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25 de abril de 2024
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Por Sebastián Martínez
"Ratatouille": una fina rata en el menú de Pixar
4 de julio de 2007
Pixar no tiene prácticamente fisuras. Es una compañía de animación que entró de lleno en el mundo de los largometrajes en 1995 con la primera parte de “Toy Story” y, desde entonces, no deja de sorprender.

La lista no es tan larga y vale la pena recorrerla. Primero, como dijimos, fue “Toy Story” y el mundo de las películas de dibujos animados ya nunca fue el mismo. Luego llegó “Bichos” y fue como una lección de guión para todos aquellos aspirantes a triunfar en Hollywood. Más tarde, apareció “Toy Story 2”, que superó (si es que eso era posible) a su ilustre antecesora.

Para entonces, todos esperaban algún tropiezo en la carrera ascendente de esta empresa sorprendente. Y se despacharon con “Monsters Inc.”, otra joya de la cinematografía animada. El desafío era cada vez más difícil y crearon “Buscando a Nemo”, otro filme que quedó en la historia.

Las últimas dos creaciones tampoco decepcionaron a los fans. “Los increíbles” es considerada por muchos especialistas como el mejor trabajo de Pixar (aunque muchos otros pensemos que nunca llegará a igualar a la saga de Woody y Buzz Lightyear). Y, finalmente, con algo más de candor, conocimos a “Cars”, esa fábula tan pero tan americana y, sin embargo, más que aceptablemente entretenida.

Ahora llega el turno de “Ratatouille”. Y, como era de esperarse, Pixar lo logra de nuevo y redondea su performance casi imbatible (a diferencia de sus más prolíficos “rivales” de Dreamworks, que tienen genialidades como las dos primeras de “Shrek” y “Hormiguitaz”, pero también filmes más “flojitos” como “Madagascar” y “Lo que el agua se llevó”).

¿Qué es Ratatouille? Es la historia de Remy, una rata de campo que posee el don de saber apreciar los aromas y sabores de la buena comida, no quiere resignarse a hurgar en la basura y, para colmo, ha crecido viendo por televisión y leyendo al chef más famoso del mundo, el parisino Gusteau.

Un inesperado éxodo del campo hacia la ciudad colocará a nuestro Remy en las puertas de la cocina del exclusivo restaurante de Gusteau, recientemente fallecido pero con presencia fantasmal. Y la impericia de un cocinero novato, el torpe Linguini, le dará una inesperada posibilidad para un roedor de tan mala fama: ejercer como chef en una de las cocinas más distinguidas del mundo.

Eso es lo básico. Pero, claro, la gracia está en los detalles. Habrá un jefe de cocina inescrupuloso, habrá una talentosa chef, habrá otras ratas que no entenderán los gustos de Remy por la alta cocina y habrá un exigente crítico culinario que hará las delicias de quienes alguna vez se han asomado al mundo de la literatura sobre la comida.

En Argentina se proyectará este filme en tres versiones distintas. Se anuncia que cuatro de las copias respetarán el idioma original y serán subtituladas. Vale la pena encontrarlas. Un poco por el británico Ian Holm interpretando al villano jefe de cocina Skinner, pero fundamentalmente para escuchar al interminable Peter OToole dándole vida a Ego, el temido crítico culinario.

Prometen que también se repartirán veinte copias en castellano neutro, pero el grueso de la partida serán las 140 copias castellano “argentino”. Allí, dicen los que la escucharon, se lucen Mex Urtizberea como Linguini, Carla Peterson como la cocinera Colette, Marcos Mundstock como el extinto Gusteau y Roberto Carnaghi haciendo en la voz del despreciable Skinner.

De cualquier manera, “Ratatouille” es lo suficientemente sólida para resistir cualquier doblaje. Se haya hecho en México, en Miami, en Buenos Aires o en Los Angeles. Cuando una buena historia sostiene una película apta para todos los públicos de 5 años en adelante, es difícil resistirse.