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Infecciones vaginales: causa de infertilidad
14 de septiembre de 2007
Las infecciones vaginales constituyen uno de principales motivos de consulta al médico ginecólogo y de familia por la alta frecuencia con la que aparecen dificultando el desarrollo de las tareas de la vida cotidiana de las mujeres. Cuando no son tratadas, estas infecciones pueden provocar en algunos casos serias complicaciones en el organismo, especialmente en mujeres en edad fértil (15 a 45 años) y/o embarazadas, afectando en muchos casos su salud reproductiva.

“Investigaciones científicas han observado que las mujeres con infecciones vaginales frecuentes no tratadas o mal manejadas tienen más posibilidades de presentar infecciones uterinas, de las trompas de Falopio, del ovario y de la pelvis menor (en su conjunto se la conoce como enfermedad pélvica inflamatoria), lo que en algunos casos puede derivar en infertilidad. Además durante el embarazo estas infecciones aumentan el riesgo de partos pre-término y ruptura prematura de membranas que resultan en bebés prematuros y con bajo peso al nacer,”, comenta el Dr. Julio Seoane, Asesor Médico del área de Salud Femenina del Laboratorio Bayer.

En un estudio multicéntrico realizado por investigadores de Colombia, Brasil y México (publicado este año en la Revista Iberoamericana de Educación Médica Continua) cuyo objetivo era evaluar la eficacia, seguridad y tolerabilidad del nuevo óvulo con mayor dosis de uno de sus componentes (el metronidazol) en 367 mujeres latinoamericanas, se observó que las pacientes que ingresaron al estudio presentaban en promedio 83 días de síntomas relacionados con infecciones vaginales (prurito vaginal, sensación de irritación vaginal, dolor vaginal, dolor pélvico y dispareunia).

“Este hallazgo es llamativo sobre todo considerando las molestias y la incomodidad que este estado provoca. Es por ello que resulta clave en el marco de la educación sexual y reproductiva, que las mujeres puedan reconocer los síntomas de las infecciones vaginales para así poder realizar un tratamiento precoz y evitar la posibilidad de que estos cuadros se compliquen” explica el Dr. Seoane

Al carecer de glándulas, la vagina se lubrica gracias a las secreciones cervicales. Éstas no causan inconvenientes a menos que su producción sea exagerada. La secreción vaginal normal es la llamada fisiológica, que tiene directa relación con las hormonas del ciclo sexual (estrógenos y progesterona), la excitación sexual y el embarazo.

El estado de la vagina depende de numerosos factores exógenos y endógenos, tales como:
- Tratamientos antibióticos.
- Uso de corticoides, drogas antifúngicas, inmunosupresores, antivirales.
- Duchas intravaginales.
Actividad sexual.

En la práctica diaria el diagnóstico generalmente es clínico, evaluando los signos y síntomas que presenta la paciente, sumado a las características del flujo anormal. En los casos en que el cuadro clínico no es claro para llegar al diagnóstico definitivo, es necesario realizar un examen microscópico de la secreción vaginal y la medición del pH vaginal o un cultivo de flujo.

Las infecciones vaginales clásicamente se dividen en tres tipos:
- Micosis vaginal: el microorganismo responsable es un hongo, que en la inmensa mayoría de los casos es la Candida Albicans, por eso también se la denomina candidiasis. Se estima que el 75% de las mujeres presentarán al menos 1 episodio de candidiasis vaginal a lo largo de su vida. Un 45% de las mujeres presentan 2 a 3 episodios por año. Una vagina sana tiene entre los constituyentes de su flora permanente todas las variedades de cándidas, pero cuando éstas proliferan desmesuradamente, se origina la infección micótica o candidiasis. La presencia de abundante secreción blanquecina adherida a las paredes vaginales y los fondos de saco, que no es fácilmente desprendible, y que generalmente se acompaña de ardor o prurito, sugiere una infección candidiásica.

- Tricomoniasis vaginal: el germen implicado es un parásito unicelular llamado Trichomona vaginalis. El medio vaginal normalmente ácido es resistente a la infección tricomoniásica. Cuando en la vagina predominan los lactobacilos, la mujer no desarrollará síntomas. Pero determinadas circunstancias (menstruación, líquido seminal, otros patógenos vaginales, etc) pueden aumentar el pH vaginal y favorecer el crecimiento de las tricomonas. Más del 50% de las pacientes son asintomáticas, mientras que un 15 a 20% presenta claros síntomas tales como: secreción vaginal abundante, amarillenta o verdosa, con mal olor, irritación vulvovaginal o dolor. Luego de una relación sexual, generalmente dolorosa, puede ocurrir sangrado vaginal.

- Vaginosis Bacteriana: En este caso la etiología es polimicrobiana. Los patógenos involucrados conforman el complejo GAMM (Gardnerella, anaerobios, mobiluncus y mycoplasma spp). Los síntomas de la vaginosis bacteriana son: flujo blanco-grisáceo, picazón o prurito, ardor, mal olor, disuria (sensación de dolor y ardor al orinar) y dispareunia (dolor durante la relación sexual).

Para el tratamiento de infecciones vaginales como la candidiasis, tricomoniasis, vaginosis bacteriana e infecciones mixtas, existen numerosas opciones terapéuticas, las cuales pueden dividirse en locales y sistémicas. Dentro de las primeras contamos con dos formas farmacéuticas que son las cremas y los óvulos. Los tratamientos sistémicos compuestos por comprimidos orales son igualmente efectivos. Una opción reciente de tratamiento vaginal local, disponible en cremas y óvulos, ofrece concentraciones sanguíneas similares a las obtenidas con la terapia oral, combinando los beneficios de ambas presentaciones y presentando un alto índice de éxito terapéutico y buena tolerancia.