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25 de abril de 2024
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Por José Calero
Una agenda de temas a retomar tras las elecciones
28 de junio de 2009
Tras un primer semestre sacudido por la campaña electoral, el Gobierno nacional deberá retomar la atención de asuntos centrales de la administración de la economía, que pasaron inevitablemente a segundo plano al fragor del debate con la oposición.

El futuro del dólar, la disparada del gasto público, la presión sobre los precios, el impacto de la crisis en el empleo, la política de estatizaciones y las dificultades que atraviesan múltiples sectores empresarios en medio de la debacle financiera
internacional, son algunas de las cuestiones que figuran en la agenda pendiente de la Casa Rosada.

Cualquier funcionario que se consulte dirá que el Gobierno no desatendió la economía durante este complejo primer semestre del año, pero lo cierto es que la disputa electoral insumió muchas horas hombre y esfuerzos, por lo que habrá cuestiones centrales sobre la cuales se deberá poner el acento a partir de julio.

Un ejemplo es el tira y afloje entre el sector empresario y los sindicatos, que se resolvió mediante un esquema de emergencia en los primeros meses del 2009: el pago de sumas fijas no remunerativas a cuenta de futuros aumentos.

Los gremios volverán a la carga en la segunda mitad del año con la necesidad de evitar la evaporación de los ingresos, y para ello citarán el caso de la inflación que oculta el INDEC y la necesidad de una redistribución mayor de la "renta extraordinaria" que muchas empresas tuvieron en el 2008.

Sobre ese proyecto trabaja fuerte Hector Recalde, sostén ideológico y técnico del jefe de la CGT, Hugo Moyano.

Recalde será reelecto sin problemas como diputado nacional por otros cuatro años, pero ya desde julio o a más tardar agosto buscará retomar su propuesta para discutir cómo se reparte la torta de las utilidades empresarias.

Del otro lado del mostrador, en el sector empresario la agenda dominante es otra: existe preocupación porque se considera que el Gobierno está "quedado", y le reclamarán retomar la iniciativa para que la producción argentina no siga perdiendo competitividad.

De salarios prefieren no hablar: al contrario, Techint y otros grandes grupos locales están proponiendo recortes de sueldos temporales a su personal, a cambio de trabajar un día menos, por la caída en las ventas.

También existe entre los industriales cìerta furia contra las entidades financieras, a las que acusan de estár sentadas sobre los depósitos y no liberar dinero para sostener el crecimiento, en especial de las pequeñas y medianas empresas.

Los bancos subieron con fuerza las tasas en los últimos meses, al ritmo de la debacle internacional que encareció el costo del dinero, y esto restó combustible de la dinámica productiva.

Las obras públicas fueron las que motorizaron buena parte de la maquinaria productiva en la primera mitad del 2009, pero esa estrategia -útil para la campaña- se terminará a partir de julio, porque las arcas oficiales están exhaustas no sólo a nivel Nación,
sino también en la mayoría de las provincias.

En el caso de Buenos Aires, Daniel Scioli deberá salir a buscar financiamiento para afrontar los exigentes vencimientos de la segunda mitad del año y algo similar le ocurre a Mauricio Macri en la Ciudad.

Varios gobernadores del interior están preocupados porque saben que, tras las elecciones, los giros que llegaron de la Nación durante los últimos meses tenderán a achicarse, porque la Casa Rosada tiene problemas de fuste que atender en materia de gasto.

Es impensable, al menos por ahora, que el Gobierno nacional dé una señal de reconciliación con el sector agropecuario, y menos teniendo la comprobación de que toda la dirigencia campera jugó para la oposición en estos comicios.

El otro problema que preocupa, y mucho, es la débil situación que atraviesan históricas compañías de capital nacional, en una lista que encabeza La Serenísima, la empresa láctea fundada por Pascual Mastellone a la cual el gobierno prometió auxilio
financiero para tratar de evitar que pase totalmente a manos de los franceses de Danone.

La presidenta Cristina Kirchner sostuvo que la "matriz productiva" de la Argentina en esta primera parte del siglo XXI se sostendrá sobre los alimentos y la energía.

En ambos frentes el país afronta desafíos, porque petroleras, gasíferas y generadoras de electricidad, por citar algunos casos, requerirán fuertes inversiones en los próximos años.

En el caso de los alimentos, la polémica política oficial hacia el sector agropecuario derivará este año en una menor cosecha, una caída en el stock ganadero y una inferior producción láctea.

La Argentina tampoco la tiene fácil en el frente externo, donde el matrimonio presidencial repitió durante toda la campaña que el norteamericano Barack Obama copió la receta argentina.

No se sabe si ese mensaje llegó con claridad a los oídos del primer presidente negro de los Estados Unidos, pero sus declaraciones -que pasaron algo desapercibidas al calor de la última semana de campaña- no dejaron la impresión de que tenga
gran admiración por la Argentina.

Obama dijo que Brasil y Chile son los ejemplos de liderazgo a destacar en América Latina.

La Argentina, bien, gracias.