"Enterrado": en Irak abandonado en un ataúd - Asteriscos.Tv
Noticias actualizadas las 24 horas Información clave para decidir
28 de marzo de 2024
Seguinos en
Por Sebastián Martínez
"Enterrado": en Irak abandonado en un ataúd
7 de octubre de 2010
"Enterrado" es una película singular.

A diferencia de muchas que llegan con un gran presupuesto de marketing detrás, la sinopsis de “Enterrado” no parece ser demasiado tentadora para el gran público. Una hora y media de metraje sobre un tipo que fue enterrado vivo en un ataúd con un celular y un encendedor. Y nada más (es decir, mucho más, pero ningún otro personaje visible, ni acción fuera de la caja, ni violencia física, ni contacto humano, etc.).

Pero, a A diferencia de muchas películas que llegan con un gran presupuesto de marketing detrás, “Enterrado” es una buena película. Incluso, una muy buena película, dicen algunos.

Un dato interesante de esta película es que se trata, aunque parezca otra cosa, de un filme español. Está integramente hablada en inglés, trata sobre las desventuras que debe atravesar un personaje nacido en Michigan y es protagonizada (y monopolizada) por Ryan Reynolds, una cara más o menos conocida de las comedias románticas de Hollywood. Y, sin embargo, es española, su director es Rodrigo Cortés y todo el equipo técnico y creativo es de la península.

El argumento es el siguiente. Paul Conroy es estadounidense y civil (camionero, para más datos). Y resulta que está en Irak prestando servicios para una de las tantas compañías que se lanzaron a beneficiarse de la “reconstrucción” del lugar, luego de la invasión. Pero el buen dinero que iba a cobrar por sus servicios pasa a un segundo plano, cuando el convoy en el que viaja es atacado por fuerzas locales y él es secuestrado.

Herido, confundido, dolorido, Conroy despierta y descubre que está atrapado en un cajón, presumiblemente bajo tierra, y que lo único que tiene en su poder es su teléfono celular (con la batería apenas por encima de la mitad) y un encendedor. Por supuesto, la situación comienza a cobrar algo de sentido para él cuando el celular suena y una voz con acento árabe le dice que debe conseguir cinco millones de dólares o lo dejarán morir allí enterrado, “como un perro”.

A partir de entonces, comenzará la ronda frenética de comunicaciones: el FBI, la empresa para la cual trabaja, su familia, los secuestradores, etc.

Y, mientras tanto, mientras los 95 minutos de película avanzan, la cámara nunca se aleja demasiado del ataúd (de hecho, apenas si hay alguna toma por las grietas del cajón y no mucho más). Y, lo sorprendente del caso, es que funciona.

Es decir, la película funciona. Con una sola cara visible (aunque una multitud de voces), el filme no sólo se sostiene, sino que (casi siempre) logra transmitir la sensación de claustrofobia, desesperación y angustia de ese sujeto que tiene los minutos de oxígeno contados, una batería de teléfono menguante y muy poca colaboración del exterior.

Y cuando uno dice que funciona, hay que aclarar que no está hablando de una obra maestra. Pero sí de un filme que ha logrado los varios obstáculos que se había impuesto a sí misma. Uno de ellos es el propio Reynolds, un actor que no despertaba la más mínima confianza (relegado por lo general a personajes sosos en comedias rosas) y que aquí trabaja para el elogio.

El resto de los obstáculos son los que surgen naturalmente de hacer un filme que transcurre totalmente dentro de un ataúd (es decir, visualmente dentro de un ataúd). La película rompe ese encierro y atrapa al espectador.

Quizás a uno (si se pone quisquilloso) le pueda quedar la sensación de que no se trata más que de un logrado ejercicio.

O el resultado de una apuesta (¿a qué no eres capaz de filmar una película que transcurra dentro de un ataúd?). Pero lo cierto es que en el actual panorama del cine de suspenso, “Enterrado” se ha ganado su sitio. A fuerza de trabajo y de claustrofobia.