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19 de abril de 2024
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Por Sebastián Martínez
"Desafío": la potencia y la tragedia de la Historia
6 de agosto de 2009
La persecución y exterminio nazi sobre el pueblo judío ha sido uno de los eventos históricos que más atención ha recibido del cine durante los últimos 50 años. Y dentro de esa suerte de subgénero cinematográfico que se creó en torno a un hecho prácticamente inenarrable, el catálogo de filmes sobre el tema es desparejo y ha ofrecido a la reflexión una infinidad de obras de las más disímiles calidades.

Un primer pantallazo sobre el particular alumbra, citados un poco de memoria, títulos de la más variada laya: desde "La lista de Schindler", de Steven Spielberg, hasta "La vida es bella", de Roberto Benigni, pasando por "Los falsificadores", de Stefan Ruzowitzky, "El niño con el pijama a rayas", de Mark Herman, "Europa Europa", de Agnieszka Holland, y al menos un centenar de películas más.

"Desafío", la nueva propuesta de Edward Zwick (el director de "El último samurai" y "Diamantes de sangre"), puede enrolarse en esta tradición cinematográfica sobre el Holocausto, aunque de un modo particular, que a priori escapa de los convencionalismos sobre el asunto.

La historia, la épica y gran historia real que se oculta detrás de la película, tiene la potencia suficiente para conmover. Al mismo tiempo, debe remarcarse que no está centrada en los campos de concentración donde se perpetró el exterminio y que ha sido el escenario privilegiado de la filmografía sobre el tema. Aquí la acción se traslada a los bosques de Bielorrusia, donde transcurrió el terrible drama de los hermanos Bielski.

En 1941, los alemanes avanzan sobre los territorios bielorrusos y, a su paso, continúan implementando su plan sistemático de exterminio del pueblo judío. Los padres de los cuatro hermanos Bielski son asesinados y ellos (dos mayores, un adolescente y un niño) resuelven escapar hacia los bosques y ocultarse allí de sus predadores.

Poco después, los hermanos Bielski descubrirán que son muchos los que tomaron el camino del bosque como escape de la matanza inevitable, y que son muchos más los que se irán sumando a su improvisada comunidad forestal, en permanente amenaza. El puñado de judíos refugiados se armará, planeará su pequeña guerra de guerrillas, hará excursiones de aprovisionamiento, tomarán contacto con el ejército ruso y, por supuesto, estallarán los conflictos internos y el amor.

Daniel Craig (escindido por un par de horas de su rol de James Bond) interpreta al mayor de los hermanos Bielski, pero el mayor lucimiento queda en manos de Liev Schreiber (el hermano de Hugh Jackman en "Wolverine"). Uno será el lider natural, sereno y contemplativo. El otro, el hermano iracundo, vengativo y furioso. Los dos menores de la familia Bielski quedan en manos de Jamie Bell y George McKay.

El filme está contado con oficio, pero sin demasiada audacia. De hecho, el guión no se priva de caer en variados estereotipos: los alemanes son todos malos, los rusos también, pero Roosevelt no; los intelectuales no saben usar martillos; los discursos hablan de la libertad y de la dignidad en tonos algo grandilocuentes, etc.

Pero la base real de la historia que nos cuenta Zwick es de todos modos conmovedora. Aún recubierta por la pátina del cine más convencional de Hollywood, uno puede acercarse por momentos al drama padecido por los cientos de judíos que prefirieron pasar el invierno imposible de Bielorrusia, antes que entregarse a las manos de sus verdugos.

Con más de dos horas de pantalla, Zwick vuelve a demostrar que tiene capacidades y limitaciones a la hora de contar historias. Y la Historia, con mayúscula, vuelve a interpelarnos para describir lo que el ser humano es capaz de hacer. Para bien o para mal.