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Por Leonardo Coscia
Codo de tenista: poco que ver con el deporte
17 de febrero de 2011
Por más de que resulte paradójico, casi todas las consultas por codo de tenista tienen su origen en lesiones provocadas por movimientos del día a día y no por jugar al tenis. Cómo prevenir y tratar un padecimiento que puede volver imposible tareas tan cotidianas como lavarse los dientes, llevar un vaso a la boca o saludar con la mano.

Los tenistas representan sólo entre el 5% y el 10% de los pacientes que padecen epicondilalgia, la patología conocida como ‘codo de tenista’. Así lo indica el estudio Tratamiento de ultrasonido pulsátil para epicondilalgia, publicado por el Boletín Escandinavo de Medicina de Rehabilitación. Por más de que esta lesión esté estrechamente asociada a causas deportivas, es ampliamente mayor la cantidad de casos provocados en otros ámbitos, como pueden ser la casa o la oficina.

“La epicondilalgía es una de las patologías más frecuentes en el codo y no solo afecta a los tenistas. El nombre ‘codo de tenista’ se debe a las lesiones provocadas por el esfuerzo que hacen algunos tenistas para pegarle a la pelota, fundamentalmente de revés, provocando lesiones en los tendones que se insertan en la cara lateral del codo”, explica el Dr. Enrique Pereira, médico traumatólogo, miembro titular de la Asociación Argentina de Cirugía de la Mano (AACM) y especialista en cirugía artroscópica de mano y el miembro superior.

“En realidad, la mayoría de los pacientes que nos consultan no son tenistas. Las consultas frecuentemente son de gente que no juega al tenis, pero hace esfuerzos repetidos con la mano y el miembro superior. Algunas amas de casa, por ejemplo, sufren este tipo de lesiones por retorcer fuertemente el trapo de piso con tanta repetición todos los días”, detalla Pereira.

La epicondilalgia (dolor en la región lateral del codo) es frecuentemente originada por la inflamación (tendinitis) o la degeneración (tenopatía) de las inserciones tendinosas de los músculos de la cara externa del codo, sobre el epicóndilo, que es la prominencia ósea más externa del codo. La dolencia puede generarse por una tensión mantenida por mucho tiempo o por sobreesfuerzos repetidos. El dolor puede llegar a ser tan intenso que imposibilite tareas de la vida diaria tan sencillas como lavarse los dientes o peinarse. La afección se presenta en ambos sexos, aunque es más común en los varones, sobre todo entre los 30 y los 50 años.

“Una vez que se provoca la lesión, la zona afectada necesita un tiempo de recuperación durante el cual no se recomienda cargar con ningún esfuerzo. El problema es que la mayoría de las veces estamos tan compenetrados con las tareas que hacemos que no le damos tiempo para recuperarse y entonces estas lesiones pueden volverse crónicas”, explica el Dr. Aníbal Acuña, miembro de la Asociación Argentina de Cirugía de la Mano (AACM).

El codo de tenista es más frecuente en aquellos trabajadores cuyas tareas requieren esfuerzos manuales repetitivos, prolongados o bruscos. Puede darse tanto en un ama de casa, un cocinero o un peluquero como en albañiles, mecánicos y hasta ejecutivos, quienes por el intenso uso de la computadora también pueden sobrecargar los músculos que se insertan en el codo.

En el caso de los tenistas, la epicondilalgia es más frecuente en jugadores amateurs y aparece, habitualmente, a causa de una mala técnica en alguno de los golpes (frecuentemente el revés), cuando se carga el esfuerzo sólo en el antebrazo, en lugar de utilizar todo el brazo, desde el hombro. Es poco frecuente en jugadores profesionales y jóvenes.

¿Qué hacer frente a las lesiones?
Dentro de los tratamientos convencionales se encuentran la aplicación de hielo, el vendaje compresivo, o deportivo, ejercicios de elongación, antiinflamatorios y cuando el dolor desaparece, ejercicios de fortalecimiento muscular. “Si con estos tratamientos no se resuelve la lesión se puede llegar a la cirugía, pero esto se da en muy pocos casos. Lo mejor es detectar el problema lo antes posible para curarlo cuanto antes y no se agrave”, concluye el Dr. Pereira.