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Una enfermera sin fronteras, con ganas de ayudar
20 de diciembre de 2006
En Argentina y en el mundo hay una gran escasez de enfermeros, por eso los países desarrollados tientan con buenos sueldos en dólares y en euros a los enfermeros argentinos para que trabajen en el exterior y, hasta incluso, se les facilita la ciudadanía para darles mayor seguridad.

Clara Delacre, tiene 31 años y vivió siempre en el partido de Tigre; es enfermera desde 1998, luego alcanzó el título de Licenciada en Enfermería en 2002 en la Escuela de Enfermería de la Universidad Austral, maneja varios idiomas y quiere progresar en su carrera. Ella también decidió trabajar en el exterior, pero no para cobrar mejores sueldos, sino para darse y cuidar a quienes más lo necesitan.

En julio de 2006 Clara se incorporó a Médicos Sin Fronteras (MSF), una ONG internacional que se dedica a la ayuda de poblaciones en situación precaria y a las víctimas de conflictos, hambrunas y catástrofes de origen natural. La institución fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1999 por ser pionera en el trabajo humanitario en varios continentes.

Actualmente, MSF cuenta con dos mil voluntarios trabajando en programas humanitarios en setenta países. Clara es una voluntaria más y como destino le tocó Níger, un país ubicado al noroeste de África, donde, según la UNESCO, sólo el 14,4% sabe leer y escribir con una mortalidad infantil de 260/1000 y una pobre esperanza de vida de 40 años.

En el último Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, Níger es considerado el peor país con acceso a agua potable y servicios básicos. Uno de los problemas que se encuentra en Níger es que el 50% del país es desierto (Sahara) y el resto es sahel, que es un intermedio entre el desierto y la sabana. La zona cultivable es solo el sahel, pero sólo en la época de lluvias, ya que en la época seca poco se diferencia del resto del desierto.

Además, la forma de cultivo es manual y las cosechas no son suficientes para la población. Por lo que el problema de malnutrición es grande en este país. Entre la patologías más frecuentes están: paludismo en la época de lluvias, con epidemias de cólera, meningitis, fiebre tifoidea, infecciones respiratorias, TBC y otras como en NOMA e infecciones cutáneas.

Clara comenzó a trabajar en respuesta a una epidemia de malnutrición, a lo que luego se sumó la atención primaria y el apoyo a la pediatría de un hospital local. La pediatría del hospital era nula, sostiene Clara.

Es decir, armamos la pediatría de cero. Ahora tenemos un servicio con 15 camas, hemos visto un promedio de 80 chicos por mes. Mi trabajo acá es sobre todo de coordinación, supervisión y formación in situ del personal nacional y gestión de la farmacia, recursos humanos y materiales. Se trabaja con gente del país, enfermeras y enfermeros recibidos en la universidad nacional. También tenemos muchos casos de consulta en lactancia materna, ya que hay pueblos que, por cultura, a los recién nacidos no se les da nada de comer hasta que pasen 4 días, y los bebes bajan de peso y se deshidratan, comenta Delacre.

La enfermera destaca que es increíble, pero en algunas culturas es muy difícil que acepten la lactancia materna como lo mejor para el recién nacido, y les dan leche de cabra, porque la mamá no tiene leche.

Pasa el tiempo y su trabajo cada vez se extiende más, debido a la gran necesidad de atención que tiene la población: También hemos comenzado con un programa nutricional ambulatorio que consiste en ir por los pueblos. Ahí se pesa y talla a los chicos, se les hace la consulta, se les da el tratamiento de medicamentos y antes de ir a la distribución de comida, pasan por un sector que llamamos sensibilización, donde se trabaja en educación y se habla sobre alimentación, higiene, prevención de enfermedades y los temas que vayan surgiendo. Es un trabajo muy lindo y es interesante ir a los distintos pueblos y trabajar con los locales, las mamás y los chicos.