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Prótesis mamarias: ¿complican el examen clínico?
6 de abril de 2007
Más de 150 mil argentinas son usuarias de prótesis mamarias, y otras miles anualmente tienen previsto serlo. Solo en 2005 se realizaron 25 mil intervenciones de este tipo. Ya sea para prolongar la belleza de esta parte del cuerpo femenino, tan cargada de significado por ser la primera vía de contacto y de alimento para los humanos, o para alcanzarla, la medicina estética ofrece varias respuestas. En busca de esas respuestas asisten a la consulta mujeres de todas las edades, a partir de los 18 años. La mayoría de las operaciones, de aumento o reducción mamaria, se practica en pacientes de entre los 19 y 50 años.

Ahora bien, desde que los implantes mamarios entraron en escena, en 1962, la comunidad científica debatió sobre el rol de la silicona, material constitutivo de la prótesis, en la aparición de algunas enfermedades generalizadas, que incluyen el cáncer y las respuestas autoinmunes. El tema, que despertaba dudas y alentaba las investigaciones, era la falta de datos concluyentes, hasta ese momento, acerca de la inocuidad de la silicona.
Al no encontrarse evidencia científica que estableciera una relación peligrosa entre siliconas y problemas de salud, la Food and Drug Administración (FDA) de los Estados Unidos un país donde 2 millones de mujeres las lleva autorizó, en 1992, la utilización de este tipo de implantes, dando por concluida una larga controversia.

Pero, hoy, la preocupación reaparece ante la sospecha de que el implante pueda interferir con un screening exploración diagnóstica convencional, a la hora de detectar el cáncer de mamá. Y esto anima un nuevo debate, que tiene por finalidad establecer qué hay de mito y qué de realidad en torno del tema, para que las usuarias, actuales y potenciales, estén al corriente y sepan qué controles diagnósticos deben hacer, en favor de la prevención y del buen estado de salud.

La buena noticia es que varios líneas de investigación coinciden en que, en una exploración bien realizada, en caso de existir nódulos, se los palpa más fácilmente en las mujeres con prótesis que en las demás, ya que el implante empuja el tejido, lo comprime y lo deja más expuesto. Y, aunque continúan los estudios en esta población, hasta el momento ninguno demostró un aumento en las muertes por cáncer debido al diagnóstico tardío en un estudio mamográfico, según el Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos.

Para el Román Rostagno, Director de Diagnóstico Médico, las pacientes con implantes representan un desafío para el radiólogo. Pero, si bien es cierto que estos casos exigen más pericia profesional, no lo imposibilitan, y el screening se realiza, de igual manera, en la mujer que usa implantes y en la que no, señala. Un factor importante es la localización del implante, que puede ser retroglandular o retromamario -se coloca por detrás de la glándula mamaria y por delante del músculo pectoral- o bien retromuscular- por detrás del músculo-.

Frente a una paciente con prótesis, el radiólogo no debe conformarse con las tomas tradicionales, sino que debe realizar proyecciones adicionales, porque las prótesis son cuerpos opacos a los rayos X, y el tejido mamario que está por encima y por debajo de la prótesis queda tapado por ella, indica Rstagno. Se realiza, entonces, una mamografía y además se practica la retropulsión de la prótesis. Esta técnica se conoce con el nombre de maniobra de Eklund y consiste en desplazar la prótesis hacia atrás y por ende el tejido mamario hacia adelante mientras se ejerce simultáneamente la compresión, así se mejora porcentualmente la cantidad de tejido mamario a radiografiar, y la posibilidad de comprimir la mama.

En las prótesis retromamarias, la maniobra de Eklund mejora en un 25 a 30% la visualización del tejido mamario. Por eso, luego de una mamografía, el grado de certeza en relación con la ausencia de lesiones mamarias ronda el 92%, en pacientes sin prótesis, y el 60% en el grupo con implantes afirma el especialista.

