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Por Sebastián Martínez
"Poder que mata": traición en Washington
11 de mayo de 2011
Hay películas que valen más allá de su valor cinematográfico. Este podría ser el caso de "Poder que mata", un filme cuyos méritos no pasan por lo estrictamente fílmico, sino por la historia real en la que está basada.

Quienes no sean habitués de las páginas de internacionales de los diarios quizás no recuerden el nombre de Valerie Plame. Pero lo cierto es que hace unos ocho años, la mujer estuvo en la tapa de todos los medios del mundo, por culpa del gobierno de los Estados Unidos.

Plame era una agente de la CIA que realizaba operaciones encubiertas, fundamentalmente en Medio Oriente. Al mismo tiempo, era una mujer con dos hijos pequeños y un esposo llamado Jospeh Wilson, que había sido un importante diplomático en Africa y también en Medio Oriente.

Dentro de las complejidades que puede tener un matrimonio entre una agente de la CIA y un ex embajador, las cosas marchaban relativamente bien hasta que dos cosas ocurrieron simultáneamente, meses después de los ataques a las Torres Gemelas.

Por un lado, ella organizó una misión para conocer el estado del programa de armas nucleares de Irak. Y llegó a la conclusión de que no existía tal programa. Que Irak no tenía armas de destrucción masiva.

Paralelamente, ella recomendó a su esposo ante la CIA para que realice un viaje a Níger, donde debía averiguar si era cierto que ese país africano le había vendido uranio a Saddam Hussein. Y llegó a la conclusión de que no había existido tráfico alguno de uranio entre África e Irak.

Sin embargo, pocos días después, ante el Congreso, George W. Bush anunció que los Estados Unidos iban a la guerra contra Irak. Y, entre las razones de la entrada en conflicto, mencionaba la existencia de un programa de armas nucleares y la compra de uranio por parte de Saddam Hussein a Níger.

El esposo de Valerie Plame decidió publicar una nota en un diario desmintiendo a Bush y poco después todo se salió, una vez más, de cauce. Funcionarios del propio gobierno filtraron la identidad de Plame, revelaron que ella era agente de la CIA y expusieron su seguridad y la de su familia.

Esta es la historia que cuenta "Poder que mata", la historia de una traición al mayor nivel del Estado comandado por Bush hijo. Y lo hace con Naomi Watts y Sean Penn en los papeles protagónicos, lo que funciona como garantía de solvencia.

Si bien por momentos cae en una excesiva idealización de su pareja protagónica, el filme logra transmitir la complejidad de la burocracia y la ambigüedad de los valores morales que suele campear en los escritorios de Washington.

"Poder que mata" cuenta una historia que es mejor conocer. No es un motivo menor para verla.