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Por Sebastián Martínez
"Todo un parto": otra extraña pareja
3 de noviembre de 2010
Hace poco más de un año, el estreno de una película titulada en la Argentina como “¿Qué pasó ayer?” vino a sorprendernos. Comedia desesperante, un poco pasatista y bastante elegante, ese trabajo nos anunciaba que el director Todd Phillips (a quien ya lo conocíamos por “Stark y Hutch” y “Viaje censurado”, entre otras) finalmente había encontrado su tono.

Esa película, tal como ha ocurrido con otras como “El proyecto Blair Witch” o “Actividad paranormal” constituyó, además, un extraño fenómeno de taquilla. Sin mucha promoción, sin actores de renombre, sin glamour, conquistó al público de los Estados Unidos y multiplicó en las boleterías la pequeña inversión original.

Ahora llega a nuestras manos “Todo un parto”. Y, nuevamente, Phillips demuestra que ya no es el principiante director de comedias anodinas, sino que ha alcanzado su grado de maduración óptima, su lugar en el mundo.

Por supuesto, lo más probable es que Phillips no termine ocupando un sitial destacado en la historia del cine. Pero de “Viaje censurado” (2000) a “Todo un parto” (2010) hay un abismo. Un recorrido que nos habla del crecimiento de un director. Aunque ahora Phillips corre con una desventaja: luego de “¿Qué pasó ayer?” ya no cuenta con el elemento sorpresa a su favor.

La historia de “Todo un parto” comienza en un aeropuerto. Allí, Peter Highman (interpretado por Robert Downey Jr., a quien ya conocemos de sobra) conocerá a Ethan Tremblay (personificado por Zach Galifianakis, quien deslumbró en “¿Qué pasó ayer?”). Y, desde el primer momento, las cosas entre ellos no marcharán bien.

Un taxi que termina con su puerta arrancada, una confusión con las valijas, un paquete de marihuana detectado en la aduana, la mención de las palabras “bomba” y “terroristas” a bordo de un avión… Todo se conjuga para que Peter y Ethan terminen abandonando el vuelo que los iba a llevar a Los Angeles. Pero sus urgencias son muy distintas: Ethan quiere conocer la costa Oeste porque quiere triunfar como actor luego de la muerte de su padre, Peter debe volver a su casa porque su primer hijo está a punto de nacer.

Lo cierto es que, por una serie de giros argumentales que no vale la pena adelantar, Peter y Ethan (el primero irascible y práctico, el segundo insoportable y extrañamente cálido) terminarán juntos en el mismo auto (junto a un perro), dispuestos a atravesar los Estados Unidos para llegar a California.

Y allí comienza verdaderamente la película, una curiosa “road movie” donde los kilómetros irán cimentando una relación imposible entre dos hombres que deberían odiarse y terminarán compartiendo algo más que una aventura.

Desde ya, Robert Downey Jr. puede hacer este tipo de películas casi sin despeinarse. Al hombre le sobran cualidades. Y en cuanto a Galifianakis, por momentos parece sobreactuar, pero en algún momento del filme entendemos que no es el actor quien está cometiendo errores, sino que el propio personaje le exige, de tanto en tanto, alguna exageración. Por allí también muestran sus caras fugazmente Juliette Lewis, Michelle Monaghan y Jaime Foxx, y ninguno desentona.

Tal como ocurría con “¿Qué pasó ayer?”, este filme termina saliéndose de los moldes habituales de la comedia hollywoodense para ofrecer algo un poco más elevado. Quizás no sea una de las mejores películas del año, pero alcanza para oxigenar un poco el ambiente.