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25 de abril de 2024
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Incontinencia urinaria: ¿cómo afecta?
La vejiga hiperactiva -necesidad constante de orinar en ausencia de infección urinaria u otra enfermedad de las vías urinarias- puede traer complicaciones para llevar a cabo una rutina normal. Estas se ponen de manifiesto en el lugar donde más horas pasamos: el trabajo.
14 de noviembre de 2013
La vejiga hiperactiva -necesidad constante de orinar en ausencia de infección urinaria u otra enfermedad de las vías urinarias- puede traer complicaciones para llevar a cabo una rutina normal. Estas se ponen de manifiesto en el lugar donde más horas pasamos: el trabajo.

Los pacientes con vejiga hiperactiva evalúan la ubicación de su trabajo (en lo posible, debe estar cerca de su casa); se preocupan si deben participar de reuniones largas y esbozan esquemas que vayan acorde a sus necesidades, manejando incluso los horarios de entrada y salida. Esta patología –muy molesta para quienes la padecen- puede generar depresión, ansiedad, vergüenza y/o cansancio, lo cual impacta negativamente en la productividad y el desempeño.

“Los pacientes con vejiga hiperactiva deben interrumpir, constantemente, cualquier actividad en el trabajo por la necesidad de orinar. Esto genera fuertes sentimientos de vergüenza e inseguridad, en especial si están en presencia de colegas o compañeros de trabajo. La necesidad de orinar, en momentos no esperados, hace que el paciente tenga que acomodar su rutina a esta necesidad, postergando labores importantes para su desarrollo y estabilidad, tanto laboral como social y emocional”, afirma el Dr. Gustavo Garrido, Jefe de la Sección Disfunciones Miccionales y Urodinamia, de la División Urología del Hospital de Clinicas "José de San Martín", CDU y FLENI.

La vejiga hiperactiva (VH) es una enfermedad que se caracteriza por la necesidad imperiosa y urgente de orinar que experimenta quien la sufre.

Esto puede, o no, incluir la pérdida de orina. La incontinencia urinaria, en caso de haberla, puede ser un síntoma de la VH, pero también puede serlo de otras patologías urológicas.

Asimismo, existen dos tipos de VH: vejiga hiperactiva idiopática- un 80% de los casos, aproximadamente-, cuya causa no está dilucidada, y la vejiga hiperactiva neurogénica- un 20% de los casos-, cuyo origen puede ser una enfermedad, una herida, o un defecto de nacimiento que afecta al cerebro, la médula espinal o los nervios que se dirigen hacia la vejiga.

¿Hay tratamiento?
Existen distintos tratamientos para la vejiga hiperactiva, tanto si se trata de idiopática como de neurogénica, y dependerá del cuadro de cada paciente para elegir el que sea más adecuado. “En el 70% de los casos, generalmente, la medicación oral funciona bien, pero muchas veces el paciente no puede cumplir con el tratamiento a largo plazo, comprometiendo su mejoría”, explica el Urólogo. También, los pacientes a menudo padecen efectos adversos como sequedad en la boca, visión borrosa y constipación, lo que los lleva a buscar nuevas alternativas.

Una alternativa a esas medidas es la aplicación de BOTOX® (onabotulinumtoxinA), aprobada para Vejiga Neurogénica en Octubre del 2012 por la ANMAT y la FDA. El procedimiento es sencillo y mínimamente invasivo, con duración de aproximadamente 10 minutos. BOTOX® se inyecta en la vejiga (30 puntos de inyección), inhibiendo las contracciones involuntarias y, consecuentemente, promoviendo la continencia urinaria. El efecto de BOTOX® puede durar de 6 a 9 meses y podrá ser re-aplicado tras este período, conforme evaluación médica. La ventaja es que, al tener una acción directa sobre la propia vejiga, los efectos secundarios, que a menudo ocurren con los medicamentos orales, no ocurren con el uso de BOTOX ®.

Con este tratamiento el 50% de los pacientes, aproximadamente, logra eliminar por completo la necesidad de medicación oral, y el otro 50% la reduce notablemente. Con una aplicación anual, el paciente logrará resultados exitosos garantizando recuperar su estilo de vida normal y realizar sin problema las actividades diarias que antes le causaban molestia e incomodidad.