantener una dieta balanceada reencontrando el placer en la comida, en porciones adecuadas.

En esto coincidió Paul Rozin, miembro de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias, quien afirmó que no se debe sacrificar el buen sabor de los alimentos por su contenido calórico, sino encontrar la medida adecuada en las porciones para poder disfrutar de la comida, sin que ello se traduzca en un aumento de peso.

En la ponencia inaugural de la segunda jornada de la Serie Científica Latinoamericana 2014, Rozin, quien ganó el Premio a la Contribución Científica Distinguida de la Asociación Americana de Psicología en el año 2007, explicó la llamada “paradoja francesa”, como se ha llamado al hecho que Francia tiene un 50% menos obesidad que Estados Unidos, aún cuando los galos comen con más grasas.

Rozin recordó un estudio en el que compararon matemáticamente los tamaños de productos alimenticios individuales de supermercados franceses y norteamericanos. La medición demostró que la ración media de comida en París es de 277 gramos versus los 346 gramos que adquiere en la ciudad estadounidense. O sea, en Estados Unidos las porciones promedio por unidad son 25% más abundantes que en Francia.

“Pienso que la mejor manera de solucionar el reto del sobrepeso es a través de una economía de libre mercado. Hace años las empresas alimentarias respondieron al interés público en los alimentos bajos en grasas y los alimentos orgánicos. Ahora, las empresas alimentarias en los Estados Unidos están produciendo porciones más pequeñas. Esta solución es mucho mejor que la regulación”, afirmó Rozin.

En su oportunidad la doctora Katz afirmó que la mayoría de las estrategias para mejorar los hábitos de vida en la población han sido basadas en la información o enfoques punitivos y prohibitivos.

“Comer rico es un derecho. Todo alimento puede ser parte de una alimentación saludable siempre que sea consumido con moderación”, concluyó.