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29 de marzo de 2024
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Por Sebastián Martínez
"300": a medio camino entre historia e historieta
28 de marzo de 2007
Primer dato. En el año 480 antes de Cristo, un grupo de 300 espartanos y algunos pocos miles de griegos de otras ciudades libraron la histórica batalla de las Termópilas, con el objeto de detener el avance del ejército persa del emperador Jerjes, formado por un cuarto de millón de soldados.

Los griegos lucharon durante cinco días contra esa gigantesca maquinaria bélica que venía de Oriente, presentando una resistencia que quedaría en la memoria de la Humanidad como uno de los más grandes ejercicios de resistencia militar de todos los tiempos.

Como era de esperar, los griegos liderados por el rey espartano Leónidas terminaron vencidos ante la exhorbitante superioridad numérica de los persas. Pero no puede decirse que haya sido una clara derrota.

Por un lado, los batallones orientales vieron retrasado su avance sobre la península helénica. Por otra parte, las bajas del lado de Jerjes (incontables y, pese a ello, insuficientes para diezmar su ejército) desmoralizaron al bando invasor, que finalmente fracasaría en su lucha por poner a Grecia bajo su sandalia. Pero, fundamentalmente, la insana resistencia logró que la batalla de las Termópilas quedara para siempre en la leyenda y en la historia.

Segundo dato. El historietista Frank Miller, ya conocido en el mundo del cine por las adaptaciones de sus “Daredevil”, “Electra” y “Ciudad del pecado”, retomó en 1998 esa historia de heroísmo griego para dar forma a una de sus logradas novelas gráficas, ésas que le han dado renombre mundial y que ahora lo han acercado a Hollywood.

Ahora bien. Ese es el background, lo que se encuentra detrás de esta película megalómana, impactante, entrentenida y algo obvia que es “300”. El trabajo de llevar la novela gráfica de Miller a la pantalla grande corrió por cuenta del director Zack Snyder, quien tiene un solo largometraje en su currículum y que era un perfecto desconocido por estos pagos. Y hay que reconocer que, para ser su primera apuesta fuerte, “300” es ambiciosa.

La trama, como queda claro, gira en torno a la famosa batalla de las Termópilas (lugar que sufre el infortunio de pasar a llamarse “Hot Waters” en su traslación al inglés). Hay, sin embargo, algunos detalles que vale la pena aclarar.

El protagonista aquí es el rey Leónidas, lider de los 300 espartanos que parten en misión suicida a enfrentar a los cientos de miles de persas que avanzan hacia Grecia. Enterado de las intenciones del rey-dios Jerjes de someter a los pueblos griegos, Leónidas pretende ir a la guerra abierta. Sin embargo, una conspiración política y religiosa detiene sus planes. No podrá, por lo tanto, movilizar a todo el poderoso ejército espartano.

Deberá conformarse con llevarse un puñado de tres centenares de guerreros, a modo de “guardia personal”, para enfrentar al enemigo. Ese movimiento, pone en marcha la película, una película con demasiados pros y demasiadas contras.

Entre los pros se pueden mencionar: a) el reparto, que funciona bien encabezado por Gerard Butler (rey Leónidas) y completado por Lena Headey (la reina Gorgo), Dominic West (el conspirador Theron) y el brasileño Rodrigo Santoro (como un andrógino y enorme Jerjes); b) el respeto justo por la estética del cómic, que nos recuerda donde hunde sus raíces esta película, y c) la sustancia, es decir, la historia verídica detrás de la ficción, tan impactante como real.

Pero también habrá que mencionar las contras de este filme: a) su excesiva linealidad que lleva a que todos los persas sean malos, feos y torpes, mientras que todos los espartanos se muestran apolíneos, nobles y valientes (con excepción, por supuesto, de los traidores que son más malos que los malos de la película); b) la cansadora reiteración de la palabra “libertad” y todas su variaciones, que intenta reencarrilar esta cruenta película sobre la guerra en un alegato ingenuo sobre los valores occidentales, y c) la tónica políticamente correcta, que nos hace extrañar durante un momento al desaforado Frank Miller de “Ciudad del pecado”.

Un comentario aparte merece el aspecto visual de “300”. Impactante es un adjetivo que le cuaja bastante acertadamente. Las imágenes apabullan, una tras otra, fundamentadas en la coloración de la pantalla, en la coreografía bélica y en los innumerables efectos digitales. Pero nada es gratuito. Tanta estetización, tanta cámara lenta y tanto sepia puede cansar un poco cuando ya ha pasado la primera de las dos horas que dura esta obra.

Entre tantos puntos a favor y en contra, “300” termina siendo una película inclasificable. Épica, sin dudas. Impactante, seguro. Entretenida, por cierto. Pero, al mismo tiempo, plana y de digestión rápida. Antes del enfrentamiento final, Leónidas dice a sus espartanos: “Tomen un buen desayuno, porque esta noche cenaremos en el Infierno”. Los realizadores de este filme no arriesgaron tanto. Una pena, estuvieron a un tris de hacerle justicia a uno de los acontecimientos bélicos más salvajes de todos los tiempos.