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23 de abril de 2024
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Por Leandro Selén
Tras el proyecto del cohete
15 de mayo de 2007
Un grupo de investigadores argentinos que elaboró un proyecto de fabricación de cohete anti granizo que estuvo "dormido" durante 40 años retomó esta vieja iniciativa que despertó el interés de varias provincias y la tendrá lista para mediados de 2008.

"Es una historia larga", remarcó a "Asteriscos.tv" Frank Agostino, presidente del Instituto Civil de Tecnología Espacial (ICTE) fundado en 1963 en el barrio de Sarandí, en el partido bonaerense de Avellaneda.

Este grupo de jóvenes investigadores desarrolló en 1965, el Programa Felino, con la fabricación de distintos cohetes que llevaban por nombre Gato Negro, Tigre, Jaguar, Leopardo y Pantera.

Entre ellos estaba el anti granizo, un cohete que se elevaba hasta la altura de la nube y le disparaba hasta desintegrarla y evitar que una catástrofe destruyeras los sembrados.

Sin embargo, este proyecto no prosperó como los investigadores lo imaginaron.

"Después de varios intentos, no se llegó a nada, no hubo apoyo, y se disolvió el grupo", puntualizó Agostino, quien destacó que "en 2003 volvimos a juntarnos porque se cumplían 40 años de aquella experiencia, y nos dimos cuenta que era un momento ideal para revivir la idea".

Era el inicio de la Argentina post convertibilidad, y el país pasó uno de los más competitivos para la producción de tecnología.

Antes de la devaluación, en las provincias de Mendoza y San Juan, las más amenazadas por el granizo, se usaban cohetes rusos con un alcance máximo de 8 kilómetros que es la altura que normalmente alcanzan las nubes graniceras, pero que en la región cuyana no eran del todo efectivos porque ahí las formaciones están a 12 mil metros del suelo.

"Ya con la caída de la convertibilidad, los cohetes rusos se volvieron muy caros", señaló Agostino, quien precisó que "otro sistema que se intentó fue con aeronaves, también una herramienta cara y la vez riesgosa: se perdieron dos pilotos".

En cambio, destacó que el desarrollo del ICTE "es más seguro, económico y eficiente".
"La infraestructura está compuesta de un radar meteorológico que escudriña el área y cuando detecta el comienzo de la formación de la nube, envía la información al puesto de cohetes", explicó Agostino.

Agregó que "cada torre apunta al corazón de la nube, y puede lanzar de 8 a 12 cohetes que alcanzan la altura de la formación".

Otra ventaja además de la altura que alcanzan estos cohetes es que están construido en materiales plásticos, sin partes metálicas como los otros, lo que hace que cuando impacta en la nube se autodestruya sin generar desperdicios que después caigan en la tierra.

"Hay interés tanto del sector público como del privado en este cohete", afirmó Agostino, quien remarcó que "este año se harán las pruebas en el terreno, y en octubre de 2008 estará en el aire".