M. Silverstein (USA), referente indiscutido para los mastólogos, señala que encuentra un 8,8% de falsos negativos en los grupos de mujeres sin prótesis, y un porcentaje mayor en el grupo con prótesis. Pero lo destacable es que realizando un estudio a medida de las necesidades, el pronóstico de la enfermedad, cuando se la halla, es igual. Ante una paciente con mastoplastía de aumento, el radiólogo debe estudiar dos elementos: el estado de la prótesis, ante posibles rupturas, y el tejido mamario que la rodea. La ruptura puede ser extracapsular, y se la observa en una mamografía, o bien intracapsular (dentro de la cápsula) que solo se establece con una ecografía.

Por otro lado, cuando se estudia el tejido mamario, la mamografía busca poner en evidencia microcalcificaciones y/o nódulos. Sin embargo, hay un pequeño porcentaje de la mama que aparece oscurecido por la prótesis. Aunque la mamografía es uno de los métodos más confiables para evaluar la integridad del implante, no llega a mostrar totalmente la imagen mamaria. La ecografía en estos pacientes cumple dos roles: muestra el tejido mamario que no se reconoce en la mamografía y pone de manifiesto una presunta rotura de la prótesis dentro de una cápsula intacta.

En el caso de tratarse de una mujer sin prótesis, la ecografía se haría solo a requerimiento de la mamografía, para complementar el estudio ante alguna imagen extraña. Como última instancia, si hay dudas con las dos técnicas previas, puede utilizarse la resonancia magnética" (RNM), una modalidad diagnósticas fiable para evaluar tanto la integridad del implante como el estado del tejido mamario, ya que las imágenes de alta sensibilidad que se obtienen no se ven afectadas por la opacidad de los implantes. Las limitaciones que presenta este estudio son los eventuales falsos positivos, y el costo.

Con el arsenal diagnóstico disponible, hoy se puede asegurar que las prótesis no entorpecen el diagnóstico de lesiones mamarias, y que esto depende, en gran medida, de la pericia del médico radiólogo afirma Rostagno.

Durante el último Congreso Europeo de Cirugía Mamaria realizado en Italia el pasado diciembre-, especialistas en imágenes del Instituto Europeo de Oncología y del Instituto de Tumores de Milán trataron especialmente este tema, y coincidieron en que: 1) no existe mayor dificultad en el diagnóstico de pacientes con implantes, 2) la mujer con prótesis debe saber que tiene que realizar un chequeo anual en centros especializados con profesionales idóneos que le practiquen una mamografía (con retropulsión) y una ecografía, y 3) diversos estudios concluyeron que, tanto el pronóstico como la sobrevida de una paciente a la que se le ha diagnosticado cáncer de mama, no varía entre grupos con o sin prótesis.

Debería existir y difundirse, a nivel masivo, un protocolo de screening para las pacientes con prótesis, que ofrezca la posibilidad de radiografiar la mayor cantidad posible de tejido mamario, y disminuir así el número de falsos negativos. Y la manera de lograr ese consenso en la práctica es a través del conocimiento y el debate de este tema, concluye el especialista.

Mientras la investigación avanza en la búsqueda de una "prótesis del futuro", cuyo contenido sea inocuo, transparente a los rayos X, y no se disperse, todas las precauciones diagnósticas son válidas.

¿Mito o realidad?
¿El implante puede romperse al comprimirse el seno durante la mamografía?
No, esto solo puede ocurrir si la prótesis es vieja. Se recomienda consultar con el cirujano plástico y tomar las precauciones del caso.

¿Se necesitan estudios complementarios a la mamografía?
Sí, una ecografía y, en ocasiones, una resonancia.

¿Las pacientes con implantes recibirán más rayos?
Aunque se realizan más tomas que en las pacientes sin implantes, la radiación no entraña riesgo de provocar ningún perjuicio.

¿Una mujer con implantes tiene más posibilidades de desarrollar cáncer que una que no los tiene?
La incidencia del cáncer de mama no aumenta en las portadoras de prótesis, sí la preocupación o las discusiones en torno del tema.