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25 de abril de 2024
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Bajar de peso podría evitar el cáncer de próstata
4 de enero de 2007
Una investigación norteamericana mostró que el descenso de peso en hombres está ligado a la prevención de tumores prostáticos. Los expertos dicen que el 30 por ciento de estos cánceres está relacionado con la obesidad. Por lo general, la mayoría de las afecciones, cualquiera sea el punto particular del organismo al que van dirigidas, son multicausales, es decir, hay diversos agentes que influyen en su aparición y desarrollo.

El cáncer no escapa a esta categorización pues, más allá de la información genética, la suma de factores de riesgo, entre los que se encuentran el sobrepeso y el estrés, cumple un rol fundamental a la hora de evaluar el avance de esta condición. De acuerdo con un equipo de investigadores de la Sociedad Americana del Cáncer (ACS según sus siglas en inglés) y el Centro de Próstata de la Universidad Duke, el descenso de peso y la realización de una dieta controlada podrían ayudar a evitar la aparición del cáncer de próstata.

Luego de analizar la situación de 70 mil hombres en el lapso comprendido entre 1982 y 1992, los científicos determinaron que los hombres cuyo peso se redujo cinco kilos o más presentaron menos posibilidades de padecer cáncer de próstata en comparación con sus pares que mantuvieron su peso o engordaron.

Según publicó la agencia de noticias Pro-Salud News, el doctor Mario Bruno, médico oncólogo, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Álvarez indicó que “aún no está totalmente claro el papel del aumento o descenso de peso en la incidencia del cáncer de próstata pues, hasta el momento, el factor fundamental es la acción de la hormona masculina – testosterona – sobre el tejido prostático.

Sin embargo, dado que ésta tiene compuestos grasos, uno podría pensar que un obeso tiene más carga hormonal y por lo tanto mayor riesgo. Esta hipótesis está sostenida por la Sociedad Americana del Cáncer que afirma que el 30 por ciento de los tumores de próstata están relacionados con la obesidad aunque continúan investigando en qué medida”.

Por su parte, el doctor César Blajman, médico especialista en oncología, jefe del Servicio de Oncología del Hospital J. Iturraspe de la Provincia de Santa Fe, postuló: “La dieta es uno de los llamados ‘factores ambientales’ que deben ser tenidos en cuenta en el cáncer. Pero aún no está claro cuáles son los alimentos que habría que evitar o cuál es la mejor dieta. Sin embargo, se sabe que los regímenes basados en alimentos ricos en hidratos de carbono o grasas no son los más recomendables”.

En este sentido, de acuerdo con el doctor Bruno y tal como sucede en otras afecciones, “bajar de peso ayuda, colabora y permite contar con un factor de riesgo menos; pero el sobrepeso no es un agente directamente relacionado con el cáncer de próstata pues si bien adelgazar puede contribuir a disminuir la incidencia en un pequeño porcentaje, la aparición de la enfermedad obedece a otras causas principales”.

“Sobre el tema de la dieta, lo destacable es que dado que el cáncer de próstata no se desarrolla de un día para el otro y desde el momento del primer indicio (tumor intraepitelial), hasta la aparición de cuadro en sí, pueden pasar hasta 30 años es fundamental cuidar la dieta para retrasar el inicio de la enfermedad o atenuar su avance”, detalló el doctor Blajman.
Según los resultados de la investigación que forman parte de la reciente edición de la publicación Cancer Epidemiology, Biomakers & Prevention, los hombres que lograron bajar más de cinco kilos a lo largo de la experiencia, presentaron 42 por ciento menos posibilidades de desarrollar cáncer de próstata.

En cuanto a los que no pudieron eliminar los kilitos de más, no fue posible determinar si ése fue un factor fundamental para el desarrollo y avance de la enfermedad o si sólo se trató de uno más. “Es un hecho que los pacientes obesos que además tienen cáncer de próstata, presentan, por lo general, estadíos más avanzados de la enfermedad.

Incluso, es mucho más difícil llevar adelante tratamientos quirúrgicos, por ejemplo. El punto de la cuestión es que determinadas dieta provocan alteraciones genómicas que hacen que las enzimas no trabajen y las células cancerosas se desarrollen más rápidamente”, concluyó Blajman.