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Alicia se estrena este jueves: habla su director
28 de febrero de 2010
Este jueves se estrena la muy publicitada película sobre la niña que ingresa en el país de las maravillas. El realizador explica cómo es trabajar con Johnny Depp y la manera de encarar una producción que tiene versiones en 3D y 2D.

Si se piensa en la combinación entre fantasía y realidad que ha sido, siempre, la clave de la filmografía de Tim Burton, Alicia en el país de las maravillas aparece como una especie de clave, como una historia nacida para ser dirigida por el inventor de El extraño mundo de Jack.

La versión que llegará este jueves a nuestras pantallas, una de las películas más anunciadas del año, implica además el regreso de Burton a las huestes de Disney –donde empezó su carrera como dibujante– y su primera experiencia con el 3D. Aquí, Burton explica cómo fue realizar Alicia, en una nota con Crítica de la Argentina.

–¿Filmó en 3D o se trasladó luego el film a ese formato?

–No lo hicimos con una cámara 3D, sino que capturamos información con otras cámaras y procedimientos. Es una mezcla de cosas. Hay varias razones. Una fue el elemento tiempo: ¡no teníamos cinco o seis años para rodar la película! Además, creo, con las técnicas que usamos –animación pura, acción en vivo manipulada para que parezca algo raro, más otros elementos que agregamos– conseguimos mayor libertad en cuanto a profundidad y capas de material. Por otro lado, yo no puedo ver la diferencia en el material registrado o creado con estas técnicas diferentes, aunque alguien quizás sí pueda. Para mí, la mezcla de cosas era la mejor elección.

–¿Cuáles fueron las técnicas?

–Hay muchas técnicas diferentes. Por razones absolutamente personales, no soy fanático del exhibicionismo o de mezclar técnicas: prefiero que un film sea enteramente de acción en vivo o de animación. Pero aquí era bastante importante por la propia naturaleza del material: todos los medios eran válidos. Por otro lado, una regla que tengo es que si tenemos buenos actores, tenemos que usarlos, no llenarlos de puntitos verdes y transformarlos en otra cosa. No importa el proyecto en que uno trabaje, siempre tiene que usar las técnicas que sean adecuadas para ese proyecto en particular.

–¿Es una secuela o adaptación?

–No es una secuela porque hay muchas historias en los dos libros de Alicia. La meta fue tomar elementos de ambos libros y crear nuestra propia historia. Gran parte de la película está basada en el poema “Jabberwocky”, que en los libros es una parte menor. El libro es más bien episódico y no sigue una estructura lineal. La idea era crear una historia propia con los elementos del libro.

–¿Cómo logró incluir su propio sello en el material?

–En realidad nunca vi una versión de Alicia que me gustara, con la que pudiera de algún modo relacionarme. Así que no había algo como una versión definitiva contra la que estuviera peleando. Además, me atrajo mucho la manera como Linda Woolverton trabajó el guión, desde la perspectiva de cómo los libros de Alicia han afectado nuestra vida. Para mí, se trata de la historia de alguien que usa este tipo de imaginación y esta clase de mundo para tratar de ver en perspectiva los problemas que afectan su propia vida. Es sobre qué es la fantasía y qué es la realidad, y la diferencia entre sueños y vigilia. Sobre cómo no son, para nada, cosas separadas, sino que forman parte de lo mismo. Alicia muestra cómo usamos la imaginación para resolver nuestra vida cotidiana.

–¿Cómo entró la historia de Alicia en su vida?

–Yo soy de Burbank, un suburbio de Los Ángeles, y allí nunca había oído hablar de Alicia en el País de las Maravillas, excepto por el dibujo animado de Disney, el video de Tom Petty y por Jefferson Airplane. A partir de ahí, me di cuenta del poder de esas historias. En realidad llegué a la obra de Lewis Carroll a través de otros ilustradores, músicos, escritores y artefactos culturales en general: toda esa iconografía e imaginería estaban presentes de algún modo en un montón de material. Cuando empecé a trabajar en el proyecto, apareció todo eso y me di cuenta de hasta dónde era importante y actual.

–¿Qué relación tiene el 3D con esta historia en particular?

–En otros tiempos, cuando uno veía una película con anteojitos, salía del cine con un enorme dolor de cabeza. Eso ya no pasa más: es una experiencia mucho más placentera. Personalmente, no soy fanático de los truquitos del 3D, eso de tirarle cosas a la cara al espectador. Creo que el 3D se trata, hoy, de otra cosa, de enriquecer el modo en que uno se acerca al mundo que plantea cada película. Es lo que sucede con el material de Alicia, con un mundo y personajes que crecen y se encogen, con los espacios que cambian constantemente: el 3D ayuda a comprender toda esa experiencia. Obviamente, estas películas no sólo tienen que funcionar en 3D sino también en 2D; ser incluso así un buen film que uno tenga ganas de ver.

En general me parece que el uso del truco es algo del pasado, que hoy se trata más de usar el 3D para colocar al espectador aún más dentro del film. Recuerdo cuando supervisé la conversión de El extraño mundo de Jack a 3D: pensé entonces que era la mejor forma de ver la película, porque uno percibe aún más la textura de los muñecos. Uno siente cosas que en realidad sólo se percibieron cuando estaba en el set de filmación: por eso la aplicación del 3D acerca más la película a lo que uno pensaba que debía ser –en cuanto a texturas y formas– cuando la realizaba.

–¿Cómo creció su relación personal y profesional con Depp?

–No lo sé. En realidad nunca pude mirarlo durante el rodaje porque realmente era como un payaso siniestro. No hicimos demasiado contacto visual durante el rodaje. La verdad, siempre amé trabajar con Johnny desde El joven manos de tijeras. Le gusta mucho crear personajes y probar siempre cosas nuevas, y además no le gusta mirarse a sí mismo, lo que es genial porque me hace las cosas mucho más fáciles. Cada vez que uno le pide algo, trata de hacer algo distinto. Siempre me sorprende: no hay nada mejor que trabajar con alguien a quien conocemos mucho y que, aun así, nos siga sorprendiendo.