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18 de abril de 2024
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Por José Calero
Cueste lo que cueste, evitar una híper devaluación
El presidente Alberto Fernández tomó la decisión de reforzar las restricciones cambiarias todo lo que sea necesario con tal de defender a rajatabla las reservas que quedan en el Banco Central y evitar una devaluación ortodoxa, confiaron cerca de la autoridad monetaria
21 de septiembre de 2020
Sin tiempo para celebraciones, la Argentina casi no pudo festejar el acuerdo por la deuda y debió reforzar el cepo cambiario ante una salida acelerada de reservas, en una medida que puso en alta tensión al equipo económico y sobre la cual aún no se habría escrito el último capítulo.

El presidente Alberto Fernández tomó la decisión de reforzar las restricciones cambiarias todo lo que sea necesario con tal de defender a rajatabla las reservas que quedan en el Banco Central y evitar una devaluación ortodoxa, confiaron cerca de la autoridad monetaria.

Rondan los u$s 8.000 millones las reservas de libre disponibilidad, según reconoció un alto directivo del BCRA, aunque en la última semana habrían perforado ese piso, a pesar de las nuevas restricciones.

Así, la Argentina vuelve a optar por el camino elegido por Cristina Kirchner cuando, a poco de comenzar su segundo mandato, aplicó un férreo control cambiario que nunca abandonó.

Era octubre de 2011.

Si Cristina pudo gobernar otros cuatros años, qué impedirá que Alberto Fernández tome el mismo camino, razonan en el mercado financiero, donde los operadores piensan a diario en cómo sacar sus dólares del país, antes que en inversiones de mediano plazo.

En el sector empresarial hay preocupación por los anuncios del Banco Central, luego de ser sorprendidos por una medida que los puede dejar al borde del default.

Decenas de empresas -incluida YPF- deben afrontar vencimientos por un total de u$s 3.300 millones en los próximos meses, y el BCRA ya les avisó que solo facilitará las divisas para solventar el 40% de esos compromisos, y las animó a refinanciar el resto de la deuda.

Representa un duro golpe para compañías que deberían estar aprovechando el excedente de dólares que existe en el mundo, reforzado por la decisión de las Reserva Federal de mantener en un piso la tasa de interés para facilitar la recuperación económica en medio de la pandemia.

Pero la Argentina suele ir a contramano del mundo, y esta vez no parece ser la excepción.

Las mayores restricciones cambiarias castigaron esta semana los activos financieros argentinos e impidieron aprovechar el acuerdo por el canje de deuda.

En el Gobierno la pulseada sobre cómo enfrentar la caída de reservas la gana por ahora el jefe del BCRA, Miguel Pesce, quien tiene una larga trayectoria en la autoridad monetaria, de la cual fue vicepresidente entre 2004 y 2015.

Pesce lidió con el cepo cambiario durante todo el segundo mandato de Cristina Kirchner, por lo que le sobra experiencia en crisis cambiarias. La presidenta del BCRA en aquel tiempo era la actual titular de la AFIP, Mercedes Marcó de Pont.

Por ahora no se pudo lograr el objetivo de reducir la brecha cambiaria, ya que los dólares negociados a través del mercado se mantienen en la zona de los $140 y la diferencia con el oficial ronda el 85%.

En la primera semana de las nuevas restricciones el dólar libre subió 6%, las acciones argentinas en Wall Street perdieron 14% y el riesgo país subió 13%, todas señales negativas por parte de quienes toman decisiones financieras.

Para colmo, sobre el final de la semana el BCRA debió vender unos u$s 100 millones.

La otra señal preocupante es que para los bonos en dólares la caída acumuló un 10% semanal, cuando se esperaba una mejora de precios para los títulos reestructurados.

Consultoras privadas ya advierten que ante las restricciones sobre el acceso al mercado de deuda privado, las decisiones de expansión en la producción, asociadas con la inversión productiva, serán postergadas, lo cual se traducirá en más caída de la actividad.

En definitiva, uno de los problemas de la economía argentina es que no genera las divisas que necesita para funcionar y que la desconfianza desemboca en una feroz fuga de capitales.

Antes de las primarias de agosto de 2019 que confirmaron el cambio de rumbo político, las reservas del BCRA ascendían a u$s 65.740 millones.

El 18 de septiembre último apenas alcanzaban los u$s 42.433 millones.

Así, en poco más de un año se perdieron más de u$s 23.000 millones, un tercio de las reservas, algo que ningún sistema cambiario puede resistir.

Aunque se pudieran usar a pleno, las reservas brutas actuales no alcanzarían siquiera para pagar los u$s 44.000 millones adeudados al FMI, cuyos técnicos ya empezaron a poner la lupa sobre las últimas medidas adoptadas en materia cambiaria y el proyecto de Presupuesto 2021.

Los tecnócratas del Fondo tienen dudas sobre ambos ejes: las restricciones cambiarias van a contramano del dólar libre pregonado por la ortodoxia del organismo multilateral.

Y el proyecto de Presupuesto genera controversia sobre cómo hará el Gobierno para lograr reducir el déficit fiscal en un escenario de tanta incertidumbre económica.

Por ahora, devaluar no es una opción: Alberto Fernández cree que sería la última alternativa. Recuerda que los gobiernos que cedieron ante la presión cambiaria desde la recuperación de la democracia, terminaron antes de tiempo.