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Temen que Líbano vaya rumbo a otra escalada de violencia
El grupo radicalizado Hezbollah se retiró del gobierno de coalición y se abren muchos interrogantes sobre el precario equilibrio en ese sufrido país
13 de enero de 2011
El Líbano vuelve a tornarse impredecible.

El presidente del Líbano, Michel Suleiman, le pidió al primer ministro Saad Hariri que continúe al frente de un Ejecutivo provisional luego del colapso de su gobierno por la renuncia de ministros del movimiento Hezbollah y partidos aliados.

Suleiman dijo que aceptó la renuncia de Hariri pero le solicitó seguir al comando de los asuntos cotidianos del volátil país como premier provisional hasta que se formen una nuevo gobierno y gabinete.

Hariri estaba en Washington reunido con el presidente Barack Obama cuando Hezbollah y partidos aliados derribaron su gobierno con la dimisión de 11 ministros en protesta por una investigación de la ONU del asesinato de su padre, el ex premier Rafik Hariri.

El jefe de gobierno libanés tiene previsto reunirse esta tarde en París con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, antes de regresar al Líbano.

Rafik Hariri murió en un atentado con coche bomba en Beirut en febrero de 2005, y se espera que el tribunal de la ONU que investiga el caso mencione a miembros de Hezbollah en su inminente acusación preliminar, que se espera en las próximas semanas.

Hezbollah, que niega su participación en el crimen, exigió a Hariri que interrumpiera la cooperación con el tribunal de La Haya y suspendiera los fondos que le suministra, una solicitud que el premier rechazó.

El secretario general de la Liga Arabe, Amr Mussa, dijo hoy que aunque los asesinos de Hariri deben ser castigados, cualquier apuro en presentar acusaciones contra Hezbollah podría generar aún más tensiones, informó la cadena CNN.

"El tribunal debería estar por encima de la política y la Justicia debería hacer su parte y el Líbano tiene que tener un gobierno", dijo Mussa en la capital de Qatar, Doha.

Hezbollah es apoyado por Irán y Siria, y Hariri tiene el respaldo de Arabia Saudita y EEUU.

Observadores políticos temen ahora que Hezbollah extienda la confrontación directa con los sectores que responden a Hariri, de tendencia prooccidental, del ámbito político a las calles.

La violencia es siempre una gran preocupación cada vez que se generan tensiones internas en el Líbano, donde los musulmanes chiitas, los sunnitas y los cristianos constituyen cada uno de ellos una tercera parte de los 4 millones de habitantes.

La crisis abierta por la caída del gobierno es la peor desde 2008, cuando una ola de enfrentamientos intercomunitarios dejó 81 muertos y estuvo a punto de sumir al Líbano en otra guerra civil como la que desangró al país entre 1975 y 1990.