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Cristina quería una relación más estrecha con Estados Unidos
La información surge de cables filtrados por Wikileaks y revela la fascinación que tenía la presidenta argentina con Barack Obama. Los tiempos luego cambiaron
13 de marzo de 2011
A puertas cerradas en su despacho de la Casa Rosada y sin más testigos que ella misma y el embajador estadounidense Earl Anthony Wayne, que iba a despedirse antes de marcharse a Afganistán, la presidenta Cristina Kirchner habló sin tapujos.

Criticó a su colega venezolano, Hugo Chávez, por "hablar sin pensar antes", defendió y elogió al presidente Barack Obama e insistió en que quería mantener "relaciones más estrechas con Estados Unidos".

Ocurrió el 27 de mayo de 2009, según relató Wayne en el mensaje "confidencial" que envió dos días después a Washington, que forma parte de los más de 2.500 cables emitidos por el gobierno de los Estados Unidos sobre la Argentina que obtuvo WikiLeaks y que cedió a LA NACION (de lo que se informa por separado).

La Presidenta le remarcó a Wayne que "siempre" quiso mantener "buenas relaciones" con la Casa Blanca, lo que había sido "difícil" antes, en alusión al republicano George W. Bush. Pero que ella estaba "muy, muy complacida" con la actitud del demócrata Obama, por ejemplo, hacia Medio Oriente.

Antes y después, ella y media docena de sus colaboradores más cercanos expresaron repetidas veces sus deseos de concretar una reunión con Obama, por el que ella dijo sentirse "fascinada", una expresión que contrastaba con la "mentalidad caribeña" de Chávez, al que, sin embargo, defendió, aunque con marcados matices.

"Chávez está equivocado", escribió Wayne que le había dicho la Presidenta, cuando el embajador lamentó que el venezolano dudara del compromiso reformista de Obama.

"A menudo habla sin pensar antes", añadió la Presidenta, según el embajador, que luego completó la respuesta presidencial entrecomillada: "Todos debemos ser más cuidadosos con lo que decimos en público".

"No entiendo la mentalidad de Chávez", dijo Wayne, dando otro paso, según su propio cable, a lo cual Cristina Kirchner replicó: "Es caribeño [y] lleno de sorpresas". Trece meses antes, había ofrecido un comentario similar sobre el líder bolivariano y su "mentalidad caribeña".

Esos y otros 18 cables reservados de la diplomacia norteamericana ofrecen una mirada distinta de la que se conoce sobre las relaciones entre Buenos Aires y Washington por detrás de las declaraciones oficiales. Muestran, por lo pronto, un fuerte contraste entre el aparente desinterés oficial de la Casa Rosada por la inminente gira de Obama por Brasil, Chile y El Salvador -del 19 al 23 de este mes-, y los pedidos de los funcionarios argentinos durante más de un año para que el mandatario recibiera a la Presidenta.

Según se desprende de los cables emitidos por la embajada entre 2009 y 2010, el actual canciller y ex embajador en Washington, Héctor Timerman; su antecesor al frente del Palacio San Martín, Jorge Taiana; el entonces jefe de Gabinete y actual vicecanciller, Alberto D'Alotto; el ex jefe de Gabinete Sergio Massa, y el ministro de Economía, Amado Boudou, entre otros, abogaron por ese encuentro, apelando a los potenciales riesgos de demorarlo y los posibles beneficios si se concretaba.

"Si Estados Unidos no la cultiva [la relación con la Presidenta], otros lo harán", lamentó Taiana ante la actual embajadora norteamericana, Vilma Martínez, en una mezcla de sugerencia y advertencia, el 18 de septiembre de 2009, durante la reunión en que ella presentó sus cartas credenciales.

Como canciller, Taiana le expresó a la diplomática en aquel primer encuentro que era de alta prioridad concretar la cumbre porque, de otro modo, habría un costo para la relación. Para la Presidenta, según dijo, era un bochorno que no se concretara, de lo cual se regodeaba la oposición.

Algo similar ocurrió con Boudou, en su primer encuentro con Martínez, en noviembre de 2009. Sin mucho prólogo, el ministro le comentó que sabía de los rumores sobre una posible gira de Obama por la región. Le aclaró que, de ser así, sería importante que la Argentina fuera incluida, ya que el país "se está moviendo hacia una visión más cooperativa y orientada hacia los mercados en su política económica internacional, y una visita podría acelerar el impulso de ese cambio".

Sin embargo, la escala en Buenos Aires quedó fuera de la gira y una reunión formal entre ambos presidentes -más allá de encuentros casuales en la Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago o en las del G-20 en Washington y Londres- continúa pendiente, en contraste con lo que ocurrió con sus pares de Brasil, México, Chile, Colombia y Perú.

"No puedo ignorar eso", le planteó la propia Cristina Fernández de Kirchner a una delegación de cuatro legisladores -Eliot Rangel, Shelly Berkley, Pedro Pierluisi y Lynn Wolsey-, que la visitó en enero de 2010 en su despacho de la Casa Rosada.

La Presidenta planteó por entonces sus primeras objeciones sobre la "administración Obama, que, por el momento, no ha cubierto las expectativas". Eso lo ejemplificó con las diferencias por la crisis de Honduras, la presencia militar en Colombia o el conflicto árabe-israelí.
Contrastes

Fernández de Kirchner también expuso dos contrastes. Bush había recibido a su marido Néstor Kirchner un mes después de que el patagónico ganara los comicios y "a pesar de las diferencias políticas". Y Obama recibió al presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva a pesar de un voto opuesto de Brasil a los intereses de la Casa Blanca en la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA, en inglés). Incluso Lula había recibido al mandatario iraní, Mahmoud Ahmadinejad.

Engel prometió transmitir su frustración y abogar (al igual que los otros legisladores) por que se concretara la reunión bilateral con el "Potus" -por "president of the United States"- que sigue pendiente, mientras que la Presidenta comenzó a ampliar su distanciamiento de la Casa Blanca.

Así, pasó de recibir en la quinta de Olivos, bromear con el embajador Wayne, declararse "una gran admiradora del espíritu cívico de Estados Unidos", y ser vista por la embajada como "una fanática del a merican way", a defender otra vez sin matices a Chávez ("un amigo") y criticar a la Casa Blanca, distanciamiento que, aun a pesar de un breve encuentro con Obama en la Cumbre Global de Seguridad Nuclear del 13 de abril, terminó con el incidente del avión militar en el Ezeiza, el 10 de febrero pasado.

Lejos quedaron también las dos ocasiones en que ella celebró su vínculo con Barack Obama. La primera, en noviembre de 2008, cuando el flamante presidente electo la llamó por teléfono. "Me dijo que quería saludarme, hablar conmigo, y dijo que tenía muchas ganas de conocerme y poder hablar personalmente", dijo por entonces. La segunda ocasión fue el 25 de mayo de 2009, cuando recibió una carta de salutación de Obama por el aniversario patrio.

Un día después, la embajada cerró con un comentario entre irónico y lapidario su cable informativo. "La obamamanía argentina parece que llevó a Cristina Fernández de Kirchner a reaccionar eufóricamente ante un mensaje rutinario, aunque cálido y refinado, por el día nacional", informó Wayne. "Los argentinos, una vez más, hicieron una montaña de un puñado de tierra, pero esta vez, felizmente, a nuestro favor. Lo tomamos como que CFK y los argentinos esperan ansiosamente signos de aprobación del presidente Obama".