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27 de abril de 2024
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Un filme que fue parte de la agenda en la Casa Blanca
7 de febrero de 2007
El modo en que el falso reportero Borat habla de su país en la película que lleva su nombre llegó a ser tema central de las conversaciones al más alto nivel de la política internacional. Preocupado por la imagen de país atrasado, hiper machista, homofóbico y sexualmente libertino que Borat ofrece de su Kazajastán natal, el verdadero presidente de ese país, Nursultan Nazarbayev, decidió tomar cartas en el asunto.

Pocas horas antes del estreno de “Borat”, el mandatario de Kazajastán se presentó en la Casa Blanca y le expresó a George W. Bush su preocupación por el efecto que el filme podía tener en la platea norteamericana y en la imagen que ésta podía tener de su nación.

El presidente estadounidense, más preocupado por la riqueza gasífera de Kazajastán que por su imagen en el mundo, le permitió Nazarbayev que aclarara ante la prensa las falsedades que se difunden en la película sobre el país asiático y que promocionara el turismo hacia aquella región del mundo.

Ése no fue la única repercusión de “Borat” fuera de las salas cinematográficas. Varias asociaciones que luchan contra la discriminación (sexual y racial) también pusieron el grito en el cielo cuando conocieron el contenido entre satírico y escandaloso de la película.

Pero el “efecto Borat” es sobre todo judicial. El 80 por ciento de los norteamericanos que aparece en el filme entabló demandas contra los productores de la película, por sentir que allí se da una imagen distorsionada de sus opiniones, que -por cierto- dan miedo.