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26 de abril de 2024
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Por Sebastián Martínez
"El destino final": fatalismo repetido
16 de septiembre de 2009
El origen de todo este asunto se remonta al año 2000. En ese momento, llegó a las carteleras una película llamada "Destino final", que combinaba terror y fatalismo, y que tuvo el suficiente éxito como para que los productores se pusiesen a pensar en transformarla en una saga.

Por eso, durante toda la década fueron llegando una tras otra las distintas reencarnaciones de "Destino final", todas más o menos parecidas y todas más o menos rendidoras en las boleterías.

De este modo, llegamos a 2009 y los creadores de la saga vuelven a la carga con la cuarta parte de esta historia, a la que le han agregado el artículo "El" para darnos a entender que ésta es la definitiva. Pero lo sorprendente de esta saga (lo que hace asombroso que siga siendo exitosa) es que no se trata de una historia se continúe más o menos a los ponchazos como sucede, por ejemplo, con "El juego del miedo".

Aquí el recurso es más extraño y, ciertamente, más absurdo. La trama no tiene una continuidad de película a película, sino que se repite más o menos en forma idéntica. Se tratan, más bien, de remakes, antes de que capítulos de una saga.

Y "El destino final" no es la excepción. El argumento es el siguiente: cuatro amigos asisten al autódromo local para presenciar una carrera automovilística. En determinado momento de la competencia, uno de los jóvenes tiene una suerte de premonición y experimenta una catástrofe, en la que mueren casi todos.

Sin embargo, el muchacho vuelve en sí y se da cuenta de que él, su novia, su amigo y la amiga de su novia siguen con vida y sentados en las gradas del autódromo. La cosa se pone un poco más tenebrosa cuando empieza a ver, ya en la vida "real", fuera de sus poderes precognitivos, que todo ocurre tal cual él lo presintió.

Ergo, decide escapar del lugar y arrastra con él a sus amigos y algunos otros espectadores de la carrera. Pero este quiebre en el destino fatal no es del agrado de la muerte, que volverá a buscar a cada uno de los sobrevivientes para hacerlos cumplir con su sino definitivo.

No contaremos más del asunto. Pero sí recordaremos, por poner sólo un ejemplo, que el argumento de la primera "Destino final" era idéntico a éste. En lugar de un autódromo en ruinas, el lugar de la catástrofe era un avión en llamas. Y en lugar de cuatro jóvenes amigos era un grupo de egresados secundarios. Pero, por lo demás, el argumento era exactamente igual al de esta cuarta parte.

Sin actores de nombres resonantes, con una estructura y una trama calcadas de sus antecesoras, "El destino final" es apenas un entretenimiento para ver de costado, mientras se hace alguna otra cosa. Y, sin embargo, en los Estados Unidos, donde ya se estrenó, quedó primera en el ránking de recaudaciones.

Eso debe querer decir algo acerca de las preferencias y las tendencias del público norteamericano. Habrá que ver cómo le va en la Argentina, donde la fatalidad es una posibilidad siempre más cercana.