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19 de abril de 2024
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Las villas miseria en BBC Mundo de España
7 de septiembre de 2009
El diario BBC Mundo de España publicó “El otro boom de la construcción”, recopilando datos de que casi el 7% de los habitantes de la ciudad viven en millas miseria, o sobre la llegada de 11 familias por día en promedio a algunas de las 14 villas miseria y no menos de 40 asentamientos comprendidos dentro del perímetro de la capital argentina.

Los índices de pobreza urbana se han disparado en la Argentina, y con ellos el déficit habitacional.

Sin espacio para acomodar nuevas viviendas en sus intrincados pasillos y calles de tierra, las villas de emergencia de Buenos Aires crecen sin pausa... Hacia arriba.

En cuestión de semanas, allí donde antes había una casilla de chapa y ladrillo sin revocar, bien puede levantarse una estructura igualmente precaria pero de dos niveles, que luego serán tres o más.

La transformación del paisaje edilicio en barrios marginales no hace más que reflejar estadísticas recientes: según los sondeos del gobierno, la población en las llamadas "villas de emergencia" porteñas creció 25% en los últimos dos años, para albergar hoy a unas 200.000 personas.

Muchos de los recién llegados a las villas pasaron con los subsidios que entrega el gobierno en casos de desalojo forzado, arribaron aquí para comprar la única vivienda a la que podían acceder con el dinero que tenían en mano.

Las casillas precarias, construidas en terrenos estatales, cotizan entre $15.000 y 20.000 (u$s 4.100 a 5.500).

Las que están cerca de la calle valen bastante más, y el flujo incesante de recién llegados dispara los precios hasta límites impensados unos años atrás.

En el Playón de Chacarita viven unas 800 familias, en lo que antes era un baldío desocupado tras la privatización de los ferrocarriles, en los 90.

La vida del asentamiento transcurre detrás de un muro de cemento descascarado, lo suficientemente alto como para hacerlo invisible para un transeúnte distraído. Hay dos entradas para todo el predio, y sólo una accesible para vehículos, por la que ni siquiera se aventuran ambulancias o patrulleros.

Adentro, las casas de ladrillos anaranjados, chapas y cartón corrugado, se amontonan en pasillos angostos, polvorientos en verano y encharcados cuando llueve.

Ante el crecimiento explosivo de la construcción "villera", las respuestas de las autoridades de Buenos Aires son de corte pragmático.

Aseguran que hoy es impensable trasladar villas y asentamientos enteros, porque no hay espacio físico en la ciudad para reubicar a sus habitantes.

Y porque cada sector que despejan las autoridades, es de inmediato tomado por otra camada de desplazados.

Así, la política de "erradicación", en práctica desde los años '60, ha sido de a poco reemplazada por la idea de "urbanización".

"El plan consiste en proveerles infraestructura -agua, cloacas y pluviales-, formalizar el tendido aéreo de electricidad y hacer calles para resolver la cuestión de la inseguridad. Es decir, se trata de pasar de lo informal a lo formal", señala a BBC Mundo Federico Angelini, director de la Unidad de Gestión de Intervención Social (UGIS) del gobierno porteño.

La ciudad asignó un presupuesto de $ 200 millones (u$s 5,5 millones) a la gestión en villas durante 2009. Según las autoridades, la meta es convertir en barrios dos de las 14 villas principales antes de finales de año.

El problema del crecimiento de las viviendas precarias, sin embargo, es uno de los desafíos mayores. Las autoridades reconocen que el aumento poblacional es exponencial, sobre todo por la llegada de migrantes de países limítrofes, que hoy constituyen el 70% de los habitantes de estos asentamientos.

Tanto que hace unos meses el gobierno porteño propició la idea de colocar un sistema de vigilancia policial en los accesos de las villas más céntricas, para impedir el paso de camiones con materiales de construcción.

En tanto, en el corazón de las barriadas, los propios residentes organizan mesas de trabajo para tener voz en las decisiones urbanísticas que los afectan.

En el Playón de Chacarita, el primer paso -por paradójico que suene- es lograr que las autoridades reconozcan el lugar como una villa miseria.

Es que, por el momento, esta concentración urbana es técnicamente considerada "asentamiento", una categoría por debajo de las villas que no garantiza siquiera el acceso a los fondos del gobierno.