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Por Leonardo Coscia
¿Qué es el trastorno bipolar?
27 de abril de 2007
Muchos lo llaman el “mal de los genios”, ya que lo sufrieron figuras de la talla de Edgar Allan Poe, Miguel Angel, Virginia Wolf, Piotr Tchaikovsky, Cary Grant y Vincent Van Gogh. Afecta por igual a mujeres y varones, a cualquier edad, incluso en la infancia; sólo se diagnostica a un tercio de los pacientes, y sólo un tercio recibe el tratamiento adecuado. El 40 % de estas personas no puede trabajar; el 60 % de ellos consume alcohol, marihuana o cocaína, y entre el 15 y el 20 % de estas personas, que no reciben atención médica, se suicidan.

El trastorno bipolar, también denominado enfermedad maníaco-depresiva, es un trastorno de estado del ánimo. El paciente bipolar es una persona normal que sufre una enfermedad, cuya gravedad puede, alterar en forma intensa la personalidad. En este trastorno u enfermedad se combinan episodios o síntomas de manía, que luego pueden desaparecer o variar hacia una depresión, esto puede realizarse 1 o 2 veces en el año; estas variaciones de uno hacia el otro síntoma, se denominan “ciclos”, por ejemplo ciclo de manía o ciclo de depresión, o también “ciclados”; a veces, pueden presentar más de 2 ciclos en el año o hasta en un mismo día, pueden ciclar.

El trastorno bipolar es muy característico, a veces, el 1er. Síntoma, es una disminución en el sueño, la persona duerme pocas horas o casi no duerme y se encuentran en su cabeza con numerosas ideas y lleno de energía y eufórico. Durante el día, presenta una actividad desmedida, habla de numerosos nuevos proyectos o sensaciones de “jets” de ideas, que circulan por la cabeza y no se puede ponerse a detener en cada una de ellas, con la gente es muy sociable y alegre, pero al hablar en demasía, sin parar, y al no poder tener un límite o contención propia, puede convertirse en una persona que quiere imponer sus pensamientos por sobre los demás, produciendo cansancio o “fatiga” en quien lo escucha por no poderle seguir el hilo de las ideas, que va presentando la persona desde ideas simples, hasta a veces, ideas de imposibles de poner en práctica.

Todos estos síntomas se asocian con un estado de impaciencia, irritabilidad y hasta agresividad, con pérdida, en ocasiones, de la noción de la realidad, creyendo estar perseguido por enemigos. También realiza gastos excesivos o regalos inapropiados, presenta un aumento de impulso sexual, e ideas delirantes y alucinaciones. Este estado maníaco puede afectar a la persona de diferentes maneras en el plano social, por ejemplo: separaciones, pérdida del trabajo, endeudamiento y hasta deterioro social. A veces, se combina el estado maníaco con la depresión con diferencia de horas y frecuentemente, luego de un episodio de manía sigue una fase depresiva.

La hipomanía es un estado de manía leve o de grado menor y hasta en cierta forma agradable; cuando es moderada, la persona aumenta su actividad, presentando mayor creatividad, pero nunca es estable y puede derivar en un episodio maníaco o depresivo. Los síntomas de la hipomanía son aumento de la autoestima, exageración de las propias capacidades, aumento de la sociabilidad, aumento de la locuacidad, gastar más de lo habitual, un optimismo exagerado, falta de autocrítica, hablar en voz alta, sin tolerar interrupciones, aumento de interés por el sexo, cambios bruscos del humor, aumento de la emotividad.

La fase depresiva del trastorno bipolar es similar a los demás tipos de depresión. La persona presenta cansancio, apatía, sin ilusión por nada y desmotivada. Cualquier actividad simple le representa un esfuerzo enorme y dicha situación parece no tener salida. Existen alteración del sueño, el apetito y la conducta sexual, perdiéndose todo el interés. Nada parece tener sentido, ni siquiera las normas higiénicas fundamentales.

Algunos tienen ansiedad o negativismo, deseos de morir, ideas de ruina o culpa. Un problema en la fase depresiva es que la persona no es conciente de lo transitorio de su estado, y que con un tratamiento adecuado se recupera. En algunos casos, al no ver la persona una solución a sus problemas, es como que no encontrara la “luz” para salir de su estado depresivo, y que la única solución posible es el suicidio. Otros síntomas son, baja autoestima, enlentecimiento, sensación de tristeza o vacío, falta de concentración, molestias físicas, insomnio o exceso de sueño, pérdida o exceso de apetito, inhibición social.

El 41% de los afectados por este mal en la Argentina están desempleadas y la mayoría de la gente llega al diagnóstico de esta enfermedad psiquiátrica en forma tardía, según la Fundación Favaloro. En la Argentina no hay estadísticas oficiales sobre la cantidad de enfermos por el trastorno bipolar, pero las proyecciones que hacen los especialistas de acuerdo con los datos obtenidos de Estados Unidos y Europa arrojan que el 5 por ciento de la población padecería las formas más atenuadas de la enfermedad.

Las consecuencias de la enfermedad bipolar afectan seriamente la calidad de vida del paciente, que debe contar con un seguimiento médico porque si no está bien tratado, aumenta diez veces el riesgo de que el enfermo se suicide. Un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el que se tienen en cuenta los datos aportados por el Banco Mundial, consideró que los costos que ocasionan los casos de trastorno bipolar hace que sea la sexta enfermedad más cara en cuanto a la forma en que afecta a la economía, después de los accidentes de tránsito, el acholismo y la depresión.

Los especialistas insisten en que el tratamiento adecuado y el diagnóstico precoz pueden ayudar a salvar y mejorar la calidad de vida de las personas bipolares que con la correcta asistencia médica pueden hacer sus actividades diarias en forma normal. El objetivo principal del tratamiento de los pacientes bipolares es bajar la frecuencia, la gravedad y las consecuencias sociales y psicológicas de los episodios bipolares y ayudarlo a desempeñarse de forma más positiva entre episodios.

Los expertos indicaron que la droga que se usa para tratar a los pacientes adultos bipolares es la lamotrigina, que se suministra en forma oral y ayuda a prevenir los episodios de la enfermedad. Además, se utilizan el litio y el valproato. El litio es el mejor medicamento para la manía clásica, el valproato y lamotrigina resultan mejor para la manía depresiva. Se combina litio y valproato como tratamiento para los episodios maníacos. Hay medicamentos antidepresivos que se usan en la fase depresiva con precaución, ya que pueden inducir un repentino cambio hacia la manía. También se usan ansiolíticos como Clonazepam, cuando es necesario sedarlo. La cobertura de los tratamientos medicamentosos de trastornos bipolares en Argentina es del 70 por ciento y las unidades especializadas en los hospitales públicos suministran las drogas en forma gratuita.